viernes 29 de marzo del 2024

Cinco motivos para que la alegría no nos nuble

Con Rusia en el horizonte, la gestión de Tapia tiene el desafío de profundizar cambios estructurales: Sampaoli, juveniles, logística y barras.

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El juguete estuvo a punto de romperse. Estaba yendo hacia el piso cuando apareció Messi, la esperanza y la salvación. Messi hizo tres goles contra Ecuador, nos salvó del estallido y nos llevó a Rusia. Con el desahogo llegó el fin de la veda comunicacional de los jugadores, el pedido de un pacto con periodistas y el inicio –o el fin– de una etapa. La historia dirá si en Quito empezó a construirse algo de verdad. O si sólo fue un capítulo más del legado grondonista del “todo pasa” para que nada cambie.

La oportunidad está ahí. La clasificación representa una reválida deportiva, económica y dirigencial. De aquí en más, como dijeron Christian Bassedas, ex manager de Vélez, y Martín Demichelis, defensor de la Selección en los últimos dos mundiales, será cuestión de profesionalizar la organización general del fútbol argentino. “Es hora de dar un salto de calidad. Y que desde Tapia hasta el personal administrativo se contagien del mejor, que es Messi”, aseguró Bassedas. Un salto de calidad que requiere, como todo, una planificación integral.

1- Sampaoli a largo plazo. Con el equipo clasificado a Rusia, el técnico tendrá el margen que no tuvo en los cuatro partidos que dirigió por Eliminatorias. Dentro de la AFA entienden que la clave será no repetir el proceso entre Brasil y Rusia, de tres técnicos –Gerardo Martino, Edgardo Bauza y Sampaoli– en tres años. Habrá que volver a lo que pasaba hasta hace no mucho (entre 1974 y 2004, la Selección tuvo cinco técnicos: Menotti, Bilardo, Basile, Passarella y Bielsa), o copiar lo que pasa del otro lado del Río de la Plata con Oscar Washington Tabárez, que dirigirá su tercer mundial consecutivo con Uruguay.

2- Una identidad. Asegurarle la continuidad al DT implicará, casi como consecuencia directa, que el equipo genere y consolide un sentido de pertenencia y de juego. Será importante para el trasvasamiento generacional que se dará después de Rusia 2018: Javier Mascherano ya anunció que se retirará del seleccionado luego del Mundial, y Messi entrará en el último tramo de su carrera. Una identidad hará que los que se queden y los que lleguen al seleccionado puedan amalgamar sus individualidades en pos de un colectivo.

3- Foco en juveniles. Después del desguace y las insólitas desprolijidades de los últimos años, como abrir una convocatoria para contratar un nuevo entrenador de Sub 20 y luego elegirlo discrecionalmente, Argentina no deja de hacer papelones en cada competencia juvenil. Para cambiar esa realidad sólo hace falta mirar para atrás o mirar para afuera.

Mientras todas las selecciones sólo piensan en Rusia, Alemania, por ejemplo, está pensando también en Qatar 2022. El poderío alemán, actual campeón del mundo, quedó evidenciado este año, cuando su equipo juvenil ganó la Copa Confederaciones que jugaron, entre otros, Chile y España. Detrás de ese logro hay una estructura creada a principios de siglo. La Federación obligó a invertir a los clubes en sus estructuras juveniles, y así se crearon decenas de escuelas y centros de formación. “Los preparamos para que no sean sólo jugadores de fútbol”, dicen como axioma.

Lo curioso es que en los 2000, cuando investigaban cómo concretar el proyecto, los alemanes viajaron hasta Argentina para conocer in situ el trabajo que había liderado José Pekerman en juveniles. Querían copiar el método argentino y lo copiaron. Pero el método aquí ya no existe y, ahora, la historia quedó invertida: la AFA deberá imitar el proceso alemán si quiere volver a protagonizar torneos y formar futbolistas.

4- Organización. El predio de la AFA es un punto distintivo, pero los jugadores aseguran que no alcanza. Hay que mejorar otros aspectos, que tienen más que ver con la logística: pasajes aéreos para maximizar los tiempos de descanso (algo que será clave en Rusia, el país más extenso del mundo), y la organización del fútbol profesional fuera del país. “La suma de detalles hace el éxito”, dijo Demichelis. El pedido de Sampaoli para que la AFA le asegure un predio en Europa tiene que ver con esto: en tiempos de futbolistas migrantes que se forman en clubes españoles o italianos, la AFA necesita armar una embajada. Para la selección mayor, para sus juveniles y para los cientos de chicos que hacen las inferiores allá.

5- Transparencia. Una de las escenas más representativas de lo que es la dirigencia del fútbol argentino sucedió en el Mundial de Brasil, cuando Luis Segura fue filmado mientras vendía entradas. Tras la muerte de Grondona, Segura asumió la presidencia de la AFA. Después llegaron el desgobierno, el 38 a 38, la comisión normalizadora puesta a dedo por la Casa Rosada, el golpe blando y las alianzas. Ahora, en los seis meses de gestión de Claudio Tapia, algunas cuestiones –sobre todo las financieras– se mejoraron; otras siguen ahí, como si nada: el negocio de La 12 en el partido Argentina-Perú en la Bombonera lo demuestra. Los barras ya se están organizando para viajar a Rusia. Desactivar esos negocios mafiosos y motorizar el orden y la transparencia económica en la AFA y en los clubes puede ser el verdadero cimiento de una reconstrucción real. Ni gestual ni retórica. Real.

(*) Esta nota fue publicada en el Diario PERFIL.