La abrupta intromisión del Covid-19 en el mundo del deporte paralizó los escenarios y estimuló el debate sobre puntos innovadores. En el escenario global, con cierto optimismo desmedido, algunos afirman que el final de la pandemia dará inicio a una sucesión de cambios radicales en el sistema capitalista, mientras que otra corriente sostiene que sufriremos la vigilancia digital y el big data que nos sumirá en el totalitarismo gobernante.
Estas mismas corrientes se dirimen en el deporte con los que piensan que saldremos de esta pandemia con un deporte más plural pero precario y los que aseveran que servirá para que las diferencias entre clubes ricos y pobres se agranden: tipos de torneos, ascensos y descensos y demás temas organizativos, están en discusión en estos momentos. Difícil es aventurar lo que pueda llegar a pasar con la organización del fútbol argentino en los próximos seis meses y para colmo, ni siquiera, hemos mencionado al virus.
Tanto farmacéuticas, como infectólogos, epidemiólogos e investigadores, que se han dedicado a entender la patogénesis del coronavirus, aún no han dado con un medicamento plenamente efectivo, ni con la vacuna que pudiese controlar la pandemia. Por el momento, el aislamiento social, las medidas de higiene y saneamiento, y el aumento de testeos y los rastreos son las herramientas más eficientes para mantener bajo control al virus. En ese contexto, hay países que fueron más drásticos en el encierro y otros más flexibles.
En América, Estados Unidos y Brasil, son ejemplos perfectos de posiciones políticas aperturistas donde los muertos se acumularon por miles. Ambos países, pretendieron continuar en cierta medida con la vida normal y, para no dar cuenta de la situación, retacearon los testeos: tanto a nivel poblacional como en el deporte.
“Explosão da mortalidade no epicentro amazônico da epidemia de COVID-19” es un artículo ejemplificador sobre Brasil, que describe cómo pese a la ausencia de testeo y la invisibilización mediática, la enfermedad hizo estragos en la población más vulnerable y se pagó con el aumento estratosférico de la mortalidad porcentual en las sucesivas semanas epidemiológicas. No fueron testeados, tampoco adjudicados al Covid-19, pero ahí están los muertos que dejó la enfermedad hasta el momento.
En el fútbol, nuestros vecinos, recomenzaron los torneos regionales y se agendó para agosto el inicio del Brasileirao. En la casuística, Corinthians ya tiene un 70% del plantel infectado e inmunizado y es el que más detectó, pero no necesariamente el más afectado porque todos los clubes no testearon de manera similar: como están disputando competencias estaduales, no son regidos por la “Guia Médico para o retorno das atividades do futebol brasileiro”, el protocolo Covid de la Confederación Brasileña de Futbol (CBF). En pocas semanas veremos qué pasa con los números.
Otros de los que vuelven retaceando testeos de PCR son las autoridades de la National Football League (NFL). En el inicio, dejaron el sistema de control librado a la buena voluntad de cada equipo y mientras algunos fueron serios, otros equipos se guiaron por un cuestionario autoreportado, la prueba de temperatura y pruebas inespecíficas como el test del olfato. Así estuvieron unos días pero, como era esperable, las cosas se desmadraron. La tensión fue escalando hasta que llegó a un punto donde el gremio de futbolistas se plantó y se paralizaron los entrenamientos. Como resultado del primer testeo general solventado por la NFL: cincuenta y nueve jugadores resultaron positivos y tuvieron que ser aislados. Si, leyó bien: 59 jugadores. Casi dos equipos enteros.
Ya lo sabe, el refrán dice que “no se puede tapar el sol con la mano, ni alumbrar tu camino con una vela”, pero si cambiamos Covid-19 por sol y virus por camino, podemos exactamente entender lo mismo.