Ariel Ortega es sinónimo de River y uno de los máximos ídolos de la historia del club pero como le pasó a tantos otros futbolistas de élite más allá del amor incondicional de los hinchas tuvo sus diferencias con dirigentes y entrenadores a lo largo de su carrera que en un momento no le permitieron volver y en otro lo obligaron a marcharse como cuando en 2008 después de salir campeón y en un momento personal muy delicado se peleó con Diego Simeone y se fue a jugar seis meses a Independiente Rivadavia de Mendoza.
"Yo no le tengo bronca a nadie, y mucho menos en el fútbol. Son cosas que por ahí me dolieron en su momento pero cuando pasó eso, ese domingo yo fui a la habitación de él y le dije todo lo que le tenía que decir a él y a Nelson Vivas, yo nunca me caractericé por salir a hablar en contra de alguien sin haber hablado antes con esa persona. En ese momento lo re puteé a Simeone y a Nelson y ellos me dijeron las cosas que me tenían que decir y listo. Yo salí a declarar porque me dolió pero primero se los dije a ellos. Me dolió porque fue como una traición. Ya habíamos salido campeones hacía una semana, tranquilamente podría haber jugado aunque sea dos minutos ese partido, salía y me iba de River y se terminó. Siempre me manejé de esa forma. Pero bueno, hay gente que se cree más importante que el fútbol. Cada uno tiene su forma de ser. Yo no discuto la forma que él tiene de trabajar que es excelente, es un gran entrenador pero hay otra cosas que yo priorizo también como que River está más allá de los nombres y es más importante que todos los entrenadores y que todos los jugadores", recordó el Burrito en un Instragram Live imperdible con Atilio Costa Febre.
En esa época el jujeño tenía problemas con el alcohol y Simeone decidió no convocarlo al último partido frente a Banfield, con River ya consagrado, y por ese motivo la relación con su ex compañero en la Selección argentina sufrió una ruptura. Sobre su adicción, el ex futbolista contó su sufrimiento y cómo se repuso: "Fue un momento de mi vida y de mi carrera que estaba muy al revés, hoy por hoy no sé realmente lo que me pasó, como que me agarró el pelotudeo de grande. No le encuentro una explicación, estaba peleado con la vida, enojado con mis compañeros, con los periodistas, con todo el mundo. Muchas veces me preguntaba y hacía todo lo posible para ponerme a todos en contra: a mi familia, a los periodistas y a todo el mundo pero no lo lograba porque había mucha gente que me quería mucho: los hinchas de River, mis compañeros siempre me bancaron a pesar de las cosas que hacía y me arrepiento de fallarles como faltar a un entrenamiento. Esas son las cosas que hoy por hoy más me duelen pero después siempre traté de ser un buen compañero. Son cosas que me han pasado en la vida y por suerte las pude superar, puse muchas ganas, mis hijos empezaron a crecer y gracias a Dios hoy estoy bien tratando de disfrutar la vida, compartiendo con amigos y compañeros pero sí me he mandado cagadas en su momento que me dolían pero no lo supe manejar."
Pese a obtener seis títulos locales y una Copa Libertadores, el hombre de Ledesma asegura que si se hubiera cuidado podría haber hecho una mejor carrera todavía: "Me duele recordarlo porque la podría haber pasado mejor. Hubiese estado mejor entrenado, hecho más goles, jugado más partidos y ganado más títulos pero la vida se me dio así. Todos somos seres humanos y nos equivocamos".