“Diego no se murió, Diego no se murió…”. No es un cantito, es un reclamo, una exigencia, un pedido desesperado: “¡A Diego lo mataron, la puta madre que lo parió!”. Cientos, miles de hinchas de Maradona gritan en el Obelisco. Vinieron para eso, para rogar Justicia por una víctima sin victimarios. Y para demostrar que la condena social sí funciona.
“¡A Diego lo mataron!”, grita la remera de un pibe que seguro no lo vio jugar. La chica que vende agua mineral tiene un cartel apoyado en la heladerita blanca de telgopor: “Diego no se murió, lo mataron”. Los gorros con visera que ofrece un mantero insisten: “Justicia por Diego”, y al lado, un pañuelo azul con la silueta blanca de Maradona también reclama Justicia.
Todo en esta marcha evidencia lo mismo: la imperiosa necesidad de que el entorno de Maradona no quede impune. Se trata de una expresión popular que se volcó del lado Dalma y Giannina de la vida. Entonces ocurre como si estuviera ensayado: las miles de voces coinciden en señalar a Matías Morla, el abogado de Diego.
No hay menciones al neurocirujano Leopoldo Luque, ni a Charly, el sujeto que le dio alcohol y marihuana hasta sus últimos días, tampoco al abogado Víctor Stinfale. Todos los focos, están puestos en Morla. Los carteles, también. Y los insultos, claro.
El Obelisco está rodeado, de gente y de banderas. Los trapos cuelgan de las rejas. Con el fondo musical que aporta la barra de Almirante Brown es lo más parecido a una cancha de fútbol que se pudo sentir en el último año.
Pero acá no hay un partido con tres puntos en juego. Aunque los bombos y las trompetas transmitan clima de tribuna, todos saben que no se trata de un juego. Por eso, las banderas son sentencias: “No tienen perdón de vos”, “Justicia x Diego”, “Morla tu condena es social”.
La movilización, que fue convocada desde las redes sociales por los colectivos @pueblomaradoniano, @ladiegomaradona y @comandomaradona, contó con invitadas ilustres: la Claudia, la Dalma y la Gianinna. Pero su presencia fue efímera. Se armó semejante revuelo alrededor que al rato se tuvieron que ir.
Rodeada de hinchas y periodistas, casi sin poder moverse, Claudia se quejó: “El periodismo siempre la caga, queríamos marchar alrededor de la plaza y no podemos”. Hasta que los custodios la llevaron al estacionamiento que está debajo de la avenida 9 de Julio.
La marcha siguió sin ellas. Con cantitos, con un litro de Fernet con Coca a 250 pesos, con una lata de Isenbeck a 150, con el himno, con más vendedores ambulantes por metro cuadrado que en Once, con la Marcha Peronista, con los sin barbijo.
Pasaron más de tres meses de la muerte de Diego. Y la gente sigue con estas demostraciones de amor incondicional. Ahora les tocó reclamar justicia. Y ahí estuvieron. En medio de un clima festivo, con gritos y música de tribuna, porque a Maradona se lo celebra así.
En este 10M algo quedó en primer plano: nunca estuvo tan claro quién es Dios y quién el diablo.
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