viernes 26 de abril del 2024

Arruabarrena y Gallardo: los dos mejores de la clase

Los técnicos de River y Boca fueron compañeros en el curso de entrenadores. Esta tarde se enfrentan por primera vez. Qué clase de alumnos eran antes de recibir el diploma.

442

La película de Marcelo Gallardo y Rodolfo Arruabarrena debería llamarse Caminos cruzados, como aquella telenovela mexicana de mediados de los ’90. Ahí por donde anduvo uno, merodeó el otro. Como rivales o compañeros, como jugadores o técnicos, en el país o afuera. No importa: el destino se empecinó en acercarlos, como en esos culebrones que pasa Canal 9. Que hoy se enfrenten como entrenadores nada menos que en un River-Boca es un capítulo más.

Los cruces vienen de antes. Durante los ’90 protagonizaron cinco superclásicos. Antes, Mostaza Merlo los había convocado a un sub-17 y Daniel Passarella a la Selección mayor. Después, el Vasco sucedió al Muñeco como DT de Nacional, de Montevideo. Fueron más de veinte años de idas y vueltas, encuentros y desencuentros. Pero para que la historia sea completa hace falta el golpe sorpresivo, el giro inesperado. Ahí va: durante dos años hicieron juntos el curso para recibirse de técnicos.

Parece de una ficción que dos jugadores históricos de River y de Boca convivan dentro de un aula. Que esa rivalidad que manifestaban en cada superclásico que los enfrentó se diluya entre pupitres y cuadernos. Con Gallardo y Arruabarrena ocurrió. En la promoción 2010 de la Escuela de Técnicos de Vicente López eran dos alumnos más. Uno había ganado un tricampeonato y la Libertadores con Ramón, el otro había integrado el equipo campeón de todo con Bianchi. Pero nada de eso se evidenciaba dentro del curso. Como buenos enemigos íntimos, dejaban sus diferencias en la vereda, estudiaron sin camisetas ni chicanas. “Tengo el mejor recuerdo de ese grupo –dice Gastón Casas, ex compañero de la escuela–. El Muñeco y el Vasco tenían más trayectoria futbolística que el resto, venían de River y de Boca, habían ganado muchas cosas, pero no lo hacían notar. Iban a aprender, como todos”.

Gallardo alumno era una esponja. Arruabarrena alumno era un obsesivo. El Muñeco participaba mucho en clase desde las ideas: escuchaba, aportaba y preguntaba sobre tácticas, estrategias, conceptos. Le interesaba debatir sobre fútbol pero sin la banda roja en el pecho. El Vasco, en cambio, era el típico estudiante colaborativo y solidario: el primero en llegar, el último en irse, siempre dispuesto a dar una mano a los profesores o algún compañero. “Dejaron un gran recuerdo en la escuela. Siempre se respetaron, a pesar de que eran referentes en sus clubes evitaban llevar a las aulas las gastadas. Para la institución es un orgullo que dos egresados se enfrenten nada menos que en un superclásico”, dice Luis Lescurieux, el director de la escuela.

El único episodio vinculado a la camiseta que recuerda Lescurieux es cuando una profesora de psicología, hincha de River, le preguntó a Gallardo cuándo iban a ganar un partido. El Muñeco cursaba primer año y todavía se jugaba sus últimas fichas como jugador, pero el equipo estaba haciendo una campaña bastante floja. Por eso, la inquietud de la docente. La cuestión es que la pregunta no le cayó muy bien a Gallardo. Por respeto no le respondió, pero la mirada de odio quedó grabada en la memoria de la profesora.

Ahí, en esas aulas de la Escuela de Técnicos de Vicente López, El Muñeco y el Vasco empezaron a moldear lo que ahora muestran sobre el campo de juego. Le sumaron teoría a sus ideas. Le dieron contexto a sus influencias. “River apuesta al buen juego, Gallardo arma el equipo en función de los delanteros, por algo es el que más goles a favor tiene”, detalla Lescurieux. “Boca es más bianchista”, define Gastón Casas. Más allá de tácticas y esquemas, los ex compañeros de curso se cruzan por primera vez como entrenadores. Estarán a unos metros, cada uno en su mundo, lejos de las tizas y los cuadernos con apuntes. Hasta las siete de la tarde, cuando Mauro Vigliano diga se acabó y se sabrá cuál de los ex alumnos se queda con los puntos.

Sin cambios y con más de mil policías. River va primero, juega lindo y es el equipo con más goles a favor en lo que va del torneo. Boca merodea la mitad de tabla y es irregular, pero con la llegada de Arruabarrena parece haber encontrado cierto equilibrio. Así llegan los dos más grandes al Superclásico. Sin cambios ni sorpresas, con los mismos titulares que la fecha pasada y la misma ansiedad que provocan cada vez que se enfrentan.

Las puertas del estadio se abrirán a las 13, cuatro horas antes del comienzo. Por las internas en la barra brava de River habrá un operativo policial con 1.250 efectivos, lo que da un promedio de uno cada cincuenta hinchas.

(*) Esta nota fue publicada en la edición impresa del Diario PERFIL.