viernes 26 de abril del 2024

Apasionante, mediocre y sospechado

El que salga campeón quedará en los libros de historia como el campeón con menos puntos y será el nuevo mediocre dueño de la corona. Escribe Herbella.

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"La mediocridad podrá definirse como una ausencia de características personales que permitan distinguir al individuo en su sociedad". “El hombre mediocre”, José Ingenieros.

Salvatore Ingegnieri fue un profesor y periodista italiano, muy vinculado a la Primera Internacional, que debió emigrar de su país, rumbo a la Argentina, escapando del poder político que lo perseguía. Su hijo, Giuseppe, con el paso del tiempo y ya afincado en las pampas de América, se transformaría en uno de los pensadores más importantes de comienzos del siglo XX. En su obra cumbre relaciona la evolución de los individuos (idealistas, mediocres e hipócritas) con la de las sociedades (períodos de estancamiento y conservadurismo, y períodos de agitación empujados por la virtud de ciertos individuos).

Mucho se ha discutido y se ha escrito sobre la mediocridad del fútbol argentino. Si nos ceñimos a lo que dice el diccionario, mediocre es aquel producto de calidad media o mala. Ahora, ¿en relación a qué se lo compara para saber si realmente es bueno o malo?

A dos fechas de concluir, el Torneo Inicial 2013 contaba con ocho (si usted leyó bien: 8) equipos con chances matemáticas de salir campeón. De los ocho, sólo uno obtuvo los tres puntos en este fin de semana: Vélez, que venció a Colón en Santa Fe. Cuatro empataron, jugando entre sí, a San Lorenzo y a Lanús les permitió seguir con ilusiones, a Estudiantes y Boca no. Mientras que perdieron su partido Newell’s (que pese a sumar apenas 4 puntos sobre los últimos 21, sigue con chances), Arsenal y Atlético de Rafaela. Da la casualidad que, para la última fecha, la combinación de resultados dejó sólo a cuatro equipos con chances y justo se enfrentan entre sí: San Lorenzo (32 puntos) visita a Vélez (30) y Newell´s (30) recibe a Lanús (30). Como podrá ver la combinación de resultados posibles es enorme y no es seguro que al terminar los partidos exista un campeón, dado que ante empate de puntos se definirá con un partido entre los punteros. Lo que sí está claro, es que el que salga campeón de todos estos aspirantes, lo hará con el registro más pobre de puntos desde que se instauraron los torneos cortos: una clara muestra de que ha sido un torneo con muchos equipos de calidad media (por no decir baja).

Por otro lado no se sabe cuándo se conocerá al campeón, dado que como Lanús hizo valer su condición de finalista de un torneo internacional (Copa Sudamericana) para pedir la postergación de la última fecha, el suspenso se prolongará hasta el 15 de diciembre y en caso de empate, se definirá el 18/12. Lo llamativo de este asunto es que el 5 de noviembre pasado, el Comité Ejecutivo de AFA, había “suspendido” para este campeonato la posibilidad de solicitar el derecho de postergación, que se encuentra en el Reglamento, por cuestiones de calendario y de vacaciones para los futbolistas (el torneo final debe comenzar y terminar antes por la disputa del Mundial). Pero como ha ocurrido innumerable cantidad de veces en la última década, la Asociación del Fútbol Argentino borró con el codo lo que había escrito con la mano (hace un par de semanas). La AFA, para agregarle una cuota mayor de imprevisibilidad al fútbol, está analizando que la próxima temporada se juegue con un número mayor de participantes, por lo que no sorprendería que un equipo en mayo descienda pero “mágicamente” en agosto siga jugando en Primera División.

La sospecha está en el ADN argentino. “Él que no llora no mama y él que no afana es un gil” decía Discépolo hace ochenta años y sigue teniendo vigencia. En este torneo se extendió a Primera, la ineficaz medida prohibitiva para el público visitante, que ya existía en el ascenso. Pero como esta medida lo perjudica, el presidente de San Lorenzo pide que “por los antecedentes en cuestiones de seguridad” el partido definitorio ante Vélez tampoco se juegue con hinchas locales. Si seguimos así, mejor que no vaya nadie pero mientras tanto: la violencia sigue latente, los barras se siguen matando, los dirigentes se siguen lavando las manos y los protagonistas no paran de acumular malos ejemplos (como los gestos poco felices del impresentable arquero Pablo Migliore contra los hinchas de River, la desafortunada reacción de Nelson Vivas contra un plateísta de Quilmes o las habituales peleas entre jugadores, esta vez fueron Godoy Cruz-Boca y Arsenal-Gimnasia). Todo esto pasa como si nada, como también pasan los desatinos del árbitro Pablo Lunati que, fiel a su costumbre, apenas tardó tres fechas en meterse nuevamente en el ojo de la tormenta, al tomar un café con un alto dirigente de un club, justo en la semana que tenía que dirigir a un rival directo por el título.

El campeonato argentino es insólito, cada vez está más ventajero y ha alcanzado un nivel de mediocridad que preocupa pero, como es tan intenso en su resolución y todo puede suceder, sus defensores dirán que las críticas son fábulas, que el fútbol argentino está entre los mejores del mundo. Ya lo decía José Ingenieros, en “Simulación en la lucha por la vida”, su tesis de doctorado en Medicina: “A mayor debilidad en la lucha por la existencia, mayor es el recurso de las formas fraudulentas, es decir de la simulación. Cuanto mayor es la degradación moral de una sociedad, más desarrolladas están las formas de mentira, engaño, hipocresía y ficción”. José Ingenieros no conoció cómo el profesionalismo modificó al fútbol argentino, falleció en 1925, en Buenos Aires.