Michael Jordan fue un extraterrestre dentro de la cancha. Un tipo que hacía cosas de otro mundo, que lucía invencible, aunque antes lo hubiesen vencido… Un tipo que siempre parecía salirse con la suya, que siempre tenía un as en la manga, que siempre mostraba más ganas de esforzarse y ganar que cualquier otro. Un animal de la competencia, un atleta voraz que vivía de los desafíos. Nunca estaba con la guardia baja. Y cuando parecía estarlo, cuando tambaleaba un poco, sacaba una mano de nocaut. Pero, claro, así fue adentro de la cancha. Afuera, pese a sus esfuerzos por demostrarse igual de intocable, mostró debilidades, cometió errores, exhibió defectos y generó enigmas que en esta nota buscaremos develar. O, al menos, contar con detalles para que ustedes saquen sus propias conclusiones.
1-¿Por qué Michael Jordan se retiró en 1993, cuando era el mejor y estaba en su momento top?
Los motivos son varios, algunos más fuertes que otros, y acá los relataremos. Jordan venía de la temporada más desgastante de su carrera. En todo sentido. Bicampeón de la NBA, como máxima estrella mundial, Michael estaba sufriendo. La fama, el acoso popular y mediático, lo estaba quemando. Estaba cansado de todo. El ascenso había sido lindo, pero caminar en lo más alto ya no tanto. El agobio de la sorprendente popularidad lo sentía a cada paso. “La gente no entiende que cada vez que salgo de este cuarto todo se vuelve muy difícil”, admitía tirado en una habitación de hotel, con un habano cubano en su mano. Todo el mundo quería verlo, sacarse una foto, que le firme un autógrafo. La presión era diaria, desgastante. Cada noche, cada partido, en la previa y en el post. En los hoteles, cada vez que se subía o bajaba de un micro. Estar siempre en el centro de la escena lo fue minando. Sobre todo cuando, entre 1992 y 1993, se conocieron tres episodios relacionados a las apuestas y las deudas de dinero: los cheques encontrados en manos de estafadores relacionados a las apuestas ilegales, una escapada a Atlantic City con el padre durante las Finales del Este que se hizo pública y el polémico libro de Richard Esquinas, un ex compañero de rondas de golf que lo acusaba de ser un adicto a las apuestas. El revuelo mediático se le hizo inmanejable.
MJ empezaba a hartarse de todo el circo, de que no lo dejaran en paz. A eso había que sumar el cansancio físico de varias temporadas sin descanso, porque entre el título del 92 y el comienzo de la 92/93 se unió al famoso Dream Team para lograr el oro olímpico en Barcelona. Casi no tuvo vacaciones y, cuando llegó la nueva temporada, tuvo que ratificar, volver a demostrar. Y los Bulls lo hicieron, con algún altibajo. Un camino que no fue fácil, sobre todo en aquella serie ante los Knicks, que se puso 2-2 en un momento y pudo ser 2-3 si Charles Smith no era tapado tres veces en los últimos segundos del quinto juego. MJ, que hasta ahí había sido una máquina de esforzarse, de competir y ganar, empezó a sentir el trajín y a mostrarse debilitado, cansado, harto… El esfuerzo que hizo por llegar al Tri y así separase de Bird y Magic, sus dos grandes referentes de la grandeza que nunca habían podido ganar tres al hilo, fue enorme. En la final contra Phoenix promedió 41 puntos, 51% de campo, 8.5 rebotes y 6.3 asistencias. Su mejor perfomance en una definición. Pero, en los festejos, dejó evidencias de que no podía más, mostrando más alivio que alegría. Ya casi no tenía nafta en el tanque. Y el pensamiento de dejar todo empezó cobrar fuerza. Sí, lo que parecía imposible podía hacerse realidad. A los 30 años, en el mejor momento de su carrera, siendo el atleta quizá más elogiado y reconocido del mundo, MJ se retiraría. Ya no tenía nada que probar. Ya no tenía motivación. Y estaba harto de todo.
