El regreso de Quintero a River Plate en julio generó expectativas inmediatas. Su historia en el club, el recuerdo del gol en Madrid y su reciente paso por Racing alimentaron la ilusión de volver a ver al enganche determinante. Sin embargo, el segundo semestre mostró una realidad distinta: irregularidad, poco peso sostenido en el equipo y un rendimiento lejos de lo esperado por todos.
El propio desarrollo del equipo acompañó ese recorrido. Así como River nunca logró afirmarse, Quintero tampoco encontró continuidad. Su semestre volvió a plantear un debate ya conocido: cuándo rinde más, cuánto debe jugar y si puede sostenerse como titular. Juanfer, igual que muchos de sus compañeros, si estaba de suplente pedían su ingreso y si estaba adentro pedían el cambio.
Los números ayudan a explicar ese escenario volátil y cambiante en todos los rubros estadísticos. Desde su regreso, disputó 21 partidos: 13 como titular y 8 ingresando desde el banco. Solo completó los 90 minutos una vez, en el empate ante Riestra. Marcó un gol —ante Racing en los octavos de final— y dio tres asistencias. Nunca encadenó más de tres titularidades consecutivas.
En minutos, sumó 1083, con un promedio de 51 por partido, poco más de la mitad del tiempo de juego. En relación al total de encuentros de River, estuvo disponible casi siempre: se perdió solo tres de los 24 partidos del equipo. En uno no fue convocado por haber llegado recientemente (Instituto), en otro fue suplente sin ingresar (Estudiantes) y en el restante (Sarmiento) estuvo afectado a la selección.
Si se amplía el foco a sus etapas anteriores con Gallardo, el patrón se repite en esos mismos aspectos, con sólo un muy buen semestre: el final del 2018, en especial los mano a mano de esa Libertadores. En 97 partidos entre 2018/2020 y 2022, fue titular en 41 ocasiones y completó los 90 minutos solo 12 veces. Incluso el gol más recordado de su carrera en el club llegó entrando desde el banco.
“Lo importante es el equipo. No importa si juego diez o quince minutos, es un debate que ya está terminado. No quiero hablar más de eso. Se habla hace tres años de ese tema. No importa cuánto tiempo juegue yo, si al final gana River”, dijo Quintero cuando volvió a ser consultado por su falta de continuidad, una discusión que lo acompaña desde que empezó a ganarse su lugar en el club.
Ahora, la pretemporada aparece como una oportunidad concreta. Sin lesiones y con tiempo para trabajar desde lo físico, Quintero necesita volver a ser competitivo en la intensidad y en los arranques cortos que siempre marcaron la diferencia. También dependerá del funcionamiento colectivo, que deberá darle contexto y ritmo cuando le toque asumir la conducción.
El desafío es claro: dejar de ser un recuerdo permanente y volver a transformarse en una solución real para el River de Gallardo.
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