Con el correr de los días, las medidas del Gobierno se fueron endureciendo y la sociedad fue tomando conciencia sobre la gravedad de la situación y la importancia que tiene cada individuo para no diseminar el virus. Pero hace menos de una semana todavía se discutía si correspondía o no parar el fútbol y en ese contexto se disputó la primera fecha de la Copa de la Superliga, donde Independiente recibió a Vélez en Avellaneda a puertas cerradas.
Ya con todo el plantel cumpliendo el aislamiento preventivo obligatorio, los dirigentes del Rojo se enteraron que en el hotel céntrico donde concentraron para ese partido se encontraba hospedado un grupo de coreanos que fue deportado días después por no cumplir la cuarentena obligatoria para todos los turistas procedentes de los países más castigados por el COVID-19.
Estos 21 asiáticos llegaron al país el miércoles 11 de marzo, luego de haber estado en la región de Atacama, situada en Chile, y tenían pensado seguir con su viaje como si nada pero fueron interceptados por la Policía Aeroportuaria (PSA) luego de que intentaran subirse a un avión hacia Misiones en Aeroparque con el objetivo de viajar a las Cataratas. Luego, el Ministerio de Seguridad de la Nación se comunicó con el Consulado de Corea para organizar un vuelo inmediato con destino a Corea del Sur.
Aunque ninguno de estos turistas presentaba en ese momento síntomas de la enfermedad, los médicos de Independiente alerta y les pidieron a los jugadores que avisen ante cualquier duda.
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