viernes 29 de marzo del 2024

Diego, Bati, Bernardo y el Mundial de rugby

Un texto médico de 1700 hablaba sobre las "enfermedades de los trabajadores". Tres casos recientes que se aplican al deporte.

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Cuando Bernardo Ramazzini escribió, allá por el 1700,  su libro morbis artificum diatriba, conocido en castellano como “enfermedades de los trabajadores”, los buenos deportistas no recibían paga alguna por patear una redonda o ruckear con la ovalada. Eran tiempos donde el deporte, tal y como lo conocemos hoy, no existía y donde sólo los miembros de las clases altas podían darse el lujo de considerarse “deportistas” practicando una actividad no remunerada.

A lo largo de sus 41 capítulos, la obra cumbre de Ramazzini, se ocupa de diferentes profesiones: los mineros y los químicos, los bataneros que movían el batán para limpiar la lana, las nodrizas, las tejedoras, los sepultureros, panaderos, joyeros e, incluso, los “hombres de letras”. Hasta de la patología de las monjas de clausura, que vivían encerradas en monasterio, se encargó el bueno de Bernardo. Por eso estoy convencido que las enfermedades de los deportistas lo hubiesen cautivado.

Probablemente, como nos cautivan a nosotros Los Pumas que ya llevan varios días en Japón, en la cuenta regresiva para el Mundial de rugby. El debut del seleccionado argentino será el sábado 21, frente a Francia. Justo el mismo día que debuta el bicampeón neozelandés, contra Sudáfrica, con una ausencia llamativa.

“Estoy devastado por perderme la Copa del Mundo - dijo el All Black, Luke Jacobson - pero entiendo completamente que esta decisión se ha tomado para cuidar mi salud”. Sorpresivamente, cuando nadie se lo esperaba, el joven tercera línea de Nueva Zelanda que estaba llamado a ser una de las revelaciones del Mundial Japón 2019, fue dado de baja tras haber presentado signos y síntomas de conmoción cerebral.

“Tenemos el deber de cuidar a nuestros jugadores y la salud de Luke es lo más importante, por encima de cualquier otra cosa. Es joven y con una carrera muy prometedora por delante. Estoy seguro de que tendrá la oportunidad de jugar en otras Copas del Mundo”, señaló Steve Hansen, entrenador del vigente bicampeón mundial, al momento de presentarse en conferencia de prensa para confirmar su baja.

El vínculo entre conmociones cerebrales durante la práctica deportiva y problemas de salud mental después del retiro activo del deporte está científicamente comprobado. También el mayor riesgo de depresión y suicidios en esta población una vez que se convierten en jóvenes jubilados del deporte.

“¿Cómo puedo ahora sentarme aquí, frente a ti, y reconocer que hace unos cuantos años, el día previo a la Navidad, embestí de frente a un camión de 10 toneladas, a 60 millas por hora, y sigo aquí sin haberme roto ningún hueso” declaró hace un lustro, el ex futbolista Clarke Carlisle a la CNN Sport sobre su accidente ocurrido en 2014.

La drástica decisión tomada por los All Blacks con Jacobson es una muestra de época en que vivimos donde el vínculo de causalidad entre traumas craneoencefálicos y salud mental es de los pocos que se tiene realmente presente en el alto rendimiento. Hay otros, en otros campos, no podemos pensar que es lo único.

“Prevalence of knee pain, radiographic osteoarthritis and arthroplasty in retired professional footballers compared with men in the general population: a cross-sectional study” es un artículo de Gwen Sascha Fernandes publicado en 2018 en el British Journal of Sports Medicine que relaciona dolor, artrosis y prótesis de rodillas, comparando población normal con exfutbolistas. La proporción, al llegar entre los 55 y los 70 años, se cuadriplica en profesionales.

Muy en relación con el tema, fue noticia Gabriel Omar Batistuta en la semana al ser operado en una clínica suiza para colocarse una prótesis, en este caso no en la rodilla sino en su tobillo.  “Espero ahora no tener dolor cuando estoy sentado y después poder caminar, esquiar o jugar un poco al golf. Va a ser lo mejor, la intención es sacar el dolor”, argumentó. Todos sabíamos que le costaba convivir con el dolor.

¿Qué es hoy Maradona? Se cuestiona Alejandro Wall,  en un excelente artículo publicado en la Revista Anfibia por su debut como entrenador de Gimnasia, lejos de aquel “Diego virtuoso, espléndido, el que dominaba la pelota en el aire, de taco, de cabeza, con el muslo, con la punta de los botines negritos y desatados”. Y ahí mismo se responde, en las líneas siguientes “este es el Diego al que le cuesta caminar, el que arrastra la eeeeee, el que sonríe con dentadura Odol.”

Ya nos acostumbramos a verlo así, tan vulnerable, y lo seguimos queriendo por lo que nos dio pero ¿es normal que el mejor jugador de todos los tiempos no pueda siquiera realizar el simple acto de bipedestación humana y que a los cincuenta y ocho años tenga una prótesis de rodilla? A Maradona no es que le cuesta caminar, afortunadamente camina.

Con un buen estilo literario y un examen minucioso de los factores causales, Bernardo describió hace trescientos años en su manual a la totalidad de las afecciones profesionales que existían antes de la Revolución industrial. Para hacerlo, visitó lugares de trabajo y charló con los operarios, venciendo los prejuicios de sus colegas médicos de aquella época que consideraban vergonzoso reunirse con el pueblo trabajador. Así redactó un texto histórico que además de describir las patologías se focalizaba en prevenir y disminuir los efectos de la exposición a agentes perjudiciales.

Ramazzini murió en Padua (Italia) en 1714 pero si viviese hoy, lo imagino mirando el domingo debut de los Azzurri contra Namibia en el mundial de Japón, visitando al “Bati” en Suiza que le quedaba cerquita, parlando en italiano con el Diego y escribiendo un manual con las innumerables patologías del deporte de alto rendimiento. Seguro tendría material para rato.