El 21 de junio de 2000, Boca daba el batacazo en Brasil, al derrotar por 4-2 en la definición por penales a Palmeiras en el mismísimo Morumbí y se consagraba campeón de la Copa Libertadores de América, tras una larga sequía de 22 años sin ganarla y 6 sin jugarla. El partido de ida, en la Bombonera había terminado 2-2 y, en la revancha, durante los noventa minutos, tampoco se sacaron ventajas, igualando sin goles, por lo que fueron a los penales donde descolló Oscar Córdoba.
Por eso, tras el último penal ejecutado por el Patrón Bermúdez que aseguró el título, los jugadores de Boca, con Carlos Bianchi a la cabeza, no paraban de festejar y de abrazarse. Entre ellos, estaba José Basualdo que, a 20 años de aquella épica final, tiene el recuerdo más fresco que nunca, tanto en su memoria, como en su corazón. “La final en el Morumbí fue un gran partido. A diferencia de los hinchas que se habían quedado con un sabor agridulce después del empate 2-2 en la Bombonera y no tenían tanta fe, nosotros fuimos con mucha ilusión porque sabíamos que podíamos ganar y traernos la Copa Libertadores para la Boca. Por suerte, lo pudimos hacer”, cuenta, en diálogo exclusivo con 442, el ex volante xeneize surgido de Vila Dálmine.
“Si bien al principio se dio un partido raro, nosotros fuimos al frente, salimos a buscar el resultado. Tuvimos la suerte de campeón cuando Samuel le cortó una gran jugada de gol a Faustino Asprilla que nos hubiera dejado con las manos vacías. Y si bien terminamos los noventa minutos de una manera que no nos hubiera gustado, también fue válida porque nos permitió ir a los penales en donde le teníamos una fe enorme a Oscar y a nuestros rematadores”, agrega el Nene, tal el apodo con el que todos sus amigos de su ciudad natal de Campana lo siguen llamando. “A pesar de que ayer cumplí 57 años, en Campana me siguen diciendo el Nene, y no Pepe”, dice, entre risas.
De regreso al país, después de su última incursión como técnico del club Deportivo Capiatá de la primera división de Paraguay, el Nene, par los amigos, o el Pepe para la prensa, sigue vinculado a Boca través de charlas que da en las peñas xeneizes del interior del país y de clínicas en las que busca volcar su gran experiencia a los futbolistas, profes y entrenadores que están dando sus primeros pasos. Y, además, tiene un gran sueño por cumplir al que no se resigna: dirigir a Boca. “Quedé ligado a Boca por siempre y allí estoy cuando hay que dar una charla o ir a una peña del interior. Hace 15 años que soy director técnico y si bien nunca pude dirigir en Argentina, siempre tengo la ilusión de algún día sentarme en el banco de suplentes de Boca, siendo el director técnico. El sueño va a estar siempre, hasta que se me vayan las ganas de dirigir”, remata.