sábado 20 de abril del 2024
A 25 años

Argentina campeona del mundo en Qatar: el segundo equipo de José

El 28 de abril de 1995, el seleccionado juvenil que comandaba Pekerman recuperaba la gloria tras 16 años.

Nadie imaginaba en la ciudad boliviana de La Paz lo que iba a empezar allí. Aquel 10 de enero de 1995 arrancó un ciclo único e irrepetible. Néstor José Pekerman debutó conduciendo el seleccionado argentino juvenil Sub 20 que inició su camino en el torneo Sudamericano venciendo 2-0 a Perú en el estadio Hernando Siles. Un gol de Leo Biagini y otro de Ariel Ibagaza abrieron el camino para el nuevo equipo albiceleste.

Argentina ganó su grupo y en la ronda final solamente perdió contra Brasil (2-0) quedando al borde del título, pero clasificándose para disputar el mundial de Qatar, que se jugaría en el mes de abril. El equipo se había consolidado y la bronca que quedó en la derrota ante un Brasil superior que tenía al zurdo Ze Elías como gran figura, vendría bien para el futuro.

Pekerman conducía junto con su ayudante Hugo Tocalli, su preparador físico Gerardo Salorio, el médico Donato Villani y el recordado kinesiólogo Raúl Lamas. La formación del plantel tuvo algunas deserciones, siendo la ausencia de Marcelo Gallardo la más famosa, porque el actual entrenador de River era también titular en el equipo millonario que luchaba por ganar la Copa Libertadores. Pese al pedido de todos, el Muñeco no fue cedido y se quedó sin jugar el Mundial.

La Argentina se tuvo que amoldar como los otros participantes (16 equipos divididos en cuatro zonas) al calor, a las costumbres del lugar y a un nivel de vida lujosa que estaba lejos de lo que se conocía. El 13 de abril se produjo el debut en Doha frente a Holanda y después de un choque parejo, el delantero Andrés Garrone hizo el gol sobre la hora para el festejado 1-0.

Los dos partidos restantes fueron configurando el equipo titular, que debió modificar su formación inicial cuando se fracturó el zaguero Diego Crosa (Newell’s) que obligó al ingreso de Federico Domínguez, pasando Juan Pablo Sorín al puesto de central izquierdo. El trío Larrosa-Juan-Ibagaza era casi inamovible en el medio y Gastón Coyette se quedó con el lugar de un cuarto mediocampista ofensivo, socio inevitable de Ibagaza, compañero en Lanús desde las inferiores.

Adelante se lucían Leonardo Biagini y Francisco Guerrero, pero tanto Garrone como Arangio y Cristian Chaparro siempre estaban listos para hacer su parte. Llegó la caída ante Portugal por 1-0 en un partido durísimo y finalmente, la ansiada clasificación con el 4-2 a Honduras y un rendimiento superlativo de Sebastián Pena, que hizo tres goles siendo zaguero central.

Llegó el momento del mano a mano en los cuartos de finales y el peligroso Camerún –que le había hecho seis goles a Chile tres días antes- no asustó a nadie. Victoria por 2-0 y anotaciones de Guerrero y Coyette, una en cada tiempo. Para las semifinales, España había aplastado a Rusia por 4-1 y era el próximo rival, con un grupo de talentosos jugadores que cumplirían exitosas campañas profesionales más adelante: De la Peña, Roger, Raúl González (ídolo del Real Madrid), Joseba Etxeberría y Morientes, nada menos.

El primer tiempo fue un concierto español de toques y audacia ofensiva que no llegó a establecer una ventaja porque Joaquín Irigoytía se atajó todo y Leo Biagini redondeó un avance argentino venciendo a López Vallejo. El rápido gol de Coyette deprimió a los españoles y el tercer tanto de Chaparro coronó la fiesta. Fue 3-0, inesperado pero contundente.

La final se jugó el 28 de abril en el estadio Al Khalifa de Doha, con sus sillones mullidos para buena parte del público, la prohibición dejada de lado de que pudiesen asistir las mujeres porque habían llegado a la capital qatarí las madres y padres de los jóvenes jugadores y no podían no tener lugar en el estadio. Brasil llegaba invicto, con cuatro triunfos y un empate, aunque le había ganado con mucha suerte a Portugal, que parecía tuvo mejor juego pero no pudo marcar. El público (casi 40 mil personas) convirtió a la Argentina en su favorito: una situación un poco extraña, tomando en cuenta cómo se admira al fútbol brasileño en todo el mundo. Era 1995 y hacía un año se había producido el dóping de Diego Maradona en los Estados Unidos y la gente lo había convertido a Diego en un ídolo masivo en Qatar. La imagen de Ariel Ibagaza, el conductor del equipo argentino, morocho, retacón y habilidoso,  lo puso en órbita como el nuevo Maradona y así lo entendieron los árabes y los muchísimos bengalíes presentes en Doha.

A los 26 minutos, una combinación entre Biagini y Coyette por el sector izquierdo del ataque terminó en el ingreso del delantero de Newell’s que cruzó un zurdazo esquinado sin que Fabio pudiese hacer nada. Fueron seis o siete toques que desarticularon a la defensa rival y le dieron al equipo de Pekerman una ventaja merecida.

Dominio brasileño, un par de llegadas netas, alguna atajada de Irigoytía y por fin, a siete minutos del final, la ratificación del triunfo. Llegó con un quite de Ibagaza sobre Ze Elías en media cancha, el cambio hacia la izquierda para Arangio y el pase del chico de la Academia buscándolo a su socio de Independiente, Panchito Guerrero, que ingresó por la derecha sin marca. Dejó picar la pelota, esperó la salida desesperada de Fabio y la tocó por arriba con la precisión milimétrica que se necesitaba para que la pelota entrara pegadita al palo izquierdo del arco brasileño.

No quedaba tiempo para más, solamente para celebrar la victoria y recuperar el título juvenil después de 16 años. En 1979, César Menotti logró con Diego Maradona, Ramón Díaz y un buen equipo que ganaran la Copa Juvenil en Japón ante la Unión Soviética. Sería el inicio de un ciclo que se mantendrá bien alto por lo que hicieron los distintos planteles y lo que generaron José Pekerman y sus compañeros. Profesionalismo, tranquilidad, humildad, conocimientos, audacia, cautela, todo junto en un cóctel único en la historia de los pibes argentinos en el fútbol mundial.

Pasaron 25 años de aquella maravillosa noche de Doha, en Qatar. Una caricia muy cálida y extensa para tantos formadores de jugadores, tantos maestros que encontraron la síntesis en un grupo de hombres preparados para hacer realidad el sueño de cada uno de ellos. Lo consiguieron. Vaya si lo consiguieron. José Pekerman ya tenía su equipo. Si otro José (Pizzuti) lo había logrado con Racing, él fue más allá y se trajo la Copa del Mundo juvenil. Otro José, otro título.