Dos meses después llegaría el golpe del final. Jordan estaba jugando al golf en la Península de Monterrey cuando lo llamaron desde Carolina del Norte diciéndole que no encontraban a su padre. Su madre se preocupó, el hermano mayor también. “Papá nunca era de estar tanto tiempo sin llamar”, admitió Larry. Cuando Michael mandó a su personal de seguridad para ayudar en la búsqueda ya era tarde. Un par de semanas después de encontrar el auto (un Lexus rojo de 50.000 dólares) escondido al costado de una ruta, con los vidrios rotos, un cuerpo de una persona fue hallado muerto en un río en el límite entre Carolina del Sur y Carolina del Norte. Era el padre del mejor basquetbolista del mundo. Una noticia dura. Porque James, llamado Pops por los íntimos, no era un padre cualquiera. Era el compinche de Michael. El amigo. El que estaba siempre con él, el sostén, el confidente. “Mi padre siempre me decía que tenía que convertir lo negativo en positivo. Eso me ayudó a superarlo”, reconoció. Claro, eso dijo, pero por dentro el vacío resultó imposible de llenar. Fue un mazazo que terminó de sepultar las chances de que Su Majestad volviera a tener ganas de jugar.
Era principios de octubre cuando MJ asistió al estadio de los White Sox para hacer el primer pitcheo de la Serie Mundial ante los Blue Jays de Toronto. Nada hacía presagiar lo que pasó en el palco de Jerry Reinsdorf, dueño de los Bulls y los White Sox. Michael llegó y le anunció que se retiraría. El empresario, consternado, sólo le pidió que primero hablara con Phil Jackson. El DT, casi un hermano mayor de MJ, era la única posibilidad de convencerlo. Pero en aquella reunión en el Berto Center el entrenador supo que no tenía chances. "Ya no tengo desafíos ni motivaciones. ¿O todavía tengo algo que probar?", lo toreó el 23. Cuando Phil dudó, Michael supo que tenía razón, que era su momento… Al otro día, el 6 de octubre de 1993, una conferencia de prensa se organizaba para decir lo que todos ya sabían: Jordan se retiraría del básquet. Casi 300 periodistas llegaron de todas partes de Estados Unidos y hasta estuvo el comisionado David Stern. Claro, las Finales de la NBA le habían ganado en rating a las de MLB por primera vez en la historia y el anuncio significaba un enorme golpe para una liga en pleno crecimiento con MJ como líder. La mayoría de las escuelas públicas de Chicago detuvieron las clases para que los niños pudieran escuchar el anuncio de su máximo ídolo. Fue uno de esos momentos shockeantes, del que todos recordamos dónde estábamos y qué estábamos haciendo cuando recibimos la noticia. Hasta los compañeros de Jordan sufrieron. “Siento que llegué al techo de mi carrera... Lo único bueno que puedo sacar de todo esto es que mi padre vio mi último partido”, dijo mientras el ala pivote Scott Williams rompía en llanto detrás de los periodistas. “Una de las cosas que aprendí con la muerte de mi padre que todo se puede terminar de un momento a otro”, reflexionó, dejando claro que quería disfrutar de otras cosas en la vida. No cerró ninguna puerta. Es más, admitió que algún día podía volver, como finalmente ocurrió, pero ese día se había terminado una etapa. Epica pero, a la vez, demandante y con sufrimiento. La gloria había tenido su costo y MJ lo sentía.
2-¿Por qué se cree que Michael Jordan el retiro tuvo que ver con las apuestas y deudas de juego?
Todo comenzó en febrero de 1992, cuando fueron encontraron tres cheques firmados por Jordan en un maletín de un prestamista, Eddie Dow, que totalizaban 108.000 dólares. El abogado del acusado aseguró que tenían que ver con el pago de deudas de juego y MJ nunca lo negó. Meses después, en octubre, la Policía de North Carolina arrestó a un tal Slim Boucher por posesión de cocaína y lavado de dinero pero entre sus pertenencias encontró en su bolsillo otro cheque de MJ por 57.000 dólares. En el juicio a Bouler, Jordan no fue acusado pese a que las apuestas son ilegales en South Carolina (sede del hecho) sino que asistió como testigo. Pero no pudo evitar la vergüenza cuando debió admitir, bajo juramento, que había mentido sobre el motivo del cheque. “No fue un préstamo, tuvo que ver con apuestas de golf. Mentí por la vergüenza que me daba estar relacionado con apuestas”, declaró ante el abogado Frank Whitney. Para colmo, en 1993, cuando no pocos se preguntaban hasta qué punto el deportista más famoso estaba metido en problemas, se publicó el polémico libro de un empresario de San Diego (Richard Esquinas), con un título grandilocuente que invitaba a creer lo peor: “Michael y yo: nuestra adicción a las apuestas, un grito de ayuda”. Esquinas relató haber conocido a Jordan en 1989 y, desde ese momento, haber realizado apuestas de golf con él durante cuatro años (calcula que fueron más 110 partidos). Incluso aseguró haberle ganado 1.252.000 dólares en un día, precisando fecha (20 de septiembre del 91) y lugar (Aviara Golf Course, en San Diego). También contó que, en junio de 1992, se juntaron durante tres días en San Diego para jugar varias rondas de golf y que allí Jordan había reducido la deuda a 900.000 dólares. Esquinas, aprovechando ser dueño de una editorial, escribió el libro básicamente porque MJ no le pagaba la deuda, una característica (le costaba saldarlas) reconocida por varios compañeros de los Bulls. Recién contó que el astro lo hizo cuando Esquinas le hizo una quita y le ofreció cuotas... El empresario aportó pruebas de los depósitos que le hizo Su Majestad y tuvo tiempo para darle un consejo de ‘amigo’. “Yo estoy tratando mi adicción, creo que él debería hacer lo mismo. Todo esto es mi catarsis pero también lo hago por su bien”, cerró, dejando claro una polémica buena voluntad.
