viernes 26 de abril del 2024

"Me cuesta ver un partido entero"

Gerardo Martino volvió a su casa porque "Newell's no se analiza". Dice que en el fútbol falta grandeza y critica el exitismo de los DT. Vélez, arriba de Boca.

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Debía decir a cámara: “Somos primeros, ¿está claro?”. Pero a Gerardo Martino no le salía. Era la primera vez que grababa una publicidad para la empresa Claro, patrocinador de la selección de Paraguay que él dirigía. “Ibamos punteros de las Eliminatorias –recuerda durante la entrevista con PERFIL– y debo haber estado un día entero para que saliera medianamente bien. Me parecía una frase tan chocante, y no iba conmigo. Por eso, sería incapaz de decirle a la gente de Newell’s que me pregunta si vamos a salir campeones otra cosa que no sea que lo vamos a intentar, u ‘ojalá’.”

—Bielsa diría que es una “invitación a la demagogia”, así que no te voy a preguntar por qué viniste a Newell’s. Pero sí, qué cambió en dos meses: Newell’s terminó decimoctavo en el Apertura y hoy, con los mismos jugadores, pelea el campeonato.

—Cuando se comienza con un entrenador nuevo, se renuevan las expectativas. Hay una invitación a una forma de juego que generalmente los jugadores adoptan, se crea una relación con la idea y si eso se prolonga después con los resultados, ayuda a que se lleve con más entereza adelante y se produce esto. De la misma manera que se podría haber producido lo contrario...

—¿Hay un poco de azar?

—Siempre hay. Lo único que no tiene de azaroso es que la invitación a determinada forma de juego parte no sólo de la idea que uno tiene, sino de los valores con los que se cuenta. Y mi idea pegaba bastante con este grupo de jugadores. Generalmente, un entrenador que tiene una cierta posibilidad de elegir va detrás de aquellos lugares en los que la idea se puede llevar a cabo. Aunque acá no hubo una posibilidad de elegir, esto había que hacerlo y...

—¿“Había que hacerlo”?

—A este trabajo...

—¿Por?

—Es una invitación a la demagogia... Había que hacerlo... Hay cuestiones que no se analizan: Newell’s no se analiza.

Hablemos de fútbol. “Jugar bien –define– es hacer lo que se necesita en el momento preciso de cada partido. Y estar preparado para ganar cuando sos superior al rival, pero también cuando no imponés tu idea y tu rival te supera. Se me ocurre un partido con Colombia, que en Paraguay hablaban de que lo habíamos planteado bien, y yo dije que nunca habíamos jugado el partido que habíamos querido pero habíamos ganado.”

—Bernardi dijo que lo que decís que va a pasar, pasa.

—A mí me cuesta mucho separar todo esto de la fortuna. Pero es muy difícil que un entrenador te diga algo que después no pase. Trabajamos de esto. Y vos decís las cosas, y pasan, las volvés a decir y pasan, y pasan y pasan y pasan, y eso te ayuda a convencer al jugador. Ganar es una necesidad imperiosa para rematar el convencimiento, pero hay que ser coherente con el mensaje: no podemos jugar un partido de una manera y otro de otra. El mensaje tiene que ser único. Si vamos a salir jugando, vamos a salir jugando siempre. A mí me llamaba la atención ver una charla de Bielsa y ver al Colorado Berti con los ojos abiertos así... yo digo: qué importante es lograr ese efecto en un jugador. Si te mira de esa manera, encandilado, ¿qué puede pasar de malo adentro de la cancha? Nada.

—¿Es cierto que como espectador no podés ver más de diez minutos un partido del fútbol argentino?

—Sí, acá me cuesta mucho ver un partido entero. Pero a mucha gente le pasa lo mismo. Hace poco jugaban dos equipos a los que ya habíamos enfrentado y resulta que hubo un parate por una lesión, así que me puse a ver un sketch de Alvarez y Alberto en Canal 9 o en Magazine. Encontré eso y me quedé.

—¿Qué no soportás?

—A nivel organizativo, todo, todo es malo. A nivel futbolístico, primero, que siempre se quiere ganar a partir de sacar ventaja, casi te diría de la trampa, pero no lo voy a profundizar... Segundo: es muy difícil encontrar juego asociado, la pelota vuela mucho, jugamos más a la segunda pelota que a elaborar. Pasa que cuando te acostumbrás mucho a consumir al Barcelona, el piso está muy alto. Pero después empezamos a ver al Athletic Bilbao y empezamos a creer que se podía. Y después apareció la Universidad de Chile. Y después, Instituto (un partido de Instituto lo veo). Y Vélez que, cuando no tiene esos altibajos tan pronunciados, es un equipo que juega bien.

—¿Es el mejor equipo?

—En cuanto a propuesta, y por el tiempo que la lleva teniendo, sí. Para mí, ¿eh? No importa si gana o no. Probablemente Boca sea mejor porque gana mucho más, pero me gusta la propuesta de Vélez.

—¿Cuál es tu propuesta?

—La posesión, atacar, poner mucha gente en campo rival, tomar riesgos, que los defensores miren para atrás y haya cuarenta metros entre ellos y el arquero, que no renuncien a jugar, que cuando tienen que profundizar, profundicen, y que cuando tienen que lateralizar, lateralicen, que la pelota no vuele si no tiene algún sentido... Por ejemplo, de la Liga española, puedo ver un partido que no sea del Barcelona.

—¿Sí? ¿No te aburre?

—No, de ninguna manera. Me gusta cualquier partido, porque la propuesta de los equipos españoles es siempre salir a buscar. Lo que pasa es que, de pronto, ves un Rayo Vallecano-Barcelona y no hay equivalencias. Pero vos ves al Málaga... bueno, los equipos de Pellegrini siempre juegan bien... Pasa que... cuando hay alguien que es muy cuestionado en la Argentina, es porque es realmente alguien valioso.

—¿Por qué?

—Porque acá está muy instalado este tema de ganar y perder. Vivimos del resultado, pura y exclusivamente. Y es tan difícil sostener que también se puede ser uno de los mejores aun no ganando.

—¿Jugar bien va asociado a una cuestión estética?

—Sí, yo creo que sí. Algo de estética hay que conservar. Y me gustaría encontrar más en el hincha esta cuestión. Y también en aquellos que conducen equipos en los que tienen posibilidades de hacerlo; estaría bueno un poco de grandeza. Porque falta grandeza.

—¿Pero no son los entrenadores también los que muchas veces se justifican sólo a través del resultado: “Yo gané y vos no”?

—¿Muchas? Siempre. “Yo armé este equipo” o “yo allá no perdí...” Del lado de los entrenadores, somos el gremio del yo-yo. Estamos siempre a la defensiva, sacando a relieve los partidos ganados, los títulos o los equipos que dejamos preparados para que cuando venga el otro le vaya bien... Es una cosa muy antipática y permanente. Insisto: hay muy poca grandeza. A lo mejor terminamos solos como los jugadores de tenis...

—¿Ganar no da la razón, en definitiva?

—Para un gran porcentaje de la gente sí; en mi modesto modo de ver, no. Pero yo no tengo capacidad para sostener un debate: sería fácilmente devorado por los que piensan que sólo hay que ganar, y prefiero no meterme. Probablemente sea una decisión cómoda y, entre comillas, cobarde.

Esta nota fue publicada en la Edición Impresa del Diario Perfil

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