viernes 19 de abril del 2024
Luto en el fútbol

Yo lo vi jugar al Trinche Carlovich

Zurdo, lento en un fútbol lento, tiempista, habilidoso y cerebro dentro de la cancha, así jugaba el mito rosarino que fue asesinado para robarle su bicicleta.

Nunca elegí el lado de los ganadores. Seguí la tradición familiar por línea paterna y materna, y me hice hincha de Chacarita Juniors. No llegué a ver la gloria de mi club en 1969 y compensé esa nostalgia por lo que no viví, estudiándolo. Y a las glorias del fútbol argentino las vi, pero muchas veces desde enfrente.

Me tocó sufrir a Diego Maradona el fin de semana que César Luis Menotti le anunció que lo dejaba afuera del Mundial de 1978 y nos ganó con Argentinos Juniors 5 a 0 en La Paternal. Puedo desafiar a quien sea a discutir si no fue el mejor partido que jugó Diego en su vida.

Y por supuesto, también tuve enfrente a Tomás Felipe “el Trinche” Carlovich. Y lo sufrí, como había sufrido al ’10’ en 1978. Mi Chaca cayó en el pozo de la Primera C, cuando era la tercera categoría del fútbol argentino (lo que hoy es la B Metropolitana). Había que salir rápido de esa categoría, y los dirigentes de entonces, con más ingenio que recursos económicos, armaron una selección de jugadores para ascender sí o sí. Cumplieron el objetivo, ganándole a todos los equipos que se le cruzaban, y muchas veces, por goleadas casi inimaginables: 9 a 0, 7 a 0, 4 a 1 a un rival directo por el ascenso en su cancha de la Isla Maciel…

 

La última entrevista del Trinche Carlovich: "Voy en bicicleta a todos lados, esto me hace sentir vivo"

 

Pero en la vida de Chaca siempre hay un pero, y ese ‘pero’ fue ‘el Trinche’ Carlovich. Sólo a dos equipos de esa temporada no le pudo ganar el funebrero: al campeón Lanús, dirigido por don Juan Manuel Guerra y al Central Córdoba de Carlovich, que fue el único equipo que nos ganó en San Martín.

Carlovich fue todo en aquella victoria de los rosarinos que se quedó con el invicto de Chaca. Empatarle al funebrero en su cancha, era como un triunfo para cualquier equipo de la C de aquel año, pero el “Trinche” era otra cosa. Manejó el partido con su inteligencia, con su habilidad de zurdo y con la pelota en los pies. Lento en un fútbol lento, zurdo brillante, cabeza levantada, tiempista. Mientras sus compañeros aguantaban como podían los ataques funebreros, el tipo dormía la pelota, manejaba los hilos de su equipo, le daban la pelota a él y listo, no se la sacaban más. Así, en un contragolpe, Central Córdoba hizo el primero. Chaca fue “a la carga, Barracas” y eso fue pan comido para un jugador inteligente, de otra categoría, que nunca le pesó haber sido visitante en una cancha que ardía. Y cuando Chaca estaba cerca del empate, le dieron una vez más la pelota al Trinche, la dominó, hizo una pausa, levantó la cabeza y se la puso a 35, 40, 50 metros en el pie de un compañero que quedó solo frente a Miguel Angel Rivera, el arquero de Chaca, que nada pudo hacer, y marcó el segundo y definitivo.

 

Cuando Chaca estaba cerca del empate, le dieron una vez más la pelota al Trinche, la dominó, hizo una pausa, levantó la cabeza y se la puso a 35, 40, 50 metros en el pie de un compañero que quedó solo frente al arquero.

 

En la revancha en Rosario, no fue tan vistoso, pero también fue clave en el partido, manejando los tiempos de su equipo y logrando ponerse en ventaja también dos a cero, aunque esa vez sí, Chaca logró empatar, cuando a los rosarinos le empezaba a pesar el esfuerzo físico.

Todavía me duelen aquellos partidos. Muchas veces recordamos más las derrotas que los triunfos, los dolores que las alegrías. Pero también soy un devoto de ese fútbol, el de Diego y el de Carlovich a los que vi jugar en vivo y en directo.

Que descanses en paz, Tinche querido, gracias por tu fútbol.

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