miércoles 11 de diciembre del 2024
Análisis

La AFA, el ministerio de Educación y la historia de Oscar

Fue un hecho que pasó casi desapercibido. Tal vez por haber sido realizado un sábado o por las polémicas arbitrales y deportivas que hubo en el fin de semana que taparon cualquier otra noticia. Aun así, para aquellos que nos sentimos comprometidos con la educación y el deporte, fue una noticia que genera entusiasmo.

El compromiso entre el ministro de Educación de la Argentina, Nicolás Trotta, y el presidente de la Asociación del Fútbol Argentino, Claudio Tapia, al firmar “Alentar: Estudiar es tu mejor jugada", es un mensaje. El nuevo programa apuntará a incentivar y acompañar el recorrido académico y pedagógico de futbolistas varones y mujeres para promover la terminalidad educativa y fortalecer sus trayectorias escolares. Un compromiso que el fútbol argentino asumió innumerable cantidad de veces y no solo nunca lo cumplió, sino que cada vez está peor.

De manera progresiva, década tras década, se fueron incrementando las dificultades sociales y las imposiciones burocráticas que debe afrontar la juventud para llevar adelante una carrera dual de deportista y estudiante. Especialmente, en el fútbol, donde cada vez es más exigente el camino, está más latente la posibilidad de una transferencia que cambie todas las ecuaciones de vida y hay menos futbolistas con títulos universitarios.

Es cierto que no es una tarea sencilla, pero en los años recientes hubo muchas fotos y muchos actos, varios titulares de noticias y palabras cargadas de compromiso a las que se las llevó el viento. Sin ir muy lejos, a comienzo de 2016, en el inicio de una nueva gestión en la secretaría de Deportes se planteó un desafío similar. Para colmo, la secretaría en ese momento formaba parte del Ministerio de Educación y Deportes, por lo que comprometerse con la finalización escolar del deportista federado, especialmente el futbolista, debería haber sido un leitmotiv. Tristemente, finalizada la gestión, no se completó ningún plan y cinco años después, pandemia mediante, la deserción escolar entre futbolistas está a niveles nunca vistos antes. Una constante del 2020 en los futbolistas juveniles de clubes de AFA fue: el retorno a sus casas (por el cese de entrenamientos) y la desconexión escolar.

El 5 de agosto de 1895 y en el seno de una familia inmigrante, pero relativamente pudiente, nació Oscar Ivanissevich. En la Argentina de fines del siglo XIX, la situación con el fútbol y la educación era otra. El joven Oscar, desde muy pequeño, cumplió con la máxima griega “Mens sana in corpore sano”. Su educación primaria, en el King Edward College de Buenos Aires, estuvo cruzada por los libros y la pelota. Prontamente, se destacó como centro delantero y al promediar la secundaria, le abrieron la puerta para que se uniera al histórico y destacado Alumni Athletic Club (máximo campeón de la era amateur del fútbol argentino).

Luego de un breve pasó por Kimberley, finalmente recaló en el Club Atlético Estudiantes, donde llegó a ser capitán y se ganó un lugar como representante de la embrionaria selección argentina de fútbol. Hizo toda su carrera estudiando, pero como el fútbol no era rentado y había que sostenerse económicamente, a los 25 años colgó los botines para dedicarse a la medicina.

En aquellos tiempos, en el ideario de millones de jóvenes argentinos, el fútbol todavía no se había transformado en ese espacio rutilante de ascenso social, que hoy es, ni existía la fastuosa retribución económica actual. Mientras que la educación universitaria, como era de acceso selecto y oneroso, tampoco podía ser considerada un trampolín social.

Obviamente con el paso de las décadas, la realidad fue cambiando. Primero con la gratuidad universitaria y la obtención de un título que mejorara las posibilidades de desarrollo personal. Luego, con la retribución económica de la pelota. Llamativamente, cuanto más potente se fue haciendo el ascenso social que permitía el fútbol, más se fue dificultando su implementación en paralelo. Por eso, en la historia del fútbol argentino de mediados del Siglo XX hay muchos futbolistas universitarios y, a medida que pasó el tiempo, ese número se fue reduciendo. La dicotomía entre jugar al fútbol o estudiar se fue exacerbando.

"El programa se propone que las y los jóvenes futbolistas argentinos finalicen sus estudios obligatorios y estudiar será una condición para ser convocados por los clubes. Debemos, como Estado, brindarles las herramientas para que se desarrollen plenamente, porque no podemos dejar de considerar que el fútbol es una carrera corta", afirmó el ministro Trotta en la presentación del programa.

Por el momento, los pormenores del compromiso no han sido comunicados. No se sabe quién estará a cargo, ni cómo se implementará, ni cuantos recursos se asignará, ni a quién ni de qué manera se controlará. Aparentemente, el programa contempla asignar material de apoyo, pedagógico, didáctico y/o tecnológico y lo único que está claro es el “quiénes” (futbolistas federados), el “cuándo” (a partir del 2021) y el “donde” (en todo el país).

"Es fundamental que trabajemos desde el Estado para fortalecer el derecho a la educación para el desarrollo cognitivo y el ejercicio de las capacidades físicas, psíquicas y emocionales porque no sólo contribuye a un mejor fútbol sino a la construcción de una sociedad plena”, dijo la secretaria de Deportes de la Nación, Inés Arrondo, con una mirada amplia y acertada. Todavía transitan las canchas personas con miradas sesgada sobre la pelota que piensan que la única inteligencia que hay que cultivar en el futbolista es la que permite jugar mejor. Eso no es así.

En la misma conferencia de prensa, Claudio Tapia anunció que el próximo torneo infanto-juvenil se llamará “Alentar: Estudiar es tu mejor jugada", el mismo nombre que tiene el programa. Implementarán la obligatoriedad escolar y se estimulará fuertemente el estudio entre los futbolistas. Ojalá se cumpla y tengamos muchos Oscar Ivanissevich, quien no solo fue futbolista de la selección argentina y médico cirujano, también fue ministro de Educación entre 1948 y 1950, durante el primer gobierno de Juan Domingo Perón, justamente en el momento en el que el decreto presidencial 29.337 instauró el cese de aranceles y la gratuidad universitaria.

Obviamente, Oscar no ha sido el único que supo unir educación y fútbol, pero claramente tiene un lugar en la historia. Ojalá recordemos a este programa dentro de 50 años como un punto de inflexión en la educación de les futbolistas. El tiempo y las acciones dirán.