Mientras Díaz Acosta y Coria siguieron creyendo en ellos, Alcaraz trabajó duro para destrabar a Vavassori y facilitarse el cierre. Etcheverry se retiró lesionado cuando estaba set iguales con Jarry.
Díaz Acosta crece
Facundo Díaz Acosta es un chico aún. A sus 23 años todavía le cuesta naturalizar lo que va consiguiendo. Sus propias palabras luego del encuentro lo indican: “estaba súper nervioso, ya desde el arranque del partido 3-0 me sorprendió estar arriba tan fácil y ahí como que me entraron las dudas, los nervios, pero traté de enfocarme en el momento y no pensar tanto en todo el contexto, sino jugar el siguiente punto y creo que eso me dejó seguir ahí tranquilo”. Aunque a la vez tiene la claridad para expresar que “toda la semana me sentí muy bien, estoy muy contento por cómo estoy jugando y ojalá pueda mantenerlo por muchas semanas seguidas”.
Su tenis se sigue consolidando. Muy bien con el servicio, zurdo y de juego profundo, molestó al serbio Dusan Lajovic, que no inquietó ni puso en riesgo la victoria del argentino en ningún momento. Algunos toques de virtuosismo de Facu le agregaron color y sonrisa a un trabajo sobrio y sin grietas que al cabo de 1 hora 23 minutos con un 6-4 6-3, lo depositó en semifinales.
Díaz Acosta sigue dando pasos hacia el click que lo haga sentir perteneciente a una élite a la que pueda aspirar tranquilamente porque tiene tenis, inteligencia, modestia y un experimentado equipo capitaneado por Mariano “Mona” Monachesi.
Coria suma fe
Federico Coria derrotó a Sebastián Báez por 6-1 6-4 y ratificó su fortaleza física para jugar con intensidad en días consecutivos, sin importar el sol y el calor. Esto no es poco decir, ya que su rival también se caracteriza por ese aguante al rigor, pero en esta instancia fue el santafesino quien tuvo la convicción y la decisión de llevar la delantera en el encuentro, con un comienzo arrollador que lo puso 5-0 arriba en el marcador en pocos minutos. Una pequeña reacción del bonaerense le permitió evitar quedarse sin juegos en el set de apertura, pero aunque Báez intentó revertir la situación, la tónica mental se repitió en el segundo parcial, y si bien Coria tuvo algún tropiezo con quiebre incluido, se rehizo inmediatamente, rompió él nuevamente el saque de Báez, retomó la ventaja y la mantuvo con autoridad hasta el final.
“Hoy creo que jugué un gran tenis. Muchas veces lo hago entrenando, y de eso se agarra mi equipo para hacerme creer que lo puedo hacer después en los partidos. Obviamente va de la mano de la maduración, de animarse. Creo que hoy fui muy sólido, le hacía picar la bola y cuando tenía la oportunidad lo atacaba. Para ganar un partido ante un rival tan duro tenía que ser protagonista y creo que cumplí a la perfección con la estrategia”. Así pintó Coria su mirada de lo que consideró “un grandísimo partido” de su lado.
Alcaraz cumple
La diferencia entre los principales tenistas y el resto es que aunque ambos puedan tener similares cualidades técnicas, la concentración, la frialdad, la determinación los distinguen. Carlos Alcaraz y Andrea Vavassori jugaron un primer set muy parejo, sin quiebres y con el italiano dando la talla. Claro, llegaron al 6-6 y en el tiebreak quedaron en evidencia esas disimilitudes. Todo lo bueno hecho por el italiano hasta ahí no pudo sostenerlo, mientras que Carlitos mantuvo y hasta elevó un poco la vara. Así las cosas, el español tomó la delantera con un contundente 6-0 y su rival sólo pudo sumar el punto del honor para dejar el parcial en el camino por 7-6(1).
Ya con la mitad del camino recorrido, quedó para Alcaraz presionar al principio del segundo set y dejar en claro que no estaba dispuesto a jugar otra hora de tenis. Y fue un show de drives, reveses, drop shots y globos, que desconcertaron y terminaron de cansar a su rival, que vio que no había manera de conmover al ibérico. El lapidario 6-1 fue el reflejo en números del desarrollo del juego.
“Hoy he mantenido muy bien el nivel, no hubo muchos altibajos, he estado concentrado, más lineal, a no dejar que me haga break (Vavassori), yo creo que esa ha sido la gran clave para sacar adelante este partido. Me sentí muy bien a pesar de las condiciones. Había muchísimo viento, rachas de viento de un lado para otro en el mismo juego, o sea que ha sido difícil de lidiar con ello pero he mantenido el nivel a pesar de las circunstancias que ha habido en el partido”. De esta forma resumió el español su triunfo costoso al principio pero más holgado luego.
El dolor de Etcheverry
Durante los dos sets que se jugaron entre Tomás Martín Etcheverry y Nicolás Jarry siempre dio la impresión de que el argentino tenía más variantes, más ductilidad que el chileno. El juego de este último es simple, se caracteriza por un terrible servicio, una gran velocidad de pelota y potencia con su drive. En el caso de Tommy también tiene esos atributos pero a ellos le suma efectos, toques y algunas voleas. Es un jugador que puede participar con comodidad de intercambios violentos, pero también acomoda su juego a una dinámica cambiante y más pensada.
El primer parcial comenzó muy parejo hasta que el platense quebró y se colocó en ventaja 3-2. Jarry se repuso inmediatamente, pero en el noveno game la presión del argentino volvió a hacer equivocar al trasandino y le dio el liderazgo a Etcheverry que con solvencia mantuvo el saque para adjudicarse la manga por 6-4.
Al inició del segundo set se encendieron las alarmas cuando Etcheverry solicitó atención médica, primeramente en el piso frente a su banco, y luego fuera del estadio. Una molestia en la pierna que se hizo cada vez más evidente motivó que la movilidad del argentino se fuera reduciendo notoriamente con el paso de los minutos. Con mucha entereza sostuvo su permanencia en el encuentro tratando de cerrarlo en dos sets, pero apenas arañó el 5 iguales salvando set point, lo que no puedo hacer en su siguiente turno de saque, cayendo por 7-5.
Igualado el encuentro, Etcheverry se dirigió a su equipo para consultar si seguir o no jugando dado su estado físico y el inequívoco consejo fue que la continuidad podría agravar la eventual lesión que pudiera haber sufrido hasta ahí. Lo siguiente fue el saludo al umpire entre lágrimas y la espera del regreso de Jarry al court para estrecharse en un abrazo de cierre, luego de que el chileno se había retirado al vestuario momentáneamente.
Posteriormente, desde el cuerpo técnico de Etcheverry se informó que sintió un pinchazo, y que los estudios determinarán si sufrió alguna afección. Una pena que éste haya sido el final de un excelente encuentro, aunque también queda claro que aún si el argentino se hubiera impuesto en dos sets, su presencia en la semifinal nada menos que frente a Alcaraz hubiera estado en seria duda.