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Fue un partido caliente, que se definió por detalles que favorecieron a Argentina, como por ejemplo las decisiones de la terna arbitral, primero para anular el gol de Fuenzalida y después para cobrar un penal inexistente sobre Di María.
Los jugadores de la Selección no tienen mucho de que quejarse sobre el arbitraje pero de todas formas, Lionel Messi terminó muy enojado con el juez de línea por una jugada intrascendente donde le cobraron una falta en contra.
Según se supo, Sandro Ricci no informó al capitán argentino pero las cámaras de televisión captaron perfectamente los insultos de la Pulga, que podrían costarle muy caro si el árbitro decide agregarlo, justo cuando Argentina más lo necesita.
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