El sábado por la noche Luis Artime ganó la presidencia del club Belgrano. Apenas se conocieron los resultados de la elección, Luifa anunció que el próximo entrenador iba a ser el uruguayo Alejandro Orfila y que el lugar de manager será para Mauro Óbolo. No sorprendió: detrás de los elegidos está Chistian Bragarnik, el agente de jugadores y técnicos con mayor poder en el fútbol argentino.
Dos días después Bragarnik fue por más: se reunió con Daniel Pandolfi, presidente de Ferro, para “colaborar” con el club, colaboración que se traduciría en la posibilidad de acercar jugadores.
Bragarnik compró al Elche y lo llenó de argentinos, pero está haciendo una campaña pésima: está penúltimo, en zona de descenso, no juega a nada y en España ya piden la cabeza del empresario.
Es curioso: además de compartir empresario amigo, Ferro y Belgrano tienen en común que militan en la Primera Nacional y aspiran a ascender a la Liga Profesional. ¿Qué podría ocurrir si en algún momento llega a haber algún choque de intereses en ese objetivo compartido?
Los dirigentes de Ferro reconocieron que mantuvieron reuniones con Bragarnik, pero, por las dudas, se apuraron a aclarar: “No se trata de un gerenciamiento”.
En el club de Caballito funciona, por lo menos hasta ahora, una Secretaría Técnica integrada por dos glorias del club: Oscar Garré, campeón del mundo en México 86, y Alejandro Saccardi, hijo de Cacho, el gran ídolo del club.
A pesar de que en los clubes reciben con alivio al empresario que pone y saca a jugadores y técnicos, no todos los negocios de Bragarnik tuvieron final feliz. El caso del Elche está en veremos.
El dueño de la pelota en la Argentina el año pasado miró para Europa y compró el paquete mayoritario de las acciones del Elche. Y cuando tuvo el control, lo llenó de argentinos: contrató como entrenador a Jorge Almirón y llevó a Iván Marcone, Sánchez Miño, Emiliano Rigoni, Guido Carrillo, Lucas Boyé y al Ruso Rodríguez. Sin embargo, la campaña es pésima: está penúltimo, en zona de descenso, no juega a nada y en España ya piden la cabeza del empresario.
Los dirigentes de Ferro reconocieron que mantuvieron reuniones con Bragarnik, pero, por las dudas, se apuraron a aclarar: “No se trata de un gerenciamiento”.
La conquista española tal vez sea una de las pocas frustraciones de Bragarnik. Maneja a más de 100 jugadores y a 15 entrenadores, llevó a Defensa y Justicia a que ganara la Copa Sudamericana, clasificó a La Calera, de Chile, a la próxima Copa Libertadores y hasta se dio el gusto de llevar a Maradona a Dorados y a Gimnasia. Son tantas las buenas que hasta provoca cierta ternura recordar las denuncias que lo apuntaron por mantener vínculos con el narcotráfico cuando era presidente del Querétaro, en México.
Ahora Bragarnik encaró otro desafío: ascender a Belgrano o a Ferro. O a los dos, vaya uno a saber.