martes 19 de marzo del 2024

Argentina-Uruguay y el negocio que todo lo puede

La figura de Lionel Messi logró la venta más rápida de una cancha completa en toda la historia de Israel.

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En Tel Aviv no se escuchan los misiles ni llega el eco de las bombas, pero todos saben que existen. Son apenas unos cientos de kilómetros los que separan a una de las principales ciudades de Israel de la región que vive en continua tensión y que en los últimos días se vio particularmente afectada por una nueva escalada de violencia. Y aunque estos conflictos no suelen repercutir en el día a día, aunque el paisaje de la ciudad esté muy lejos de ser el escenario caótico que imaginamos cuando pensamos en esa zona del planeta, es imposible que sus habitantes puedan separarse por completo de esa realidad. “Sabemos que estamos a salvo, pero nos afecta emocionalmente”, explicó Gabriel Burstein, el DT argentino que tomó el desafío de dirigir al combinado femenino de aquel país, en el que vive desde hace 25 años.

En ese contexto, la selección argentina se enfrentará a Uruguay en el moderno estadio de Bloomfield, y la expectativa es total: las 29 mil localidades se agotaron en menos de dos horas. En un territorio donde la liga local no mueve demasiado y son pocos los equipos que pueden atraer a esa cantidad de gente, la figura de Lionel Messi logró que se produzca la venta más rápida de una cancha completa en toda la historia de Israel.

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El fútbol tiene el enorme poder de volverse lo más importante hasta en el entorno más impredecible. Durante estas semanas, los medios de comunicación le dedican buena parte de su programación y sus páginas al duelo sudamericano, y son miles los fanáticos de ambos combinados que esperan ansiosos por ver de cerca a sus lejanos ídolos. De hecho, muchos ya se organizaron para llegar juntos y llenar de color las tribunas. El partido se empezó a vivir desde hace mucho tiempo y también es injusto jugar con la ilusión de los hinchas. Pero el negocio todo lo puede. De la misma manera que vende el morbo de mostrarle a Occidente la imagen de un Israel completamente inmerso en la violencia, también vende el nombre de Messi en una camiseta. Solo así se explica que las federaciones se empecinen en llevar un partido de fútbol a una zona de enorme inestabilidad y potencial peligro, de exponer a los jugadores poco más de un año después de aquellas amenazas que obligaron a suspender el partido ante el local que iba a disputarse en Jerusalén, en la previa del Mundial de Rusia. “No nos sorprende, es la misma razón por la que FIFA también se empecinó en confirmar una Copa del Mundo en Qatar”, analizó Burstein en diálogo con PERFIL.

Tanta fue la tensión que se vivió en torno a este partido que los organizadores tuvieron que esperar hasta último momento la respuesta definitiva de Uruguay, la parte menos convencida en disputar este juego en Tel Aviv. Es innecesario y absurdo que dos planteles profesionales, con escaso tiempo para trabajar y aceitar el funcionamiento pensando en la competencia oficial, tengan que modificar sus itinerarios en relación con circunstancias extradeportivas. No suena lógico que tanto Lionel Scaloni como el Maestro Tabárez tengan que adaptar sus planificaciones a cuestiones que nada tienen que ver con lo que pasa adentro de una cancha.

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Pero si el fútbol es el negocio de unos pocos, que por lo menos sea el escape de unos cuantos. En el duelo de mañana, una de las tribunas del estadio será ocupada por una gran cantidad de chicos y chicas de diferentes religiones: judíos, musulmanes y católicos, todos ellos participantes de diferentes programas de fundaciones y ONGs, que buscan integrarlos a través de este tipo de acontecimientos. Este proyecto reúne tanto a israelíes como a palestinos, en pos de la paz y la integración de ambos pueblos. Muchos de ellos vendrán desde las zonas más castigadas para vivir la fiesta de la pelota y cumplir su sueño. Cuando el partido termine deberán volver a sus casas y seguir con sus vidas, pero este fútbol tan manoseado como apasionante logrará arrancarles más de una sonrisa y abstraerlos, aunque sea por noventa minutos, de una realidad que solo puede opacar el deporte más importante del planeta.

Esta nota fue publicada en la Edición Impresa del Diario Perfil.