Walter Gómez, Luis Cubilla, Roberto Matosas, Nelson Gutiérrez, Antonio Alzamendi, Rodrigo Mora y Enzo Francescoli son solo algunos de los futbolistas que a lo largo de la historia han profundizado el idilio entre el Club Atlético River Plate y la República Oriental del Uruguay, el mismo país donde nacieron dos hermanos que se llevan varios años y que tienen estilos distintos pero comparten un talento, una precisión, una elegancia y una técnica excepcionales: Carlos Andrés Sánchez Arcosa (Montevideo, 1984) y Diego Nicolás De la Cruz Arcosa (Montevideo, 1997).
Es el de De la Cruz un caso casi cinematográfico de personificación del american dream. Y aunque la resistencia de la hinchada en sus primeros días como Millonario le generó problemas emocionales de los que ha hablado con sinceridad, el volante cuya magia ha explotado de la mano de Marcelo Gallardo no tiene tiempo para la soberbia ni para la inmadurez. Y lo demuestra en esta entrevista en profundidad que concedió hace pocas horas a 442.
Sus primeros días en Liverpool, un club histórico y aguerrido que representa cabalmente a la clase trabajadora de la capital uruguaya, las dificultades para adaptarse al universo de River, las enseñanzas que le ha dado su paso por el seleccionado oriental, la importancia que le asigna a su familia -y el lugar que dentro de ella ocupa su adorado Pato Sánchez- fueron algunos de los temas de la entrevista mantenida con quien a los 23 años de edad ya ha ganado el Sudamericano Sub-20 y, a nivel de clubes, la Copa Argentina, la Supercopa Argentina, la Recopa Sudamericana y la Copa Libertadores de América, aunque no sea ese el principal orgullo de la vida de De la Cruz, cuyas obras solidarias en el Uruguay son tan conmovedoras como poco publicitadas.
-¿Qué relevancia deportiva y emocional ha tenido renovar contrato con River?
-La verdad es que es una satisfacción y un orgullo que quieran seguir contando conmigo. Era algo que se venía manejando hace un tiempo, y siempre tuve la tranquilidad de que íbamos a llegar a buen puerto, si bien se dilató por detalles que restaban confirmarse. Pero se encaminó para bien y benefició a todos: Liverpool, River y yo. Así que eso me da tranquilidad, y ojalá pueda seguir por un tiempo más en el club.
-¿Qué significa después de todos estos años la palabra “River” para usted?
-Más allá de que haya llegado en 2017, para mí hubo un tiempo de adaptación, lo cual me costó mucho no solo a nivel futbolístico, porque el “Mundo River” conlleva un montón de cosas, entre otras, las presiones. Gracias a Dios sigo en crecimiento constante, pero la etapa de aprendizaje pasó, estoy más adaptado a lo que es River y tengo regularidad, lo cual para mí es muy importante.
-¿Cómo vivió usted el cambio de estatus entre aquel jugador resistido y este ídolo?
-Sinceramente no me considero ídolo, pero sí siento que el hincha me quiere. Por supuesto, en el primer momento fui resistido y mirado de reojo, lo cual es comprensible porque se había pagado un porcentaje alto por mi pase, entonces la gente esperaba más. Por eso ha sido importante el apoyo del cuerpo técnico y de mis compañeros para poder dar vuelta a la página. Y yo pude retribuir la confianza que me dio el entrenador. La verdad es que me siento muy querido en el club, que me demuestra constantemente un gran cariño no solamente a mí, sino a mi familia.
-¿Qué rol extra deportivo tuvo Marcelo Gallardo para que usted pudiera superar aquel murmullo que se creaba durante los primeros meses?
-Un rol muy importante. Pero si me detuviera solamente en Marcelo estaría errado, porque el presente también se explica gracias a los profes, a los kinesiólogos, a los médicos, a la neurocientista y al psicólogo. Son muchas personas que están atrás, que no se ven y que hacen un trabajo tan importante como el del cuerpo técnico y el de mis compañeros. Yo tuve que respaldarme en toda esa gente para poder dar vuelta la página. Y también en mi familia, que me sostuvo tremendamente en los momentos adversos. Hubo un combo de personas que me rodearon, con las que hoy disfruto, porque de alguna manera son responsables de eso.
