viernes 26 de abril del 2024

Pizzi y Pep, amigos y compañeros de banco

El flamante entrenador del Ciclón, que hoy debuta ante Godoy Cruz, hizo el curso de DT con Guardiola y jugaron juntos en el Barça.

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José Del Solar estaba sacado. “¡¿Me hiciste venir a la Argentina para dirigir sólo tres partidos?! ¡¿Cómo es esto?!”, increpó a Juan Antonio Pizzi. Ese 28 de febrero de 2005, un secretario de Colón los acababa de llamar por teléfono para informarles que el club los había despedido después de tres partidos (derrotas con Racing, River, Arsenal). Era la presentación de Pizzi –que ya había probado suerte en el polo y en la representación de futbolistas– como entrenador.

“Imaginate –le contó en noviembre a El Gráfico– que yo había empezado a seguir las categorías inferiores del Barça, saqué a los chicos del colegio, me vine a radicar a Santa Fe y a los tres partidos me rajaron. Increíble.” Desilusionado, volvió a España, y el 13 de junio, se presentó en la Ciudad de Fútbol de Las Rozas, Madrid: iba a cursar el nivel 1 de la carrera de entrenador de la Real Federación Española (RFEF).

Ese día, Josep Guardiola aterrizó en Madrid. Venía de Qatar, donde jugaba para el Al-Ahly, y también iba a participar del curso.

Entre Pep y Mou. Cuando asumió en marzo de 2010 como entrenador del Carabanchel, un equipo amateur de España, Germán Burgos dijo al diario As: “En mi curso estaba Guardiola”. Pero de inmediato confesó, entre risas: “No, no, Guardiola no estaba”. Pizzi, en cambio, puede presumir de que en su clase sí estaba.

En total, eran 35 ex futbolistas: 12 de ellos habían jugado en el Barcelona (incluido Pizzi, entre 1996 y 1998). Para participar del curso, de apenas un año, debían reunir dos requisitos: mínimo, ocho temporadas como futbolistas de Primera División, y cinco partidos con España. Pizzi los reunía: había jugado en esa selección entre 1994 y 1998, con ocho goles en 22 partidos, y hasta había disputado la Euro de 1996 y el Mundial de 1998.

El nivel 1 iba a constar de 455 horas, con materias –por ejemplificar– como Bases anatómicas y fisiológicas del deporte, Primeros auxilios e higiene, Bases psicopedagógicas de la enseñanza y el entrenamiento, Fundamentos sociológicos, Organización y legislación, Técnica individual, Táctica y sistemas de juego, Reglas, Seguridad deportiva, etcétera. El promedio, al final del curso, fue de ocho.

Pizzi, que era amigo de Guardiola (sus esposas, entre ellas, todavía lo son) pero que no habla con él (“por las distancias”) desde 2008, recordó en diciembre en una entrevista con el diario catalán Sport: “Pep estaba haciendo el curso, pero no se sabía si iba a ser entrenador”. Evaluó en El Gráfico: “No siempre los buenos alumnos después son buenos entrenadores, pero en el caso de Pep, ya como jugador se notaba el gusto que tenía por el fútbol, su ideología”.

“Pero creo –explicó en la revista digital NOS– que a veces se marcan diferencias que no son así. No hay mucha distancia entre la ideología de distintos entrenadores que aparecen, sin embargo, en polos opuestos. No creo que Mourinho tenga una ideología distinta a la de Guardiola. Por más que tengan planteos tácticos diferentes.”

Pizzi y Guardiola jugaban en el Barcelona cuando Mourinho era el traductor del inglés Bobby Robson y, más tarde, el ayudante de campo del holandés Louis van Gaal (el entrenador al que más admira Pizzi). “Por ahí –le dijo a El Gráfico– Robson nos daba un speech de un minuto en la charla técnica, todos más o menos entendíamos lo que quería decir, lo miraba a Mou para que tradujera, y Mourinho nos miraba y decía: ‘Hay que correr más’. Así, cortito. Simplificaba todo en un breve concepto.”

No bien terminó el curso de entrenador, Guardiola asumió en el Barcelona B, la estación previa a la historia. Pizzi, en la Universidad San Martín de Porres, de Perú. Dirigiría, después, a Santiago Morning y Universidad Católica, de Chile, y a Rosario Central en la B Nacional. Hoy se presenta como entrenador de San Lorenzo.

Equipo que no va a (intentar siquiera) jugar como el Barcelona. Pizzi no come vidrio: “Te da impotencia verlo jugar. Hace las cosas que todos queremos poner en práctica con nuestro equipo y resulta que después vamos al campo a entrenar y nos encontramos con la cruda realidad: que es imposible repetir la mayoría de las cosas que hace ese Barcelona.”

(*) Esta nota fue publicada en la edición impresa del Diario PERFIL.