Tuvieron que pasar 61 años y otros tantos campeonatos para que, de una vez por todas, Napoli pudiera ganar el primer Scudetto de su historia. Y lo hizo gracias a la magia de Diego Armando Maradona. Yo tenía tan solo 8 años y por el laburo de mi viejo me recorrí toda Italia. En aquel entonces me encontraba en Monza, muy cerquita de Milán, ciudad que representaba la riqueza, la industria y hacia donde miles de napolitanos en los años “difíciles” se habían mudado en búsqueda de un trabajo y de un mejor porvenir.
Ese día lo recuerdo muy bien: era el domingo 10 de mayo de 1987, mi viejo, la radio y yo. El Napoli jugaba de local ante la Fiorentina y le alcanzaba un empate para consagrarse campeón por primera vez en su historia. El equipo pobre del pueblo pobre estaba a tan solo un paso de dar vuelta a la historia y dejar atrás potencias como la Juve, el Milan y el Inter.
El glorioso San Paolo estaba repleto de gente, sensación que podíamos probar también a 600 kilómetros de distancia, a través de una radio. Veía en los ojos de mi padre tanta alegría y emoción ante tan histórico momento para su Napoli amado: él me transmitía todo, pero, claramente, 8 años eran muy pocos para entender realmente la magnitud de lo que iba a pasar dentro de poco.
Los relatores se pasaban la linea de cancha a cancha, pero la atención estaba toda puesta en el San Paolo, donde el Napoli de Maradona dependía de su propio destino. Cuando al minuto 29 del primer tiempo nos pusimos en ventaja, desde la radio se escuchaba el grito de los hinchas, las emociones. Ahora, Fiorentina tenia que meternos 2 goles para acabar con nuestros sueños. Estábamos aún mas cerca del milagro.
El sueño se hace realidad casi al llegar a las 18 horas y después de un empate que no cambiaba las cosas. A partir de ese momento Napoli se convertía en el centro del mundo: los canales de televisión arrancan con la transmisión de la fiesta napolitana. Parecía un carnaval adentro del estadio y afuera, por las calles de la ciudad. Había un solo color: el azzurro!
Maradona dando la vuelta olímpica con sus hermanos, declarando amor verdadero a los napolitanos para los que aún no lo habían entendido. Quedé impactado cuando, a los pocos minutos del silbato final del árbitro, el periodista Giampiero Galeazzi, que nos regaló muchas emociones gracias a su enorme trabajo, se metió en la cancha y, haciéndose espacio, le preguntó a Diego qué sensaciones tenía ya que había sido campeón del mundo con la Selección Argentina no hace mucho, sin duda. un logro más grande que ganar un Scudetto. Pero D10S lo sorprendió, y nos sorprendió a todos, con su respuesta: “Sí, es cierto, fui campeón del mundo, pero fue en México, no en mi casa. Ahora estoy en mi casa, así que ésta es la fiesta y la alegría más grande de mi vida”. Esas palabras de Diego entraron en los corazones de los napolitanos: un pibe llegado de tan lejos en un equipo tan pobre nos había convertido en la potencia más grande del fútbol en ese momento.
Yo quería estar en Napoli o en Argentina, porque Milán no era la ciudad más indicada para vivir a full esos momentos, pero como no quedaba otra, mi viejo agarró el coche, la bandera y fuimos a la Piazza del Duomo di Milano a festejar con los miles de napolitanos que también habían salido a la calle para festejar el histórico primer campeonato. Le agradezco profundamente a mi viejo haberme llevado porque me di cuenta de que esa fiesta que había arrancado primero a través de una radio, y luego en la tele, no era solo en Napoli, sino en todo el mundo.
La gloria y el orgullo de ese primer Scudetto y de los otros triunfos en Italia y en Europa los años siguientes me llevaron, en 2009, a mudarme a Argentina para “donar” también un poco de mi "napoletanidad" y, sobre todo, para conocer la tierra de la persona que nos hizo feliz para siempre. A distancia de tantos años de ese titulo encontraba a los argentinos felices de poder compartir conmigo emociones y anécdotas del Napoli de Maradona.
En 2013, gracias a una idea mía, nació el Napoli Club Buenos Aires, el recuerdo de D10S es tan vivo aún que pensé que también a 11.000 kilómetros de Italia se podía encontrar muchísima gente con mi misma pasión hacia Diego y, sobre todo, hacia el Napoli. Gracias a estas bases sólidas hoy en día nuestro club es punto de encuentro para los napolitanos que viven o viajan solo por un pequeño periodo en Argentina. La fuerza de este proyecto igualmente se la debe también a los argentinos que, como los napolitanos, gracias a la leyenda de Diego, nos aman como EL.
(*) Fundador del Napoli Club de Buenos Aires