lunes 09 de diciembre del 2024

Bragarnik, el hombre que suma poder en cada receso

El empresario representa a más de cien futbolistas y tiene el control de muchos clubes de la Superliga. Su relación con Boca y Angelici.

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A veces, Daniel Angelici lo llama “El método”. Nadie sabe bien por qué y a muchos les causa intriga. En Boca reconocen que los ayudó mucho y que si no fuera por él, algunas ventas o compras hubiesen sido imposibles. “Es muy hábil para destrabar situaciones”, cuentan. Por lo general, las “situaciones” se destraban en su oficina de la calle Encarnación Ezcurra, en Puerto Madero, con un cuadro de Scarface que lo mira desde la pared. Afuera de ese escritorio tiene juegos para que los futbolistas no se aburran cuando hay que esperar. El hombre se encarga de todos los detalles: además de flippers y otros entretenimientos tiene tres cocheras, una para él y otras dos para los dirigentes, empresarios o jugadores que llegan hasta allí para firmar lo que después se publicará en los medios e ilusionará a los hinchas.

En ese rincón de la ciudad –las oficinas de Christian Bragarnik– se negocia un importante porcentaje de los pases del fútbol argentino. En cada receso, las idas y vueltas se intensifican y el poder de este representante queda en evidencia. Sin embargo, en este invierno, hubo dos razones por la que su premeditado perfil bajo se rompió: la polémica llegada de Mauro Zárate a Boca; y el deseo del presidente Mauricio Macri para que Jorge Almirón fuera el reemplazante de Sampaoli en la Selección. La lectura –un poco lineal, pero no por eso inválida– se hizo rápido: Macri-Angelici-Bragarnik-Almirón. Porque Almirón, como muchos de los principales técnicos argentinos, es uno de los representados del imperio Bragarnik, que tiene más de 100 futbolistas en su órbita de influencias.  

En Boca narran un ejemplo para entender cómo construyó su poder Bragarnik. Cuando el club se interesó por Ramón “Wanchope” Ábila, Cruzeiro lo había tasado en cinco millones de dólares. En Belo Horizonte no querían moverse de esa cifra. Pero después, como los brasileños debían varias cuotas, Bragarnik intervino en la negociación. ¿El resultado? Boca compró la mitad de su pase en un millón y medio de dólares. “No es que tenga influencias en nuestro club. Nosotros lo buscamos por negociaciones puntuales, y él se lleva un porcentaje acordado”, explican. “La verdad, nunca tuvimos un problema. Se maneja bien”.

Allá y acá. Boca terminó de acomodar una vidriera que Bragarnik empezó a darle forma con Diego Cocca y Gustavo Bou, dos de los pilares en los que se basó el Racing campeón del torneo de 2014. Porque hasta allí, hasta ese #RacingPositivo que festejó por su atropellada final, Bragarnik era un representante que se movía con comodidad en la patria baja del fútbol doméstico. Su poder estaba anclado en Defensa y Justicia, Arsenal y Godoy Cruz. Ocasionalmente, en algún otro. Hoy, de esos tres, sólo sigue vinculado al club de Florencio Varela. “Nos une una gran amistad. Y sí, le da un asesoramiento al club, con contrataciones. Es una excelente persona. Y dentro de la gente que está en el fútbol, es de los más normales”, le dice a PERFIL el presidente de Defensa y Justicia, José Lemme.

Bragarnik nació en Liniers, es hincha de Vélez y en los noventa, cuando Settimio Aloisio y Gustavo Mascardi ocupaban el rol que hoy ocupa él, era mediocampista de JJ. Urquiza y Yupanqui. Jugaba al fútbol –“hice lo imposible por cumplir el sueño”, le contó al diario La Nación en 2016– mientras trabajaba en un supermercado chino o en un videoclub. Ahí, entre la pasión y el deseo de llegar, fue que empezó a construir su carrera empresaria: en tiempos en que Internet era para privilegiados y Youtube no existía, Bragarnik le ofrecía a Carlos Bianchi y a sus salieris –Carlos Ischia, Osvaldo Piazza– un resumen en videocassette de futbolistas. De esos cassettes artesanales, muchas veces, surgía el interés de Vélez para incorporar algún refuerzo.

“Tiene amores y odios, como todo hombre del fútbol”, le cuenta a este diario uno de sus colegas. Y agrega: “Hay dirigentes que quieren que llegue, y otros que no. Porque muchos creen que si aterriza en sus clubes van a perder fuerza y poder. Él viene, trae al entrenador, a muchos jugadores, y empieza a disputar el protagonismo”.

Eso está pasando en Córdoba, donde Bragarnik dejó su huella en este invierno. En la misma semana colocó a los técnicos Juan Pablo Vojvoda en Talleres y a Lucas Bernardi en Belgrano. También lo hizo en Tucumán, la provincia en la que el representante se alió a Roberto Sagra, flamante presidente de San Martín de Tucumán, por un enlace que facilitó Angelici. Sagra, como el máximo directivo de Boca, es dueño de bingos en el norte argentino. San Martín es un territorio fértil para Bragarnik: el club necesitará refuerzos para mantener la categoría. Y como pasa con la mayoría, lo llamarán. Él resolverá cómo y a quién designar. Scarface lo estará mirando en la pared de su oficina.

Esta nota fue publicada en la Edición Impresa del Diario Perfil.