-¿La adversidad lo fortaleció o lo hizo madurar más rápido?
-Las dos cosas. Tuve que madurar muy rápido, porque el cambio del fútbol uruguayo al “Mundo River” fue muy grande y yo no estaba acostumbrado a tantas presiones. Hasta llegué a creer que esto no era para mí. Pero pude dar un giro de 180 grados, entre otras cosas porque tenía a una hija que mantener, que brindarle lo mejor y que mostrarle que el esfuerzo es un valor a realzar. Muchas cosas me hicieron crecer rápido. Y siempre intento tanto disfrutar el momento como seguir creciendo.
-¿Por qué hay tanto hermetismo respecto del método de Gallardo, un técnico admirado en todo el mundo y también fuera del fútbol?
-La verdad es que es un trabajo silencioso que nosotros hacemos diariamente. No nos interesa andar ventilando la forma en que vivimos, tal vez porque esa es la política del club. Todo el día sos jugador de River y estás expuesto a lo que se dice, a dónde andás y dónde caminaste. De alguna manera, cuando llegás al club te van guiando para que vayas por el camino correcto. Y esta dirigencia y el entrenador han llevado adelante una línea que tiene que ver más con lo conseguido que con lo que te pueda favorecer. Y a su vez lo conseguido está relacionado con el trabajo diario, que abarca desde el primer utilero hasta el último jugador, que es colectivo, que ha dado sus frutos a la corta y a la larga, y que es a base de esfuerzo y de dedicación.
-¿Qué cosas que el público no vea le aportan al grupo Franco Armani, Enzo Pérez y Rafael Santos Borré?
-En River el grupo no cambia, más allá de nombres que han ido llegando y de otros que han salido. El grupo siempre fue el mismo, el vínculo entre los jugadores ha sido siempre muy bueno, y por eso cada uno que llega se adapta con facilidad. Así que para nosotros la base es el grupo. Todo arranca en el vestuario, todo sigue en el vestuario y todo lo que pasa quedará en el vestuario. Si hay algo que nos ha llevado a conseguir cosas importantes es ese valor. Entonces, centrarme en tres jugadores sería un error, porque tenemos a muchos futbolistas de experiencia y a otros jóvenes, pero todos aportan desde el lugar que les toca. Obviamente, los experientes nos hablan a los jóvenes y nos llevan por el buen camino. Pero no se puede perder foco respecto del grupo, lo cual no significa que los tres jugadores que nombraste no sean muy importantes.
-¿Cómo se ha integrado usted al grupo de la selección uruguaya, y qué diferencia siente un deportista más allá de lo profesional entre defender una camiseta tan grande como la de River y representar a su país?
-La base de jugadores y el cuerpo técnico, que vienen trabajando juntos hace mucho tiempo, han demostrado la unión que hay en el Complejo Celeste. Hoy por hoy tengo de compañeros a grandísimos jugadores. A algunos los conocía, a otros no, y que sean mis compañeros es un orgullo, una satisfacción y un premio al trabajo, porque además son excelentes personas. La verdad es que me he encontrado con un grupo hermoso, unido y humilde, que tira para el mismo lado. Por otra parte, creo que la camiseta de tu país es de alguna manera una recompensa a lo que hiciste con tu club. Así que cuando llegás lo disfrutás mucho.
-Hablando de River y de su país, los hermanos Sánchez-De La Cruz, ¿tienen esos fundamentos extraordinarios por alguien en especial, o vinieron así de fábrica?
-A medida que fuimos creciendo los fuimos trabajando y puliendo mucho más, sabiendo que podía ser uno de nuestros fuertes. En mi caso, a medida que fui quemando etapas en inferiores fui mejorando mi técnica, sabiendo que la parte física no era mi fuerte. En el caso de mi hermano, él siempre ha tenido una enorme calidad técnica unida a una gran potencia física. Si no, hay que ver cómo corre y se mantiene hoy.
