jueves 28 de marzo del 2024
Coronavirus

Mano a mano con el riesgo: de las canchas al consultorio

La pandemia encontró a deportistas en sus roles de profesionales de la salud. Los casos de Paula Pareto y el ex rugbier Alejandro Allub.

Este partido se juega en otra cancha. Lo saben, por eso están ahí, firmes, con convicciones, como si estuviera en juego la copa del mundo o un oro olímpico. Tienen una certeza: el rival espera agazapado y apenas mostró una espina, muy poco al lado de lo que es capaz. Por eso están alertas, con incertidumbre. Hay riesgos, claro que hay riesgos, pero los asumen. La batalla contra el coronavirus les cambió el escenario. Y allá fueron. Paula Pareto es ahora la traumatóloga que atiende en el Hospital de San Isidro. Alejandro Allub es cardiólogo en el Hospital de Córdoba. Omar Gallardo sale a manejar ambulancias por el Sur del Gran Buenos Aires. El judo, el rugby y el fútbol hoy no son sus prioridades. Para ellos, la frase “este partido lo ganamos entre todos” no es un eslogan publicitario.

Paula Pareto. La judoca regresó de Rusia en los primeros días de marzo, cuando la cuarentena todavía no era obligatoria. De todos modos cumplió con las dos semanas de aislamiento reglamentario. Cuando pudo volver a pisar la calle, la pandemia ya era imparable. Hasta que la postergación de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 la terminó de convencer: era el momento de volver a la medicina.

Ganadora de la medalla de oro en los Río 2016, la Peque cumple con la residencia en el Hospital de San Isidro. “Volví a trabajar de lo que elegí y de lo que volvería a elegir siempre”, define. Y aunque todavía no está frente a frente con pacientes afectados por el coronavirus, integra el sistema sanitario que los trata. “Los traumatólogos no estamos en el frente de batalla; igual somos parte del equipo de salud que enfrenta antes que nadie a esta pandemia y que ayudamos donde fuera necesario.”

Alejandro Allub. Tenía 25 años, jugaba en Los Pumas y sufrió un infarto después de un partido ante los All Blacks. El Turco venía de ser una de las figuras en el Mundial de Gales 99, pero ese episodio cardíaco lo obligó a abandonar el rugby profesional. A pesar de que hubo especialistas que le recomendaron no jugar más, tres años después volvió a las canchas amateurs de Córdoba, su provincia. “Salió bien, pero pudo haber salido mal”, analiza ahora. En ese momento, Allub subestimó su corazón. Consciente de eso, ahora reclama: “No subestimemos al coronavirus”.

Con 44 años, el ex Puma es cardiólogo pediatra del Hospital de Niños de Córdoba y en dos clínicas privadas. Volvió a transitar una zona de riesgo, ahora como uno de los tantos profesionales que le ponen el cuerpo a la pandemia. Y alerta: “Todavía falta que venga lo peor”. El ex rugbier sabe que en dos semanas se llegará al pico de casos, y sabe también dónde se encontrará en ese momento: “Dentro del hospital, haciendo lo que tenga que hacer”.

Omar Gallardo. No fue una estrella dentro del mundo del fútbol, pero jugó de manera profesional durante veinte años. Debutó en San Lorenzo y después pasó por Almagro, Atlético Tucumán y Excursionistas. En 2017 colgó los botines y, por supuesto, tuvo que buscar trabajo. Ahora, además de integrar el equipo Senior de San Lorenzo junto a próceres como el Beto Acosta y Pipo Gorosito, Gallardo maneja una ambulancia para la Clínica Cruz Blanca de Lanús.

“Con el fútbol no me salvé, por eso me tengo que arremangar para darles de comer a mis cinco hijos”, explica. La pandemia lo encontró ahí, frente al volante, llevando pacientes con o sin diagnóstico. “Nosotros arriesgamos nuestras vidas”, dice, y habla así, en plural, porque sabe que el esfuerzo es de todos, desde el doctor hasta la gente de mantenimiento de las clínicas.

Un consultorio virtual. Atlético Tucumán puso en práctica una iniciativa novedosa: lanzó un consultorio virtual que atienden los médicos del plantel profesional de fútbol para colaborar con la población sanitaria en la lucha contra la pandemia de coronavirus. “Quiero agradecer a la gente que se comunicó siempre con respeto. Queremos que ese siga siendo el camino, porque estamos para dar una ayuda”, indicó el doctor Marcelo Montoya.

“Queremos actuar como un filtro entre la gente y los centros médicos. La idea es que ellos no se desborden y las personas que consultan tengan una opinión de un profesional antes de ir a una guardia a exponerse”, advirtió Montoya.

Las consultas son vía WhatsApp en todas sus variantes: mensajes, fotos, llamadas o videollamadas. “Con la imagen nosotros podemos ver, por ejemplo, el estado de una garganta. Eso es fundamental, porque se trata de una atención inmediata y nos permite brindar un diagnóstico más específico por los síntomas y lo que vemos. A través del texto no lo podríamos hacer”, explicó Montoya.

(*) Esta nota fue publicada en el Diario PERFIL.