miércoles 24 de abril del 2024
Entrevista

Los detalles de la odisea del Turco Asad en Bolivia

Como el club nunca le pagó, con su cuerpo técnico comían una vez al día. "El jugador o el técnico puede ser un millonario, pero si no le pagan se tiene que ir a la mierda", remarca.

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Fue algo así como cuando te muestran fotos de un hotel o un lugar para vacacionar. O de un auto que está en venta. Todo parece y se ve impecable. Pero cuando llegas, la realidad es otra, muy distinta a la que te habían contado. En la entrevista con PERFIL, el Turco Omar Asad recurre a esa comparaciones cotidianas para graficar su experiencia en el San José de Oruro, de Bolivia, el club al que llegó en enero para dirigirlo en la primera fase de la Copa Libertadores y del que se fue luego de presentar una demanda en la FIFA por el incumplimiento de su contrato. El club, en un intento de revertir la situación, lo acusó públicamente de "conspiración"

—¿Es cierto que desde que llegaste hasta que te fuiste cobraste solo 290 dólares?

—Sí, ¡pero 290 dólares a repartir entre el cuerpo técnico! ¡Y somos cinco!

—¿Y cómo hiciste?

—El primer mes gasté una fortuna de mis ahorros. Porque allá la plata argentina no vale nada. Un peso argentino vale 0,07 pesos bolivianos. Yo cambiaba 10 lucas y tenía 700 bolivianos, que no alcanzan ni para una semana. Me gasté como dos mil dólares en esos meses. 

El primer mes gasté una fortuna de mis ahorros. Porque allá la plata argentina no vale nada

—En algún punto fue como volver a la infancia de Ciudad Evita: cuidar el mango, comer poco.

—Sí. El primer mes elegíamos: almuerzo o cena. Terminábamos tarde de entrenar, como a las tres de la tarde, entonces directamente nos juntábamos a la noche. Pero después de dos meses ya querés que te paguen el sueldo. En el hotel donde estábamos nos sacaron el almuerzo y la cena, sólo nos daban el desayuno. La dibujábamos como podíamos. Estiramos esa poca plata que nos dieron. Muy floja la predisposición y la relación de los que dirigen el club con sus empleados, con los jugadores, con nosotros. 

—A partir de la crisis que generó el coronavirus, se está hablando mucho de los ingresos de futbolistas y técnicos. Algunos resignan una parte de su salario, otros no. Para el imaginario social, un jugador está salvado.

—Es que no pasa por ahí. Yo puedo tener toda la plata del mundo, pero si no me pagan, me voy igual. Me gasté 120 mil pesos de mi bolsillo en Bolivia. Pagaba taxi, comida, galletitas para tomar mate en la merienda. El jugador o el técnico puede ser un millonario, pero si no le pagan se tiene que ir a la mierda. El tema es que en ese club no respetan ni le pagan a nadie: ni a los futbolistas, ni a los empleados, ni a los utileros. 

El jugador o el técnico puede ser un millonario, pero si no le pagan se tiene que ir a la mierda

—¿Y qué te decían los dirigentes?

—¡Nada! ¡Ni aparecían! Se fugaban, no atendían el teléfono, nada. Eso sí: para hacer daño estaban. Armaban operaciones de prensa para que yo reaccione y me enoje. Pero como me manejé con abogados, no lo pudieron hacer. El club está muy mal. Se que heredaron una crisis, pero no hicieron nada. Una realidad es la futbolística, en la que el equipo juega muy bien, y otra es la institucional, que está en la lona.     

—¿Cómo definirías tu paso por el fútbol boliviano?

—Futbolísticamente, maravilloso. Yo llegué y el club estaba inhibido, sin posibilidad de fichar, sin nada. Conocí a los jugadores unos días antes del primer partido. Después hubo una mejoría notable porque empezamos a ganar y ganar. Dejé al equipo a tres puntos del líder. Pero a nivel personal y contractual, pésimo. La pasé mal. Estaba lejos de mi familia, no me pagaban, hubo un desprecio hacia mí por parte de los dirigentes. No me contestaban los mensajes, y no dos días, 20 o 25 días sin responderme. No pagaban el hotel. En el hotel me querían retener la valija porque no pagaban. Me mandaron Migraciones. Obvio que lo analizaba: ¿qué hago acá? Pero tenía que cumplir algunos tiempos legales para hacer la demanda, y la FIFA me autorizó a que después del segundo mes me podía retirar.

Futbolísticamente me fue maravilloso. Pero a nivel personal y contractual, pésimo. La pasé mal. 

—¿Volverías a San José?

—Existe alguna chance siempre y cuando me paguen. Si me pagan, vuelvo.