Por orden de su ex presidente Joan Laporta -actualmente investigado por desvío de fondos-, el Barcelona hizo espiar por una agencia de detectives en 2008 a varios de sus futbolistas más cotizados, su entrenador Frank Rijkaard y hasta a la esposa de su actual titular, Sandro Rosell.
La información fue difundida por la revista española Interviú, que nombró como víctimas del espionaje a cuatro jugadores: Gerard Piqué, el camerunés Samuel Eto'o, el brasileño Ronaldinho y el también oriundo de Brasil pero nacionalizado portugués Deco.
Así como en los casos de Piqué y Eto'o no hubo mayores consecuencias, en los de Ronaldinho y Deco los informes fueron lapidarios al revelar que "cometían actos de indisciplina y contra el regimen interno del club" según informa el diario Marca en su edición digital. Se cree que precisamente por ese motivo ninguno de los dos siguió en el Barça tras la temporada 2007-08.
Mientras a Piqué lo espiaron por una semana las 24 horas del día a cambio de 5000 euros, a los demás futbolistas se les hizo seguimientos de manera intermitente durante distintas noches en que el club lo pidió, considerando que podían llegar a extralimitarse en sus libertades.
Por su parte, la mujer de Rosell denunció a la policía de Cataluña haber sido seguida por un coche mientras llevaba a sus hijos al colegio. Según Interviú, "la idea era investigar la estructura de Rosell y sus empresas a ver si tenía algún tema oscuro con Hacienda". Algo así como lo que ahora está haciendo el club con Laporta, a quien sin dudas se le dio vuelta la tortilla.
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