viernes 26 de abril del 2024

Rotular no cuesta nada

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¿Cuántos años llevamos juzgando el estilo futbolístico de los equipos argentinos? ¿Desde qué momento empezamos a dividirlos en defensivos y ofensivos, en amarretes y generosos? ¿Qué situación nos hizo separar los planteos tácticos en menottistas y bilardistas? ¿Es una discusión sin sentido?

Intentaremos aclarar algunos puntos desde nuestro lugar. Hoy existe una carencia alarmante de grandes futbolistas. Veamos. Al finalizar la última temporada o al comienzo de este torneo Apertura, se alejaron Boselli, Angeleri, Otamendi, James Rodríguez, José Sosa, Sebastián Fernández, Marco Pérez, Ismael Sosa, Nicolás Gaitán, Boghossian, Alejandro Gómez y Bertoglio, entre los más importantes. Se fueron varios cracks.

Goles no abundan: ningún equipo tiene dos tantos de promedio por partido. Apenas Godoy Cruz (18) y Vélez (17) sobresalen en la mediocridad. Se hicieron 224 tantos en 100 partidos, lo que significa un flojísimo promedio de 2,24 por encuentro. ¿Desde qué lugar podemos ser exigentes con la ausencia de gritos goleadores en la Argentina si no hay figuras?

Boca y River no terminan de convencer. En realidad, Boca no convence a nadie y cada día juega peor. River gana desde la teoría, ya que según su entrenador siempre ha sido superior a sus rivales. San Lorenzo, Racing e Independiente arrastran sus limitaciones, lo mismo que la enorme mayoría de los participantes del Apertura. Estudiantes y Vélez arrojan a la cara de sus rivales otras cosas: fortaleza defensiva, buenos mediocampistas, potencia adelante. Experiencia y paciencia, contundencia en el momento justo. Por eso están largamente por encima del resto.

¿Juegan bien? ¿Alcanza con ratitos de buen fútbol? Habría que decir que sí. ¿Estudiantes es más “ofensivo” que Vélez?, ¿Gimnasia se colgó del travesaño contra River? ¿El fútbol champán de Godoy Cruz y Lanús tiene irremediables grietas defensivas? Hay diez o veinte preguntas más que tienen varias respuestas de acuerdo a quién sea el interlocutor. Y aquí se genera el dilema: ¿cómo rotular al fútbol argentino? ¿Malo, mediocre, competitivo, aburrido, sin vuelo? ¿Menottista o bilardista? ¿O medio pelo?

Cuánta similitud hay con el panorama político, ¿no? Es ver el vaso medio lleno o ver el vaso medio vacío. ¿Sirve haber puesto en funcionamiento la Asignación Universal por Hijo si no hay vía libre para el 82% móvil para todos los jubilados? ¿Alcanza con la respetada Corte Suprema si no hay justicia con la mayoría de los delitos comunes?...

Mantener el optimismo resulta difícil. Equipos sin vuelo, técnicos hipócritas que declaran de acuerdo al resultado o al frente interno que tienen abierto con el plantel, hinchas que les piden a algunos jugadores que actúen como los cracks que años atrás ocupaban esos puestos, jueces decididos a sancionar poco y gesticular mucho.

Rotular, como se observa, es sencillo. Sobre todo porque lo que pasó este fin de semana puede revertirse siete días más adelante. El candidato al triunfo puede ser presa fácil del supuesto debilucho. Salvo, claro está, Estudiantes y Vélez: los dos pesos pesados del torneo que se verán en Liniers dentro de una quincena. Uno de ambos será el campeón.

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