Pasaron doce años. La Selección argentina de fútbol femenino volvió a un Mundial y el debut fue con creces. A pesar de la presión, los nervios y otras sensaciones que posiblemente generó, en la previa, el duelo con Japón (subcampeona del mundo), las chicas consiguieron un empate en el que hubo algunos lujos y mucha emoción tras el pitazo final.
Una de las destacadas de la Albiceleste fue Estefanía Banini, quien dejó más que claro dentro de la cancha porque es quien lleva el 10 en su espalda. Fue artífice de varios lujos que perjudicaron a las japonesas, no solo desde lo visual, sino también desde lo disciplinario.
"Es una permanente incentivadora de las jugadoras. De lo futbolístico ni hablar, es una jugadora distinta. Ella es distinta, muy importante para mí dentro y fuera del campo", señaló sobre su capitana, que forzó tres tarjetas amarillas a golpe de gambeta.
Las jugadoras albicelestes se abrazaron y hasta derramaron algunas lágrimas por el esfuerzo realizado no solo en este partido ante Japón, sino en todo su camino de reconstrucción que llevó adelante en los últimos dos años.
"Este punto significa mucho. Es el primer paso, lo que nosotros queremos reflejar es esta lucha de la mujer argentina por la igualdad. Ojalá que sea el primer paso de un futuro muy grande", expresó Banini.
La Selección argentina dio un paso histórico al conseguir su primer punto en un Mundial, tras igualar 0-0 en la capital francesa París frente a Japón, campeón y subcampeón de las últimas dos citas, respectivamente.
"El punto es para el fútbol femenino argentino y el incentivo es que Argentina empiece a crecer. Esto es un empujón anímico para la disciplina", declaró en rueda de prensa el técnico que dirigió al equipo en las ediciones del Mundial de 2003 y 2007, en los que la Albiceleste se fue de la primera fase sin sumar.
CV y agencia NA
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