Mientras seguimos intentando acostumbrarnos a esta nueva normalidad que nos entrega el fútbol europeo, más se extraña nuestra liga. Los partidos sin público, con sonido ambiente artificial, con más cambios, con suplentes con barbijos y festejos reprimidos no nos terminan de llenar. Obvio que la vuelta de Messi es un incentivo extra, pero aun así algo nos falta.
Y en una semana en la que los atletas clasificados a Tokio lograron la autorización para volver a las prácticas con todas las medidas sanitarias necesarias y en la que miles de “deportistas” tuvieron la chance de salir a la calle a ejercitarse, es difícil no preguntarse por qué los futbolistas no pueden, con los protocolos pertinentes, volver de a poco a los entrenamientos.
Se sabe que algunos de los jugadores con más espalda ya comienzan a inquietarse por la situación y hasta Andrés D’Alessandro reconoció que habló con Leo Ponzio para explicarle cómo fue el proceso que atravesaron en Brasil. "Es difícil aceptar que no se les permita entrenar a los clubes y liberen a 10 mil o 20 mil runners", manifestó el ex River y referente del Inter de Porto Alegre al ser consultado por esa charla. Es cierto que nuestros vecinos no son ejemplo de nada en cuanto a las medidas tomadas en el último tiempo, pero sí se puede tomar lo mejor para implementarlo con responsabilidad en Argentina.
El ministro de Salud de la Nación, Ginés González García, puso paños fríos y terminó con esa esperanza al afirmar que no entiende la ansiedad para que “vuelva a entrenarse en el fútbol competitivo” y es sumamente respetable. Pero hasta el mismísimo Alberto Fernández tiene inquietudes diferentes, al punto que se reunió con Marcelo Gallardo para informarse de cómo debería darse la tan esperada vuelta del fútbol.
Esto no quiere decir que esté bien la medida tomada por Deportivo Riestra. En absoluto. Esa decisión arbitraria y unilateral no solo fue en contra del pacto de los clubes con AFA sino que violó la cuarentena establecida en el AMBA. Y el castigo debe ser a la medida. Pero hubo otra situación que me dispara una reflexión diferente, y es el caso de Godoy Cruz. Si bien coincido en que no tiene sentido cortarse solo, tampoco se entiende que en las provincias que están más aliviadas en cuanto a las cifras de contagiados, o que incluso no tienen casos positivos, no puedan retomar lentamente los entrenamientos. ¿Es una ventaja respecto al AMBA? Puede ser, pero también lo es que muchos clubes cuenten con mejores gimnasios y equipamientos deportivos mucho más modernos o que algunos futbolistas tengan maquinarias en sus casas y otros tengan que moverse en un monoambiente.
Entiendo que la ansiedad es contraproducente en un momento en el que nos preparamos para la peor etapa de contagios, pero es la sensación que nos generó a muchos ver las imágenes de tanta gente corriendo libremente y a los jugadores encerrados. Ojalá pronto podamos tener novedades no solo por lo que significa culturalmente el fútbol sino también para que comience a girar nuevamente la rueda de una industria que genera mucho en nuestro país. Por supuesto, siempre con sentido común y priorizando la salud.
Esta nota fue publicada en la Edición Impresa del Diario Perfil