Integrado un extenso listado de figuras del deporte que se han ido retirando, la cuál en algún momento formará parte Lionel Messi, otro excelso atleta argentino le puso punto final a su exitosa carrera despidiéndose con la frente en alto.
Se trata de Santiago Lange le dijo adiós al circuito olímpico después de una vida dedicada a la alta competencia. El ganador de la medalla de oro en vela en Río 2016 junto a Cecilia Carranza no logró la clasificación para los Juegos Olímpicos de París 2024 con su compañera Victoria Travascio y le puso punto final a su extensa y exitosa carrera, semanas antes de cumplir 62 años.
Lange utilizó las adversidades que tuvo que atravesar a lo largo de las distintas etapas para llegar mucho más alto de lo que podía soñar. Dijo presente en siete de las máximas citas del deporte y antes de obtener la dorada, ganó dos medallas de bronce en Atenas 2004 y Beijing 2008 con Carlos Espínola, aunque el mismo resultado significó diferentes sensaciones para el regatista.
Tiempo más tarde le diagnosticaron un cáncer de pulmón que puso en juego la continuidad de su carrera. No obstante, a pocos meses de superarlo se subió a la cima del podio en Río. Así fue y es Santiago Lange, una gloria del deporte argentino que repasó su trayectoria en una entrevista con la agencia Noticias Argentinas.
¿Cuáles fueron los motivos de la decisión de alejarte del circuito olímpico?
La decisión estuvo tomada principalmente porque no clasificamos a París. Ya sabía que era un período difícil porque con Vicky empezamos apenas terminó Tokio y lleva un proceso, pero lamentablemente la federación decidió tener el selectivo este año, cuando nosotros creíamos que podía ser el que viene. Se volvía muy difícil acoplar un equipo en un año para alcanzar el nivel en el que debíamos estar. Sin la ilusión o el objetivo de ganar una medalla, no estaba para navegar todos los días o para esperar a los Juegos de Los Ángeles de 2028, lógicamente.
¿Cómo estás personalmente luego de haberlo anunciado?
Todos piensan que uno está mal, pero yo por ahora me siento muy tranquilo. Fueron tantos años dedicados a eso y me ha dado tanto que creo que ya fue demasiado. A veces leo que un jugador de fútbol se tiene que retirar a los 35 años, cuando se siente joven y quiere jugar más tiempo.
Yo tengo la edad que tengo y ya fue suficiente. Es hora de hacer otras cosas. Creo que dentro de dos o tres meses voy a extrañar el entrenamiento y cuando prenda la televisión para ver los Juegos Olímpicos voy a llorar, seguro, pero creo que todo lo que me espera es maravilloso. Cosas que durante toda una vida no hice. Hay mucho por aprender y por hacer, estoy muy feliz con la decisión.
¿Qué es ahora lo que se viene, que había quedado relegado o postergado por tu carrera?
Cuando uno está metido en el alto rendimiento, la única manera de funcionar es poniéndote ojeras como los caballos. No podés mirar para los costados. Tenés que tener claro el objetivo que está adelante, a no ser que seas un gran talento o un superdotado, porque si no no llegás.
Lo más lindo es poder mirar para todos lados. Decir que sí a lo que venga. El alto rendimiento te hace dejar infinidad de cosas de lado, pero es por una elección personal. Necesita mucha exigencia, pero es una elección y por eso no me molesta, hasta lo voy a extrañar.
¿Cuál es la parte negativa de competir en el alto rendimiento?
Al ser una elección, no diría que hay una parte mala. Todo es opuesto en la vida. Si vos te tirás todo el día en una playa a no hacer nada, te va a faltar adrenalina. Y si tenés mucha adrenalina, te va a faltar la paz.
Yo voy a extrañar las emociones que te brinda el deporte, que no creo que las vuelva a vivir. O quizás sí… La derrota, la victoria, el después de perder y el deseo de darlo vuelta, la satisfacción de mejorar, la formación de equipos, la admiración por tus compañeros y el respeto por los rivales. Pero vendrán otras cosas lindas que me brindarán otras emociones. Tal vez hablamos dentro de un par de años y te digo que son alucinantes también.
Me llama la atención que mencionaste primero a la derrota que a la victoria…
Mirá… Es bueno porque este último tiempo no te diría que lo disfruté, pero mi gran motor era todo lo relacionado a tratar de ser inteligente para entrenar y prepararnos, y me dejaba muy enchufado el después de una derrota. Pensar de qué manera podíamos mejorar el nivel. Hay muchos aprendizajes en la derrota y a lo largo de la trayectoria deportiva empezás a verla como un desafío muy lindo. Cuando te vas de un torneo derrotado porque alguien fue mejor, es una gran etapa ver cómo das vuelta la tortilla.
Es como una invitación constante al trabajo…
Exacto, y es una invitación muy muy linda. Los años me llevaron a verlo así. Justo después de la derrota te ves invadido por la tristeza y la bronca, pero en los días posteriores lo ves diferente. Tuve la suerte de ser muy longevo en el deporte, por lo que aprendí a disfrutar mucho lo que hoy está muy trillado, que es el proceso y el camino. Que haya alguien mejor que vos te obliga a entrenar más. A veces escucho que salir octavo es igual a una victoria y es verdad, pero todos somos animales de competencia y en el fondo ganar es más lindo. Uno quiere llegar a los Juegos Olímpicos y que suene su himno. Siempre depende de los objetivos, porque si uno deja todo, aunque no gane, también puede tener éxito.
El exitismo parece cada día más arraigado socialmente, existen muchas opiniones sin contextos como en el caso de Delfina Pignatiello en Tokio, ¿cómo lo ves?
