miércoles 13 de noviembre del 2024

Argentina desafía a la estadística

Con Di Stéfano, Maradona y Messi, el país tiene a tres de los cinco mejores de la historia. Aun, pese a tener menos habitantes que las potencias.

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Se trata de revelaciones concatenadas. ¿Por qué un país como la Argentina se convierte en la tierra sagrada del fútbol? El encumbrado Lionel Messi es la última gran aparición. El elemento más cercano en el tiempo de la tríada de oro que completan Diego Maradona y Alfredo Di Stéfano. No es soberbia chauvinista: el altar del fútbol mundial tiene sede central en Argentina. Como evidencias, tres número uno, tres top five. Dicho así, dos sentencias que aplican al tenis. Para el fútbol son tres de las cinco estrellas que más brillaron en la historia de un deporte al que el escritor mexicano Juan Villoro le dedicó un libro: Dios es redondo. Los otros dos del ránking de los cinco mejores son Pelé, brasileño, y Johan Cruyff, holandés. Es la subjetividad antojadiza para establecer criterios. Aunque cierto consenso mundial avala los nombres que aparecen en esta nota.

Villoro invita a pensar con el título. Podría caerse en la siguiente tentación: si la historia occidental se divide por el nacimiento de Cristo, la del fútbol es A.DS. y D.DS. (antes y después de Di Stéfano). El argentino que brilló en el mejor Real Madrid (1955/60) que haya existido rememora sus comienzos: “Cuando terminaba mis clases me iba a jugar a la pelota a un sitio que estaba junto al colegio de la Misericordia. En muchas ocasiones el balón iba a parar ahí dentro, y un día salió una monjita y me dijo: ‘O haces la Comunión o no te devuelvo la pelota’. Y la hice, vaya si la hice. Hasta mi madre se sorprendió, porque jamás había mostrado interés por recibirla”. No es la única referencia mística. ¿O acaso no lo es la mano de Dios? Diego lo hizo. ¿Y Messi? La Pulga es el milagro. Un jugador enano que tuvo que inyectarse somatropina en los muslos desde chico para torcer lo imposible. Sin que Newell’s pudiera afrontar su tratamiento para estirarse, el Barcelona fue su paraíso. En diez años creció 37 centímetros. Su elevación a los cielos del fútbol no podría medirse con semejante precisión. Sirven para tomar medidas algunas palabras. De él habló Carlos Bianchi, el que tenía el celular de Dios: “Messi es mejor que Maradona y Pelé”.

La tierra. ¿Qué hace que un país tenga a tres de los mejores de la historia del fútbol? Que los tres hayan sido los que marcaron sus épocas. Tres jugadores vanguardia nacidos en un país con tradición futbolística, pero sin una gran densidad de población; hoy cuenta con 40 millones de habitantes, menos que Italia, Alemania, Brasil, Inglaterra, Francia y España, todos campeones del mundo. El único país que ganó Mundiales y que tiene menos habitantes que Argentina es Uruguay. La cantidad es importante, aunque no asegure que en la bolsa se encuentren a los elegidos. Cuando asumió como entrenador de la Selección de fútbol de China, el serbio Bora Milutinovic reflexionó: “Entre 1.300 millones tengo que encontrar once buenos jugadores de fútbol”. Finalmente, China se clasificó para disputar su único Mundial, el de Japón-Corea 2002.

Ficción. En el cuento Campitos, Juan Sasturaín describe como personaje principal a un ingeniero agrónomo que detecta las cualidades de los jugadores de acuerdo con el lugar de nacimiento; las variables son el tipo de superficie y el clima.

—¿De qué año es ese petisito, el marplatense?

—Clase cuarenta y uno; tiene edad de séptima.

—¿Y de qué juega?

—El dice que de cuatro. Pero no sirve.

El agrónomo anotaba y volvería al día siguiente con la precisa:

—Es ocho. El no lo sabe, pero ponelo, que es ocho.

