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La Copa Davis se hizo desear como pocas cosas en la historia del deporte argentino y por eso los festejos fueron (y todavía son) de acuerdo a semejante espera.
No bien terminó el partido que Delbonis le ganó a Karlovic para dar vuelta la serie y tocar el cielo con las manos, el azuleño rompió en llanto y la emoción invadió a todos sus compañeros y al cuerpo técnico. Luego, ante la multitud de croatas que llenaron el Arena Zagreb, y esos casi dos mil argentinos que alentaron sin parar, llegó el momento tan esperado: la vuelta olímpica de un grupo de jugadores que escribió la página más gloriosa del tenis argentino.