La NBA tomó cartas en el asunto, abrió una investigación y, dicen, advirtió a Jordan sobre sus hábitos. Consultado públicamente, a Michael se lo vio amargado y enojado. "No tengo nada que contestar sobre las apuestas. Fuera de la cancha quiero vivir mi vida, aunque últimamente no he elegido bien a mis amigos. No disfruto de las cosas como antes, pero no me pregunten más. Ustedes no son mis padres”, tiró. Algunos amantes de las teorías conspirativas creen que, en realidad, fue una suspensión encubierta de 18 meses exigida por el comisionado David Stern. Una versión sin pruebas y poco sustento ya que, en ese momento, la NBA estaba en su mejor momento gracias a Jordan, su as de espaldas en la globalización del negocio. Parece imposible que Stern se autoboicoteara, perdiendo a su mejor producto por un miedo con poco fundamento. El supuesto riesgo era que la NBA enfrentara un caso como el que sufrió la MLB. En 1989, el beisbolista Pete Rose había sido expulsado de por vida tras una investigación sobre sus supuestas conexiones con el mundo de las apuestas ilegales, escándalo que tuvo un impacto brutal en la percepción pública del béisbol profesional.
“Es ridículo si quiera pensarlo. No hubo nada de eso”, aseguró Stern antes de su muerte. Y Jordan lo negó categóricamente. “No me retiré por eso. No es verdad”, explicó con una nerviosa sonrisa de enojo. En realidad, la necesitad de descanso no era nueva. En 1992 había empezado con los indicios, con las indirectas, incluso hablando de lo que pasaría más adelante: irse a jugar al béisbol. Durante años fantaseó con eso, incluso lo debatió en la última charla que tuvo con su padre, un fana del béisbol que siempre había querido que su hijo lo jugara. Era el momento de que Michael le cumpliera el sueño a James.
3-¿Por qué algunos atrevidos culpan a Michael Jordan por el asesinato de su padre?
Las teorías conspirativas están a la orden del día en todo el mundo. Gustan, atraen, tienen personas que las fomentan, otras que las creen y algunas que las difunden. Y así pasó con el asesinato de James Jordan (56 años) el 3 de agosto de 1993, en un extraño robo al costado de una ruta, luego de que el padre de Michael se detuviera a dormir, sin poder llegar a un motel que estaba cerca. El cuerpo fue hallado, casi dos semanas después, en un pequeño río pegado a un pantano. Tres años después, dos chicos de Carolina del Norte con antecedentes de robo, Daniel Green y Larry Demery, fueron encontrados culpables y condenados a cadena perpetua, tras admitir la autoría del crimen. Demery contó que vieron a James durmiendo en el auto y, cuando quisieron robarle, el hombre se despertó y no tuvieron peor idea que le pegarle un tiro en el pecho con un arma calibre 38. Los chicos, de 18 años, hicieron llamadas desde el celular de James y así fueron rastreados hasta su detención. En el juicio hubo pruebas encontradas, algunas reflejando una pelea en el auto antes de dispararse el arma. También quedaron dudas sobre el accionar de los acusados, con algunos malpensados creyendo que les habían plantado la escena. El gran problema fue que no había un motivo, una razón valedera para matarlo. Eso generó suspicacias, sobre todo porque ocurrió pocos meses después de conocerse las deudas de juego que tenía Michael y, sobre todo, los problemas que tenía para abonarlas… ¿Habrá sido un ajuste de cuentas?, se preguntaron algunos. La Policía de North Carolina lo negó. “Fue un robo al voleo”, aseguró.