Y era nomás.

—¿Cómo sabés?

—Son años –lo eludía Campitos.

La ficción permite jugar con más elementos. Si fuera por las referencias geográficas y algunos lugares comunes podrían encontrarse explicaciones. Maradona surgió de Villa Fiorito, el potrero; Di Stéfano de Barracas, el barrio con impronta de arrabal. Messi, en Rosario, uno de los tres sitios de Argentina que, en relación con la población, aporta más jugadores a Primera.

Con o sin vuelta olímpica. Pelé y Maradona son los únicos del ránking elaborado por PERFIL que ganaron algún Mundial. Di Stéfano ni siquiera llegó a disputar una Copa del mundo con la Selección. La corona se le concede, principalmente, por ser el emblema de un Real Madrid más galáctico, incluso, que el de Zinedine Zidane y compañía. En la marquesina de aquella Casa Blanca sobresalía Di Stéfano por encima de Puskas, Gento y Kopa. Maradona se consagró como el mejor en México ‘86, cuando tenía 25 años. En su partido “sobrenatural” convirtió el gol más fantástico de los Mundiales. Con la misma edad de esa versión de Diego, Messi toma la posta de la leyenda. Argentina es una gran fábrica de superhéroes con pelota, más allá de cualquier explicación terrenal.

“La monjita tendría por aquel entonces 20 o 21 años, y pasado mucho tiempo tuve ocasión de saludarla. Tendría entonces 70 años y el encuentro fue muy emotivo: había seguido mi carrera y me había visto triunfar en el fútbol”. Lo contó Di Stéfano, con ojos vidriosos.

Quieren ser héroes

Me parece natural que la Argentina produzca los mejores futbolistas. Hablamos de tres delanteros muy talentosos (Di Stéfano, Maradona, Messi) y con una dimensión romántica. Quiero decir que, más que los brasileños, estos jugadores me dan una impresión de autenticidad, mezclan la elegancia con la sobriedad. El fútbol es mucho más importante en la Argentina que en Francia, y supongo que debe ocurrir porque es un medio de mejorar su vida y de volverse un héroe.

*Jean-Baptiste Renet, Del diario L’Equipe, Francia.

La calle enseña

En la Argentina todavía se mantiene la cultura de jugar a la pelota en la calle o en canchas precarias, lo cual implica que los chicos aprenden a dominar la pelota bajo condiciones difíciles. En la Europa de hoy se ven muy pocos chicos jugando en la calle. La mayoría lo hace en clubes donde los entrenadores suelen darle más importancia a lo colectivo que a la virtuosidad de un solo jugador. Puede ser por eso que los argentinos se destaquen más por su individualidad.

*Kai Behrmann, Del diario Die Welt, Alemania.

Sienten el fútbol

No es casual que estos tres cracks hayan salido del mismo país. Probablemente, sí haya otras sociedades que masquen tanto fútbol, no más, que la República, pero no hay muchos países donde el fútbol se juegue tanto y se sienta tanto. Además, en Argentina se ha jugado siempre en la calle, y, cosa que ya no pasa en España, por ejemplo, el potrero sigue existiendo. Eso, a la hora de depurar la técnica, es una ventaja en un fútbol cada vez más mecanizado.

*Juan castro, Del Diario Marca, España.

Son dos de tres

La discusión nunca fue entre cinco, sino entre dos: Maradona y Pelé. Hasta hoy, porque otro jugador se metió en esa conversación. ¡Y también es argentino! Es que Messi ya se codea con ellos. Por eso, no creo que Argentina se deba enorgullecer de tener tres de los cinco mejores de la historia como propone PERFIL (que no creo que sea así), sino por tener dos de tres. Nada mal...

* Ben Lyttleton, De The Guardian, Inglaterra.

(*) Esta nota fue publicada por la verisón impresa del Diario PERFIL