martes 19 de marzo del 2024

El revolucionario apátrida, ante su visión

El alemán Jurgen Klinsmann hace cinco años lleva adelante su proceso en los Estados Unidos y es considerado un "outsider". Sus métodos.

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Debbie Chin es una ex modelo de descendencia china (por parte de padre) - alemana (por parte de madre) nacida en Norteamérica. Poseedora de una extraña belleza, de joven destacó por sus atributos y comenzó a desfilar en las mejores pasarelas del mundo. En Milano, conoció al centrodelantero del Internazionale de origen alemán. Abruptamente, decidió abandonar el modelaje. Se casaron en 1995 y cuando él finalizó su carrera profesional se radicaron en California, cerca de la familia materna, para criar a sus dos hijos: Jonathan y Laila. Así nació el vínculo entre el actual entrenador del seleccionado masculino de fútbol y los Estados Unidos. Así Jurgen Klinsmann, el revolucionario apátrida se cruzó con su segundo hogar.

En Alemania, como jugador, fue considerado un extravagante emocional que nunca encajó en la rígida y burocrática cultura germana. Se destacó, de manera antagónica, en un puesto donde sus antecesores eran simplemente fornidos centro-delanteros (Gerard Muller y Karl-Heinz Rummenigge, entre otros) con mucho gol y poco juego colectivo. Como entrenador, le costó ser aceptado por el común de la gente. A mediados del 2005, ni bien comenzó con la metamorfosis del fútbol alemán, llegó a ser ridiculizado por la prestigiosa revista Der Spiegel: caricaturizándolo como una cheerleader norteamericana. Aquel proyecto revolucionario, es actualmente fuente de orgullo para el fútbol alemán.

Hoy, en Estados Unidos, vivencia una realidad parecida. Pese a sus vínculos familiares y su orgullosa entonación del himno, es considerado un “outsider”, en un país poco afín al fútbol. Una nación que, albergando a la segunda competencia de selecciones más importante del Mundo y habiendo conseguido un lugar histórico en la semifinal, sigue sin dar muestras de entusiasmo.

“El objetivo es pasar la fase de grupos y, una vez cumplido, buscaremos estar entre los cuatro mejores. La nuestra es una visión de dos pasos. El torneo es la mejor manera que tenemos de evaluar a cada jugador en un momento específico: el futbolista más viejo debe probar que aún puede pertenecer y los más jóvenes tienen que demostrar que ya están capacitados”, dijo en una interesantísima entrevista en Wall Street Journal, antes del comienzo de la Copa América.

El ciclo de Klinsmann, al frente del USMNT (United States Men´s National Team), lleva cinco años de desgaste. Su último título fue la Copa de Oro (Concacaf) en 2013. Llegó a esta competencia cuestionado porque los resultados en las eliminatorias no vienen siendo los esperados, aunque difícilmente EEUU quede fuera de Rusia 2018. La decisión de priorizar en la Copa América Centenario a muchos de los futbolistas de la MLS (Major League Soccer), también causó polémica. Para Jurgen, la idiosincrasia del deporte norteamericano en su conjunto, es contraproducente al momento de pensar el fútbol.

“Al hablar con los entrenadores y con los padres, cuesta mucho hacerles entender que en el fútbol el niño debe ser autodidacta. Acostumbrados a la gran cantidad de “tiempos muertos” del béisbol, el baloncesto y el fútbol americano, buscan tener ese mismo nivel de injerencia. No comprenden que deben hablarles menos y dejarlos jugar más, porque una vez que la pelota está rodando, su influencia es casi nula.” dijo en una conferencia posterior a Brasil 2014, explicando cómo debía ser a su criterio la evolución del fútbol juvenil norteamericano pensando en las próximas Copas del Mundo.

Pero no se quedó sólo en la relación niño-padre-entrenador, sino que también abordó y cuestionó las estructuras. “Los antecedentes culturales de los Estados Unidos condicionan el desarrollo de los jóvenes talentos. Todos los deportes, incluyendo los más importantes, son impulsados por el sistema educativo y pensados con la lógica de: si mi hijo es bueno, podrá recibir una beca. Esta lógica educativa está en la esencia del “American Sports System” y esa impronta de desarrollo docente-alumno también condiciona la dinámica del deporte. En EEUU, los jóvenes deportistas esperan que otro con mayor nivel de conocimiento los guíe, para resolver los problemas que van surgiendo. Esta cultura reactiva, que se lleva bien con otros deportes donde las decisiones son impulsadas desde el exterior por el coach (béisbol o fútbol americano), está probada que no es productiva en el fútbol”

Tim Howard es el jugador con más presencias en el arco norteamericano y, por decisión de Klinsmann, es el actual suplente de la selección. Su autobiografía, “The keeper”, se prodiga en detalles sobre como Jurgen (el “europeo con sensibilidades estadounidenses”) cambió radicalmente la idiosincrasia existente. “Me había pasado la vida comiendo PB & Js (Peanut butter and jelly sándwich – mantequilla de maní y mermelada) y ahora me acostumbré a las barritas de cereal de alto valor proteico, las sesiones de yoga y las corridas matinales en ayuno” aseveró, dejando deslizar también que los métodos impuestos fueron particularmente duros con los jugadores más veteranos.

Las palabras de Howard tienen un porqué. En sus declaraciones públicas, Klinsmann ha sostenido que para que los Estados Unidos tengan éxito en el fútbol masculino, debe ocurrir un cambio específico y significativo en los futbolistas. Ese cambio no tiene que ver con el fútbol que juegan los norteamericanos; más bien, tiene que ver con la forma de ser de los propios jugadores: muy acostumbrados a la comodidad y a la poca “cobranza” del entorno ante los resultados adversos.

Por este motivo, Jurgen es un entusiasta al momento de incentivar a los jóvenes talentos de las selecciones juveniles para que emigren a Europa a vivir el profesionalismo. Esta postura le quita representatividad a la poderosa Liga Universitaria (N.C.A.A) y le acarrea la consecuente animosidad de una parte importante de la sociedad norteamericana. “Cuantos más jugadores tengamos allá (Europa), mejor nos va a ir: Esa es la señal de progreso más destacable”.

Para trabajar en ese cambio de idiosincrasia Klinsmann también se aprovechó, como nadie anteriormente en la historia del soccer norteamericano, de las ventajas de la descendencia extranjera y la doble nacionalidad: Alejandro Bedoya, Edgar Castillo y Michael Orozco de orígenes hispánicos (Colombia y México); Gyasi Zardes (Ghana) y Darlington Nagbe (Liberia) con raíces africanas; Kyle Beckerman, John Anthony Brooks y Fabian Johnson (de herencia alemana), Ethan Hovart y Tim Howard (húngaros); DeAndre Yedlin (letona), Christian Pulisic (croata), Clint Dempsey (Irlanda) y Bobby Wood (Japón). Una representación de veintitrés jugadores que no discrimina continentes.

A las 22hs, en Houston, Jurgen Klinsmann enfrentará su mayor desafío como entrenador norteamericano. La chance de ser campeón de la Copa América Centenario es una realidad posible, pese a ser el menos favorito de los cuatro semifinalistas. No hay mayor motivación que saber que enfrente estará el mejor futbolista del Mundo y que, en 90 minutos, cualquier cosa puede suceder.

Como dice uno de sus lemas, uno de esos que seguramente machacará en la cabeza de los futbolistas durante la sesión matutina de yoga y mentalización: “soccer is about what you do today, and what you hopefully do tomorrow (el fútbol consiste en lo que hagas hoy y en lo que, con un poco de suerte, puedas hacer mañana).