Tras poco más de dos meses de parate por la pandemia del COVID-19 y tan solo dos semanas de entrenamiento, finalmente la pelota volvió a rodar en las canchas de Costa Rica que, de esta manera, se convierte en el primer país de América latina en volver a jugar al fútbol. Esto, claro está, con excepción de Nicaragua que es el único país de la región en la que el fútbol masculino de Primera División nunca se paró.
Obviamente, para que esto sea posible, los clubes deben cumplir a rajatabla con las exigentes indicaciones del protocolo sanitario que elaboró el Ministerio de Salud de dicho país centroamericano en donde, hasta el momento, se han confirmado oficialmente 10 muertes, sobre un total de, apenas 897 casos positivos.
Y entre los futbolistas argentinos que están jugando en dicho país, se encuentra el ex goleador y delantero de la Asociación Deportiva Berazategui, Hernán Gustavo Fener, quien actualmente está descollando con sus goles en la U Universitarios Fútbol Club, que milita en la Primera División de Costa Rica.
“Nunca en mi vida pensé que iba a vivir un momento tan especial como éste. Es muy loco tener que entrenar con barbijos, lavarte permanentemente las manos con alcohol en gel, tener que mantener una distancia de dos metros con el resto de tus compañeros tanto durante los entrenamientos, como al momento de ingresar al vestuario y a la cancha”, explica, en exclusiva para 442, el futbolista nacido el 21 de junio de 1990 en Quilmes, provincia de Buenos Aires.
“El protocolo nos exige un montón de cosas, pero está bien que sea así porque es para preservar nuestra salud y la de nuestras familias. A los entrenamientos tenemos que llegar solos y con nuestra propia ropa y, en la puerta de entrada al club, nos dan alcohol en gel para lavarnos las manos y, una vez adentro del vestuario, la charla técnica no puede durar más de 10 minutos y nosotros tenemos que estar sentados a dos metros de distancia unos de otros, y con el barbijo siempre puesto. En el momento de la entrada en calor, los suplentes tienen que quedarse en el vestuario y ahí no es obligatorio el uso de barbijo", relata el futbolista que lleva convertidos 7 goles en 9 partidos.
Pero las exigencias no terminan ahí. "Cuando regresamos al vestuario tenemos que lavarnos las manos nuevamente y recién después, ir para la cancha. Los equipos deben hacerlo por distintas puertas, en fila y manteniendo siempre la distancia de dos metros entre cada futbolista. Al momento de pisar el césped, un empleado de seguridad nos da alcohol en gel para lavarnos las manos por última vez antes del partido. Y, en el entretiempo tenemos que cambiarnos la camiseta”, cuenta, con lujo de detalles, el argentino que lleva convertidos siete goles en nueve partidos.
Más allá de que los siete partidos que restan para la finalización del actual torneo se van a jugar sin público, lo que más extraña el futbolista que debutó profesionalmente en Berazategui en 2007, es no poder saludarse con sus compañeros para festejar un gol. Como no lo pudo hacer ayer, tras el penal que convirtió en la derrota 3-1 ante Santos de Guápiles, por la 16ª fecha. “Fue muy difícil no poder abrazarme con mis compañeros para festejar el gol, pero el protocolo lo prohíbe. Como también escupir, ponerle la mano en la cara al rival y tomarlo de la mano para ayudarlo a levantarse tras una infracción. Los suplentes deben usar barbijo y sentarse a dos metros de distancia. En cuanto a los árbitros, el único que está obligado a usar barbijo es el cuarto árbitro”, cierra el futbolista argentino que tiene un sueño que lo desvela: “Cuando llegue el momento, quiero retirarme en Berazategui, el club de mis amores”.