Es la ley número uno del deporte, tener claros los objetivos. Creo que lo que le pasó a la gente fue que vio erróneamente que el objetivo era ganar y se olvidaron que eran los primeros Juegos de Delfi. Muchos de sus logros habían sido juveniles y hay un abismo entre el juvenil y un Juego Olímpico. Eso es lo que pasa, como muchas personas no conocen tanto de deporte, a veces hasta confunden las competencias. Y los medios lo disimulan en la búsqueda de generar alegría en la gente. Se mezcla todo y después viene el bajón cuando creés que podés ganar y saliste quince.
Hablaste con Noticias Argentinas en el Mundial de fútbol de Qatar, luego de la derrota de Argentina con Arabia, y tu visión fue muy centrada y con la misma confianza que antes de iniciar el certamen, ¿por qué pensás que se pasa de un extremo al otro en las opiniones?
Supongo que es porque los que opinan no compitieron. Cuando uno compite, sabe los riesgos que hay. Que el deporte cada vez está más parejo y que Arabia puede ganarle a Argentina hoy en día.
Quizás hace 15 o 20 años no. Hay más competitividad, el conocimiento fluye más, pero recuerdo que dije por qué vas a cambiar la opinión por un partido. Es lo mismo que ahora pasa con el rugby. Si todos pensábamos que era un buen equipo, que Argentina está creciendo en la disciplina, no podemos pensar hoy que porque perdió con Inglaterra es todo un desastre.
Nosotros ganamos el bronce en Atenas y yo todavía no sé por qué perdimos la medalla de oro. Nunca llegué a descubrir qué tendríamos que haber preparado diferente o qué hicimos mal durante la competencia. Las cosas se dieron. Cuando competís, entendés que nada está garantizado.
Fue tu primera medalla de bronce, pero pareciera que te quedó un sabor agridulce, incluso tantos años después…
Por supuesto. Llegamos al torneo primeros en el ranking mundial, campeones del mundo, campeones de Europa, navegando súper bien y muy bien preparados. Pero bueno, no se dio. Así como puedo decir que en Río se dio, pero tranquilamente podríamos haber salido cuartos si los rivales no se equivocaban, más allá de que nosotros navegamos bien. No hubiésemos recuperado la primera penalidad, que había sido injusta… Cuando sos deportista, vivís los dos lados.
¿Y Beijing de qué manera lo recordás?
Absolutamente increíble, hicimos cuatro años de trabajo en uno. Fue impresionante. ¿Podríamos haber ganado los Juegos? Sí. Pero a mí me gustan los triunfos que están basados en el trabajo.
Apostamos al poco viento, porque así es en China, y hubo un día de mucho viento que perdimos varios puntos. Podía pasar y estaba dentro de lo esperado. Ganamos el bronce y podríamos haber ganado la de oro, pero no es la misma sensación que en Atenas.
El oro lo ganaste muy poco tiempo después de transitar la enfermedad, ¿fue una de las claves todo lo que te tocó atravesar para llegar a lo más alto del podio en Río?
La adversidad nos ayudaba a ser mejores. Y fue algo que pensé mucho en la preparación para Tokio. No teníamos adversidades y yo pensaba en cómo simular eso que nos había hecho tan fuertes antes de Río. La pandemia, por ejemplo, yo la veía como una oportunidad para nosotros porque creía que sabíamos manejar muy bien las adversidades. Hicimos mil cosas para poder entrenar, nos fuimos de Argentina, Ceci fue a España y volvió rebotada, se tomó el mismo avión y a los cinco días estaba viajando para Italia… Siempre pensamos de esa manera, esto lo vamos a dar vuelta. Son realidades que tocan afrontar.
¿Te hubieses imaginado cuando empezaste que podías tener una carrera semejante?
Sin lugar a dudas que no. Todos los sueños a uno le vienen de muy chiquito, pero en ese entonces era imposible soñar en la Argentina con llegar a unos Juegos Olímpicos en vela. Ni te digo toda la parte profesional. Era realmente impensable.
¿Cómo ves el deporte argentino?
Yo lo vengo diciendo hace muchos años. Creo que tenemos la suerte de tener la mejor estructura de clubes del mundo. He viajado por muchos países y no vi jamás la cantidad de clubes y la cultura de club que hay en la Argentina. En todos lados hay un club y eso genera que sea un pueblo muy deportista.
Por eso, el deporte argentino siempre va a estar vivo. Ahora bien, en los juveniles tenemos desarrollos y resultados súper buenos, pero después está la gestión del alto rendimiento. Así como lo pienso dentro de mis equipos, siempre hay mucho por mejorar. Ya después podés empezar a hablar de las federaciones, del apoyo de la sociedad, de todos los clubes fundidos… Hoy en día es difícil llegar a los chicos y enseñarles valores como la disciplina o el respeto, qué mejor que el deporte para hacerlo. Igual que el arte, son disciplinas que tienen una llegada muy fuerte. Yo soy un gran fanático de los clubes y creo que hay que ayudarlos para que sean una herramienta, porque son los cimientos del deporte en la Argentina.
¿Qué le dirías a un deportista que está dando los primeros pasos de su carrera?
El deporte es para disfrutar, para entender los valores como el respeto, la amistad y la excelencia. Uno tiene que vivir acorde al sueño que tiene. Si el sueño es muy grande, si sos tenista y querés ganar un Grand Slam, tenés que vivir acorde a eso. Hay que plantearse los objetivos. Si tu objetivo es simplemente practicar deporte y ganar el campeonato del barrio, está más que bien. Todo tiene que tener un equilibrio. Hay que entender que es un juego y cada uno tiene que diseñar su propio camino.
JP