miércoles 24 de abril del 2024

La desconfianza hunde a los arqueros

Tras la eliminación en la Copa con el error de Orion, Boca fue el último club en subirse a la ola de dudas con sus arqueros. Pero no es el único.

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Es una moda nueva. Apareció a mediados del último torneo y llegó a su punto más alto con la inesperada eliminación de Boca ante el sorprendente Independiente del Valle. La derrota en la Bombonera generó una ola de acusaciones a la dirigencia auriazul por la supuesta escasa calidad de los refuerzos, por la repentina veteranía irrecuperable del Cata Díaz y por la inseguridad que tuvo Agustín Orion. Sí, claro. El mismo que fue considerado el Dios de la victoria cuando Boca se pudo sacar de encima al molesto Nacional uruguayo por los penales y gracias a las estupendas intervenciones del arquero, que se ganó todos los aplausos y los créditos. Ahora, unos meses después y por un error grosero que generó el tercer gol ecuatoriano, no sirve más.

La desesperación del llamado “mundo Boca” por no haber llegado aunque sea a la final, el bombardeo mediático con la cantinela de que el xeneize estaba “obligado” a llegar a la instancia decisiva de la Copa Libertadores hicieron lo suyo. Boca “no podía perder”. Sin embargo, fue superado en el resultado en los dos partidos. Y por lo que parece, Orion y Daniel Díaz cargan con las mayores responsabilidades.

Orion, con una larga y exitosa experiencia a cuestas, no aceptó el mal trago y comunicó sus deseos de dejar el club. Se verá si finalmente sucede. Está claro que perdió una buena dosis de la confianza que había generado meses atrás. Desde el club y desde los medios apuntan a Agustín Marchesín, el arquero que los mellizos Barros Schelotto mantuvieron en todo su ciclo en el arco de Lanús y al que conocen bien. Marchesín está asentado en el Santos Laguna mexicano y es una de sus figuras. Es tan valioso como lo es Nahuel Guzmán para Tigres de Monterrey. Otro arquero muy bien considerado.

Boca fue el último en subirse a la ola de desconfianza que generan los arqueros. Veamos: en Independiente, el entrenador Gabriel Milito convenció a los dirigentes de traer a Mariano Andújar, pero la operación con el Napoli italiano no prosperó debido a la decisión ya comunicado por el propio arquero de mantener su palabra de jugar únicamente en la Argentina con la camiseta de Estudiantes de La Plata.

Es sencillo darse cuenta que ni Diego Rodríguez ni el uruguayo Campaña –incorporado hace unos meses- se han ganado la confianza del técnico, que pretende una figura con más roce y experiencia para el arco rojo. Lo mismo está sucediendo en Racing, donde Facundo Sava ha aceptado el pedido dirigencial de buscar un arquero importante, tomando en cuenta la decisión de Sebastián Saja de abandonar el fútbol profesional. En su reemplazo todos sabíamos que Nelson Ibáñez sería llamado a ocupar el lugar, pero bastaron un par de partidos amistosos para disminuir la confianza hacia Ibáñez, tras un par de juegos de discretos para abajo.

De la epidemia no se salva River, que iniciará el próximo torneo de treinta equipos con un arquero de escasos 20 años recién cumplidos y que no ha llegado a la media docena de partidos oficiales jugados con esa camiseta. Ocupará el lugar que dejó Marcelo Barovero, que en muchas ocasiones fue la gran figura del equipo pero decidió cambiar de aire. El arco es grande y en este caso, seguramente para Augusto Batalla medirá más que siete metros y algunos centímetros de ancho. La llegada de Enrique Bologna, de larga trayectoria en Banfield y con último paso por Gimnasia y Esgrima La Plata, no conforma a su gente, que no confía demasiado en lo que pueda ofrecer el recién llegado, lo mismo que pasó con Chiarini antes.

La situación se puede ampliar al propio Estudiantes, si es que finalmente no soluciona su incorporación Mariano Andújar, ya que el arquero recaería en el juvenil Sappa. Idéntico tema preocupa a la gente de Vélez, que en la última temporada fluctuó entre Alan Aguerre y el más experimentado Fabián Assmann. Rendimientos irregulares, cierta porosidad defensiva no terminaron de convencer a nadie, aunque pareciera que Aguerre arrancará como titular.

Sin embargo, hay arqueros inamovibles: Sebastián Torrico en San Lorenzo y sin la presión que significa tener un suplente con trayectoria detrás, ha mantenido una vigencia que lo pone a cubierto de cualquier riesgo, lo mismo que Fernando Monetti en Lanús, Nereo Champagne en Olimpo, Marcos Díaz en Huracán, Luis Ardente en San Martín sanjuanino, Nereo Fernández en Unión, el espigado Rey en Godoy Cruz, Hilario Navarro en Banfield, Jorge Broun en Colón, Federico Crivelli en Temperley y Javier García en Tigre.

La desconfianza hacia quien ocupe un puesto tan importante como custodiar el arco propio se ha extendido a Quilmes, a Gimnasia y Esgrima La Plata, a Sarmiento de Junín y la tolerancia es cada vez menor. Eso sí: Sergio Romero ha consolidado su titularidad con buenas actuaciones y demostrando su jerarquía, pese a los pocos partidos que disputa en el fútbol europeo. En un momento caótico del fútbol argentino, no hay confianza en la dirigencia, no hay un futuro previsible y encima, los arqueros han perdido ese lugar que habían sabido conseguir.

Alguna vez, allá por 1996/97, Daniel Passarella tuvo que utilizar siete arqueros en las eliminatorias sudamericanas hasta que se convenció de que Carlos Roa sería el titular en la Copa del Mundo de Francia, en 1998. Siguieron las dudas con Bielsa y la dupla Cavallero-Burgos, llegó el problema de Abbondanzieri en el mundial de Alemania y finalmente la incorporación de Romero, que ha tenido escaso perfil como futbolista de club pero una gran categoría a la hora de ponerse la celeste y blanca.  Habrá que confiar, nomás. No se puede querer ganar sin un buen arquero.