-¿Se imagina compartiendo camiseta en algún momento con su hermano?
-Siempre lo imaginé, y creo que voy a tener el sueño hasta el día en que uno de los dos se retire. Por un tema generacional, se va haciendo cada día más difícil. Pero mi sueño ha sido ese desde que empecé: compartir cancha, estar juntos en un vestuario y darle un pase. Dios quiera que se dé.
-Eso sí: ¡usted de “10” y él de “8”! ¿Le parece justo?
-(Risas). La posición no me interesa. Me interesa poder darle un pase y que me devuelva una pared. Con eso sería más que feliz.
-¿Cuán frustrante fue no haber podido llegar a la última final de la Copa Libertadores por motivos extradeportivos?
-Creo que el VAR tenemos que verlo como parte del deporte, porque ha llegado para quedarse, para impartir justicia y para poder aportar cosas que el ojo humano no permite ver. Ahora nos ha tocado quedar afuera, pero en la Libertadores de 2018 entramos por una jugada que vio el VAR. Pienso que a medida que pase el tiempo nos vamos a ir adaptando un poco más. Esperemos que imparta justicia con la mejor visión posible. Obviamente, a veces no nos gusta, porque en la última Libertadores cada jugada implicó un montón de tiempo de parate, lo que atenta contra el ritmo y la intensidad que nosotros queremos imponer. Pero a medida que el VAR se vuelva más ágil, se va a ir haciendo más favorable para todos.
-El tema quizás sea el uso que se le da a esa herramienta…
-Eso va mucho en los árbitros, porque algunos dejan fluir el juego y se apoyan en lo que vieron, mientras que otros se apoyan mucho en el VAR. Lo que está claro es que sería deseable que el juego se hiciera más fluido, como ocurre en el fútbol europeo.
-No es normal que cuando un futbolista renueva contrato le agradezca públicamente a su representante. ¿Usted por qué lo hizo?
-Porque lo siento, y porque tengo una admiración y un respeto gigante hacia Paco Casal y todo su equipo de trabajo. Para mí era una prioridad llegar a un acuerdo con Liverpool. Entonces, es una satisfacción muy grande haberlo logrado. Y esa preocupación también formó parte del trabajo que hizo Francisco. Yo necesitaba agradecerle.
-Para todos los lectores argentinos: ¿por qué Liverpool es mucho más que fútbol?
-Porque hice toda mi carrera de inferiores allí, pero sobre todo porque se ocupó de que yo tuviera calidad humana, vivencias y valores. O sea que me formó y, por lo tanto, toda la vida le voy a estar agradecido.
-Usted ha dicho que sin su familia “sería un don nadie”. ¿Por qué?
-Porque es mi pilar, mi motor, mi fuerza en los momentos adversos. Yo soy un tipo muy “familiero”. A veces por ahí no se ve, pero mi familia –mis padres, mis hermanos, mi señora y mis hijas- son todo para mí. Ellos hicieron y dejaron muchas cosas de lado para que yo hoy sea un poquito de lo que soy. Y digo “un poquito” porque me queda mucho por aprender, por crecer, y espero algún día poder tener lo que tanto he anhelado y soñado, siempre con los míos al lado. Poder conseguir los objetivos que me he planteado a nivel personal y a lo largo de mi carrera, y ver cómo se van cumpliendo, es algo que puedo disfrutar el doble teniéndolos a ellos cerca.
-Y en ese sentido, ¿quién es el hombre que Nicolás De La Cruz sueña ser?
-Sueño ser una persona que pueda caminar libremente por la calle después de que deje el fútbol. Sueño con ser reconocido por lo que hice dentro del campo y por lo que pueda llegar a hacer fuera. Y sobre todo poder caminar con la conciencia tranquila e inculcarles valores de vida a mis hijas, que crezcan de buena manera y que tengan cosas que yo no pude tener cuando era chico. Pero sobre todo, sueño con poder contar con los míos si necesito algo.