4-¿Por qué Michael Jordan dejó el básquet por el béisbol y por qué dicen que le fue mal?
Cuentan que ya en 1991, en su círculo íntimo, Jordan había empezado a hablar de hacer un intento en el béisbol profesional. Claro, ese no era el momento, aún le quedaban cosas que probar en el básquet… Pero en esa última temporada (92/93) varias veces tocó el tema, en especial con su padre. Incluso admitió haberlo debatido con James en la última charla que tuvieron antes del asesinato. Cuando ya no tuvo a Pops a su lado, Michael sintió que algo le decía que “era el momento”. Para cumplir su sueño y, sobre todo, el de su padre. El problema era que la última vez que MJ había agarrado un bate y un guante había sido 14 años antes. Una eternidad. Y tampoco era que, de adolescente, Michael había sido un talento. Jugaba bien, pero de lanzador (no de jardinero como jugó en el 94) y su bateo nunca había sido destacado. A eso hay que sumarle, para conocer la dificultad de la misión, que son muy contados los atletas que pudieron jugar dos deportes de forma profesional. Algunos lo hicieron de chicos, en especial a nivel universitario, pero casi ninguno ya de grande, cuando ya había hecho una carrera con uno de ellos. Pero, claro, Jordan es Jordan. MJ, un superdotado físicamente y de esas personas especiales que juegan bien a todo, había pensado en dedicarse al golf (cuando tenía un hándicap de 5), pero algunas rondas de 80 y 90 golpes en un par de torneos Pro Am lo habían hecho desistir de ese sueño. Con el béisbol se tenía más fe, lo quería intentar, con la ventaja de poder hacerlo dentro de Chicago White Sox, el equipo que tenía el mismo dueño que los Bulls. Reinsdorf lo facilitó, ofreciéndole pagarle la totalidad del contrato con los Bulls (4 millones anuales).
Michael se presentó en el campus de Sarasota para que Ron Shueler, el manager (coach) de los White Sox, lo evaluara. La conclusión fue que arrancara en el tercer escalón (categoría A), pero el equipo filial en Hickory (NC) no tenía la estructura para bancar el circo mediático y popular que sabían que generaría Jordan. Entonces, decidieron que jugaría en los Birmingham Barons de la categoría AA (luego viene AAA, antes de las Grandes Ligas, en la famosa pirámide de desarrollo de los talentos), algo atípico para un recién reclutado. Un desafío quizá demasiado grande pero, lejos de echarte atrás, Michael resumió todo con una frase sacada del póker: “I’m all in” (apuesto todo). Para eso armó un plan de entrenamiento con su famoso PF (Tim Glover), totalmente distinto al de básquet (para subir de peso y ganar musculatura), y cada mañana se levantó a las 6 para trabajar en su bateo y recursos defensivos. Recuperar la técnica del deporte no era nada sencillo… Mientras Jordan se transformó en un “Beattle” en Alabama, debido a la enorme atención que generaba, sus progresos se vieron rápidamente y estuvo 13 partidos seguido al menos bateando un single (sencillo). Claro, hasta que los lanzadores lo estudiaron y dejaron de tirarle rectas a la zona de strike para pasar a un repertorio más difícil como las curvas, sliders, cambios de velocidad... De a poco, bajó su eficacia de bateo y empezaron las críticas de la prensa. Pero Jordan siguió. En Doble A bateó .202 (dos hits cada 10 turnos al bate), un número pobre para un bateador de esa categoría, pero bastante bueno para alguien que llevaba 14 años sin jugar y lejos de hacer un papelón o fracasar como algunos aseguraron. Luego, en la Liga de Otoño de Arizona, con los mejores prospectos para Ligas Mayores, mostró mejoras y subió el porcentaje a 0.252. Su evidente progreso tuvo un obstáculo insalvable. Justo cuando empezaba a sentirse más cómodo llegó el parate patronal (lockout) y la competencia se frenó. Jordan se cansó de esperar el retorno y, un día de marzo de 1995, se presentó en la oficina de Phil Jackson en el Berto Center.
-¿Puedo venir mañana a entrenarme con el equipo?
-Bueno, creo que algún uniforme del equipo te puede caber…
El técnico, los compañeros, Chicago, la franquicia, la NBA y los fanáticos de todo el mundo lo estaban esperando con los brazos abiertos. Para Jordan era el momento de regresar a su gran amor, el momento de volver a ganar...