Brasil es el país con más casos de covid-19 de Sudamérica, pero es el único de la región donde vuelve el fútbol. Rio de Janeiro es el segundo estado de Brasil más afectado después de San Pablo, pero es el lugar del partido del retorno. Así están las cosas en Brasil. Flamengo-Bangu se cruzan en el Maracaná y sin público, pero con el presidente Jair Bolsonaro en las tribunas.
En Río de Janeiro hay 80.000 casos registrados y casi 8000 personas fallecidas, sin embargo el intendente de la ciudad, Marcelo Crivella, flexibilizó las medidas de seguridad para que los equipos de fútbol puedan volver a entrenarse y autorizó el reinicio del torneo. Una de las tantas paradojas es que en un sector del estadio Maracaná todavía hay instalado un hospital de campaña. Crivella, del partido Republicanos, es un pastor evangelista aliado de Bolsonaro y su familia.
Este regreso del fútbol, que comparado con las medidas de seguridad que se están tomando en el resto de los países de Sudamérica hasta se puede interpretar como una irresponsabilidad, es consecuencia de un deseo expreso de Bolsonaro y expone, además, una división de los clubes: de un lado, los cómplices del presidente, del otro, los que lo enfrentan. Una grieta en clave futbolera.
Los clubes más bolsonaristas son Flamengo y Vasco da Gama. Hace un mes los presidentes de las dos instituciones se reunieron con Bolsonaro para destrabar la prohibición de los entrenamientos y los partidos. El mensaje lo dieron con las fotos que publicaron después de ese almuerzo: el presidente y los dirigentes en una mesa, unos pegados a otros, sin respetar las medidas de protección ni de distanciamiento social.
“A los presidentes de Flamengo y Vasco les interesaba empezar cuanto antes con el fútbol por cuestiones financieras de los clubes. Dicen que hicieron test de covid-19 y que la vuelta del fútbol es segura”, explica João Almeida Moreira, periodista, corresponsal en Brasil del diario portugués A Bola. De todos modos, la situación más compleja es la del Vasco: hace solo dos semanas detectaron 19 casos positivos de covid-19 en el plantel.
Los ocho clubes más chicos de Río de Janeiro están alineados con Flamengo y Vasco. Quiere decir que de la vereda opositora solo quedan Fluminense y Botafogo. Son los que proponen que se postergue la vuelta del fútbol. “Eso no significa que sean opositores a la gestión de Bolsonaro -dice Almeida Moreira-. Esto es algo circunstancial, que tiene que ver puntualmente con este tema”.
Torcidas unidas
Más allá de la postura de los dirigentes de los clubes, los hinchas se pronunciaron. Y ahí no hubo rivalidad. En octubre de 2018, cuando Bolsonaro todavía era candidato presidencial, hinchas de Inter, Flamengo y Corinthians coincidieron en las calles para manifestarse en contra de la candidatura. Lo mismo ocurrió hace dos semanas. Cuando las cifras de víctimas de coronavirus ya era imparable, simpatizantes de Corinthians y Palmeiras compartieron una protesta en San Pablo, a la que se sumaron los de Flamengo en Río y los de Atlético Mineiro y Cruzeiro en Belo Horizonte. La movilizaciones se desarrollaron bajo la consigna "en defensa de la democracia" y la Policía Militar, por supuesto, reprimió con gases lacrimógenos y balas de goma.
Ahora, frente a este regreso apresurado, también hay consenso. “A todos los que nos gusta el fútbol tenemos ganas de volver a a ver a nuestros equipos, de todos modos yo noto que la gente en Río de Janeiro está en contra de la vuelta del fútbol -finaliza Almeida Moreira-. La prensa también es unánime: condena esta decisión de Bolsonaro. En los hinchas debe influir también que el torneo carioca no tiene la importancia de una Copa Libertadores”.