"Es el momento. Ahora o nunca. No podía lamentarme más". Magic Johnson regresó a la NBA con su equipo de siempre, los célebres Lakers de Los Ángeles. Poco después de terminar su entrenamiento en la cancha de la universidad de Loyola Marymount, Johnson ofreció una conferencia de prensa que fue televisada y retransmitida por radio para todo el país. Su capacidad de convocatoria volvió a ponerse de manifiesto. Con 36 años, infectado por el virus del sida y prácticamente alejado de las pistas desde octubre de 1991, Magic Johnson anunció su regreso para el partido frente a Golden State Warriors: "Es el momento propicio. El equipo juega bien y está consolidado. Creo que todavía puedo aportar algo a los Lakers", manifestó.
Horas antes, había firmado un contrato hasta final de temporada, por el que recibiría 2,5 millones de dólares. Magic Johnson volvía a mostrar su optimismo cuando los periodistas le preguntaban por su edad y su excesivo peso, comentó: "Tampoco Michael Jordan es el mismo de antes, pero todavía es el mejor. No tengo las mismas piernas de antes, pero tengo el juego en la cabeza. Y eso es lo que importa". Luego relató los pasos que ha dado hasta tomar la decisión de su regreso. "Cuando comencé a entrenarme con Nick Van Exel y Elden Campbell (base y alero de los Lakers), ellos me animaban a volver, pero yo me negaba. Más tarde hablé con Cookie (su mujer) y me decía que estaba harta de escuchar mis lamentos. La verdad es que estaba deseando regresar a las pistas. Me siento feliz".
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Su retorno se produjo en un ambiente menos crispado que en 1992, cuando también anunció su vuelta a la NBA, pero sufrió el rechazo de la mayoría de los jugadores, preocupados por el posible contagio del sida en un juego de contacto. "Esto ya no es un problema. David Stern [comisionado de la NBA] ha realizado un gran trabajo de educación. Los jugadores también han aprendido", señaló. Sin embargo, el miedo persistía en muchos jugadores. Armon Gilliam, alero de los Nets de Nueva Jersey, manifestaba su preocupación. "Tengo mi cuerpo lleno de arañazos y erosiones. ¿Quién me garantiza que no hay ningún riesgo", dijo Gilliam.
Magic ya había tenido problemas cuando fue seleccionado para Barcelona 92. Karl Malone, de los Jazz de Utah, fue el primero que puso reparos. Pero las cosas fueron cambiando y las grandes estrellas, con Malone a la cabeza, reconocieron que, si en 1991 hubieran sabido todo lo que luego conocieron sobre el sida, su actitud hubiera sido diferente. "No tengo ningún temor; si Magic cree que puede hacerlo, por mí, feliz; le deseo todo lo mejor", declaraba Jordan. Malone: "Me parece muy bien que vuelva, porque: ya no existe el temor que había al principio".
Antes de enfundarse la camiseta amarilla de Lakers, Johnson ha tenido algunas trabas que resolver. En primer lugar, estaba obligado a vender sus acciones de los Lakers, en torno a un 5%. La NBA impide a los jugadores en activo participar en el capital de los clubes. Poco antes de que Jerry West anunciara el contrato, Magic vendió todas sus acciones al doctor Jerry Buss, máximo accionista de los Lakers.
La vuelta de Johnson, celebrada con júbilo por la hinchada norteamericana, provocó al mismo tiempo algunas dudas sobre sus problemas médicos. Los doctores afirmaban que su salud está estabilizada desde su retiro en noviembre de 1991. Pero ninguno quería opinar sobre las consecuencias que tendría para Magic jugar asiduamente hasta final de temporada en una competición tan exigente como la NBA, con semanas de dos y tres partidos.
En la plantilla de los Lakers todos estaban felices con el regreso de Magic. Ninguno parecía acordarse de los improperios que les dedicó en 1994, tras su pésima experiencia como entrenador del equipo (ganó cinco partidos y perdió 11, y los Lakers ni siquiera se clasificaron para los play-offs). Magic había criticado duramente a sus jugadores, los mismos que luego lo recibieron con los brazos abiertos, convencidos de que con él volverían a ser el mejor equipo del Oeste. Cedric Ceballos, una de las estrellas de los Lakers, declaraba tajante: "Con Magic seremos una fuerza imparable; seguro que nuestros rivales ya están sufriendo".
Fuente: El País (archivo)
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