jueves 25 de abril del 2024

El fútbol y la pastillita azul

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“En la altura, la pelota no dobla”, dijo el actual presidente de River, en ese momento entrenador de la selección nacional, con el fin de justificar la derrota por Eliminatorias, ante Ecuador, en Quito. Daniel Alberto Passarella no abundó en más detalles, dado que el atípico movimiento del balón, no es la única variante del “fútbol de altura”, pero es la de más sencilla observación. Hay otras variantes que afectan a los equipos que van a jugar a la altura pero son individuales de cada jugador, tienen que ver mucho con el físico pero también con la cabeza.

Para esa misma época, un grupo de investigadores de Pfizer que poco tenían que ver con fútbol de altura, buscaban una droga para atenuar la hipertensión arterial. Ellos jamás imaginaron que su trabajo los llevaría a la fama y que se aplicaría en distintos campos. Su invención, el sildenafil (un componente químico perteneciente a la familia de las pirazolopirimidinas), se hizo popular primeramente por modificar los hábitos sexuales de la sociedad pero a tal punto llegó su utilidad, que también trascendió por su uso como tratamiento para el “Mal de Altura” en el montañismo y, en la actualidad, como suplemento ergogénico para el alto rendimiento.

En los laboratorios de Dover (Inglaterra), David Roberts y Simon Campbell, diseñaron la droga con fines antihipertensivos que tiempo después tomó color azul y se hizo masivamente conocida como viagra. Los ensayos clínicos en el Hospital de Morriston de Swansea (Gales) demostraron que el sildenafil no alcanzaba estándares aceptables para combatir la hipertensión pero tenía, insospechados y altamente gratificantes, efectos colaterales.

Tan insospechados y gratificantes fueron esos efectos colaterales que el sildenafilo  (compuesto UK-92,480) en pocos años comenzó a comercializarse para tratar la disfunción eréctil y, meses después, para combatir la hipertensión arterial pulmonar (el flujo sanguíneo que va desde el ventrículo derecho al pulmón y vuelve con sangre oxigenada hacia la aurícula izquierda). Como era de esperarse, inmediatamente la pastillita azul se convirtió en un gran éxito en ventas para Pfizer, que en menos de dos años facturó más de mil millones de dólares con su sorprendente descubrimiento.

A ciencia cierta, no está claro quién fue el precursor de su uso en el ámbito del deporte profesional pero, desde hace un par de años, su utilización se ha popularizado en diferentes competencias, especialmente en las ligas de béisbol y de fútbol americano en los Estados Unidos. La Agencia Mundial Antidopaje (WADA) en su último comunicado sobre el tema en el año 2008, se dio por notificada sobre el efecto beneficioso para el rendimiento deportivo en altitudes elevadas, pero adujo que no prohibía su uso porque estaba llevando a cabo estudios específicos para conocer su verdadero efecto a las alturas habituales de competencia. Por el momento, no hubo noticias sobre las investigaciones coordinadas por el ente y el compuesto sigue por fuera de la lista de prohibiciones.

En el fútbol, el viagra, ya ha sido utilizado con anterioridad en muchas oportunidades. En el continente, han sido renombrados los casos de equipos brasileños (Gremio por ejemplo) que lo utilizaron al ir jugar en la altura de Bolivia o Perú. Ahora, el tema cobró nuevamente notoriedad cuando el entrenador argentino Ángel David Comizzo (de Universitario de Lima) comunicó que iban a utilizarlo en su visita al Cienciano, en la altura de Cusco (alrededor de 3300 mts sobre el nivel del mar), por el campeonato peruano.

Jugar en la altura fue de las peores sensaciones sentidas: al principio parece que está todo bien, pero después del primer pique, da la sensación de que no hay forma de recuperarse del esfuerzo. La percepción de falta de aire se va acumulando con el transcurso del partido y cuando concluye el juego el nivel de exhaustitud es único e indescriptible, como si hubiera durado el doble de tiempo.

Los equipos de elite, previo a disputar un partido de estas características, testean la reacción de los jugadores a la altura a través de ergometrías dentro de cámaras hipobáricas que simulan los efectos gaseosos de la altura (menor presión de oxígeno). El que mejor reacciona ante esas condiciones, tiene mayores posibilidades de rendir correctamente durante la competencia.

Vaya uno a saber por qué motivo, luego de tanta alharaca mediática, a último momento, el conjunto limeño desistió de utilizar el medicamento. Desafortunadamente, tuvo la desgracia de que le empataran el partido (1 a 1) faltando un par de minutos para el final del juego, justo en los momentos donde se incrementa la sensación de ahogo y fatiga por la hipoxia. Es creer o reventar pero para obtener buenos resultados en el fútbol es imperioso estar activo, atento y poder levantar la cabeza.