Casi como si estuviera dentro de un juego de PlayStation, Erling Haaland festejó un gol que vio todo el mundo con un estricto distanciamiento: se fue al córner, midió la distancia con sus compañeros y sonrió por el 1-0 del Borussia Dortmund ante el Schalke 04. La postal se hizo meme y sintetizó esta nueva normalidad en el fútbol, en el reinicio de la Bundesliga luego de que Europa dejara atrás el pico de contagios de coronavirus.
Fundido a negro.
Los hinchas del Napoli festejan a los abrazos la obtención de la Copa Italia ante Juventus. Los del Liverpool hacen lo mismo luego de consagrarse en la Premier League. Los jugadores de esos equipos se abrazan, los técnicos se dan la mano, todo mientras los clubes buscan disimular lo indisimulable: la falta de público en los estadios.
El protocolo estricto en Europa duró apenas unos días. De aquel festejo cuidado, barbijos en el banco de suplentes y estrictas medidas de seguridad sanitaria en los partidos queda cada vez menos. Por instinto, los jugadores y técnicos se relajaron.
Los clubes y ligas, por lo pronto, siguen enfocados en maquillar el negocio y el show: ponen sonidos de canciones y goles en las transmisiones y cartones que simulan personas en la tribuna. Pero nada es lo mismo.
Mientras eso sucede afuera, adentro volvió el rito de los abrazos y de los apretones de mano, aunque los protocolos indican lo contrario. Lo que ocurrió en estos días con los festejos del Liverpool lo evidencian.
¿Qué pasará si existe un rebote de casos? Nadie lo sabe. Por lo pronto, hay algunas ligas que evalúan el regreso de espectadores en partidos determinantes. Una de ellas era la de Serbia, aunque lo que ocurrió con Novak Djokovic sembró dudas en todo el país.