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El cruce se gritó como un gol en el Corinthians Arena. A segundos del final del período reglamentario, el "Jefe" del mediocampo argentino Javier Mascherano barrió con alma y vida el balón ahogando el tiro -a quemarropa de Sergio Romero- de Arjen Robben.
La jugada resumió el espíritu del volante del Barcelona, que junto a Biglia batallaron durante los 120 minutos con fiereza para mantener el equilibrio del medio.
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