Detrás de uno de los arcos del San Paolo cuelga una bandera que dice “Maradona Napoli ti ama / ma l’Italia è la nostra patria”. Era una respuesta a una nota que había publicado por aquellas horas el Corriere Dello Sport, con la firma de Maradona y con el título “Nápoles me ama”. El viejo truco de reportaje hecho por un periodista invisible que se convierte en columna firmada por estrella era una práctica muy habitual en el periodismo gráfico, especialmente en épocas de Mundial. No sabemos cuánto de estas palabras fueron textuales de Diego, pero sí que usó hasta las comas para calentar el ambiente de la previa. La nota arranca diciendo: “Pienso que el público dará todo su apoyo a los Azzurri. Pero no entiendo ni comparto lo que está sucediendo. Después de tanto racismo, solo ahora se apresuran a recordar que Nápoles forma parte de Italia. Durante 364 días del año se habla de siniestrados, de terroni, de apestados, todos ataques infamantes. Una vez por año, ahora, se pide ayuda a esta gente, se descubre que es la mejor del mundo”.
Y en los párrafos siguientes va todavía más al hueso. “También escuché por ahí que Maradona pasa, mientras que la Copa del Mundo queda. Sí, quedará, pero a disposición de los otros. Los napolitanos no tendrán siquiera el derecho a mirarla por un instante. ¿No me creen? Está bien. Volveremos a hablar de esto”. La prensa del norte, que era toda la prensa importante, bramó. Pero el propósito estaba cumplido. La tan trabajosa unidad italiana era puesta en cuestión por un jugador de fútbol. Para los napolitanos, resultó suficiente como
para aplaudirlo a Diego y no hacer las cosas que hacían el resto de los espectadores locales en las canchas de la Italia rica, como chiflar el himno argentino. Pero para el resto de Italia, era la declaración de guerra definitiva.
También era un mensaje del capitán al interior del grupo: “Ese partido lo hicimos todo por Diego”, dice Basualdo. “Porque si vos me decís a mí si yo tenía algo contra Italia, tenía lo mismo que contra Yugoslavia o Brasil. Para mí era un rival. Pero lo que superaba todo lo demás era lo que venía trayendo Diego, lo que hablábamos el día a día. Te pegabas a Diego y decías: a estos hijos de puta vamos a ganarles, vamos a matarlos. Diego nos potenciaba, y llegado Italia fue ‘Este es el partido, lo anterior no. Este es el partido”.
“Diego dijo: voy a dividir a Italia. Y lo hizo”, apunta Simón.
La que Bilardo dio antes de ese partido es la charla previa que más recuerdan los jugadores. Para empezar, porque fue una de las más cortas: veinte minutos. En general, solían durar una hora. La charla incluyó algunos consejos sorprendentes para confundir a los defensores italianos. “En un momento les dice a Diego y a Caniggia, como ellos eran los puntas iban a tener stopper, típico de los italianos: ‘Ustedes salgan del partido en un momento, salgan de escena, córranse para un costado cerca de la línea lateral y pónganse a hablar, olvídense del partido. Cani, vos preguntale de Claudia, de las nenas’. Y nos empezamos a reír. Y yo me imaginaba, porque he hecho hombre a hombre, que mi marca se fuera del lugar, se fuera a un costado, y se pusiera a hablar de la vida con un compañero. Y yo me imaginaba a los tanos. ‘Crúcense de brazos –les decía– y hablen de la vida’”.
“Bilardo aseguraba que era el partido más sencillo que íbamos a tener”, dice Basualdo. “Para él era sencillo, para nosotros era un suplicio. Sabés lo que son 90 minutos ahí adentro. A mí me puso contra Donadoni porque Donadoni se iba y no volvía. Me dijo: ‘Vos agarrá y aguantalo todo; una vez que tengas la pelota ya está, te vas hasta el final’”.
“Serrizuela me dijo que Bilardo estaba muy desorientado con Brasil, que no entendía nada. Pero con Italia lo vio antes. Y Serrizuela era muy menottista”, apunta Alejandro Apo.
Mariani explica el motivo: “Conocíamos mucho a Italia. Fue el país al que más viajamos a mirar partidos. Teníamos cabalmente los movimientos de casi todos los jugadores. Ellos llegaban bien en ofensiva pero no volvían. Lo podríamos haber ganado en los 90 minutos”.
“No recuerdo todo lo que dijo pero sí que este iba a ser el partido más fácil de todos”, cuenta Giusti. “Todos lo miramos medio asombrados pero él se basaba en algo muy simple: íbamos a ganar el medio campo por superioridad numérica porque por el sistema de juego de Italia, tardaban en volver. Cuando recuperásemos la pelota, nuestros marcadores volantes se iban a sumar y se lo ganábamos. Era muy simple, casi obvio, no había que ser Einstein, pero sólo él lo vio antes. Por otro lado, fundamentalmente, se la dimos siempre al de la misma camiseta. Ese día no nos equivocamos casi nunca”.
Juan Simón se suma: “Yo le reconozco muchas cosas a Bilardo. En el partido contra Italia nos dijo ‘este es el más fácil de todos’. No le habían hecho un solo gol, eran locales y él nos decía eso. ‘Vamos a jugar así y así, tapando a estos dos, De Agostini y Donadoni’. Los puso a Calderón y a Olarticoechea por las bandas a jugar mano a mano con la orden de que cuando recuperáramos la pelota se tenían que tirar al medio. ‘Así vamos a tener superioridad numérica siempre porque ellos no los van a seguir’. Y fue así, pasó exactamente así. Fue nuestro mejor partido. Esas cosas yo rescato de Bilardo”.