martes 19 de marzo del 2024

Dobles, triples y dólares: el show se agiganta

La temporada de la NBA que acaba de comenzar viene renovada: superequipos, más presupuesto, nueva marca de indumentaria y sponsors para las camisetas.

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La realidad mutó abruptamente, las franquicias abandonaron a Adidas y se abrazaron a Nike, los fanáticos alrededor del mundo comenzaron a contar los días para el comienzo de una nueva temporada y Michael Jordan se indignó. Fue, en verdad, cuestión de semanas.

Ya el año pasado dos verdaderos “superequipos”, tal como se los bautizaron, jugaron la final de la NBA. Se impuso Golden State, comandado en la dirección técnica por Steve Kerr, un maestro en estrategia y en motivación positiva y, adentro de la cancha, por leones defensivos como Klay Thompson, Draymond Green y Andre Iguodala, y ofensivos como Stephen Curry, Kevin Durant y el propio Thompson.

Pero la unión entre Curry y Durant, el aumento del tope salarial de los clubes y la introducción, por primera vez, de un sponsor fuerte por camiseta, modificaron abruptamente el panorama también porque a LeBron James le dijo adiós explícitamente a su socio ideal en Cleveland.

Sin Kyrie Irving, un base mágico que partió hacia Boston a cambio de Isaiah Thomas, Jae Crowder, Ante Zizic y dos futuras selecciones del draft, Cleveland se configuró con esos nuevos valores, colocando como titular a un experto en defensa como Crowder y esperando la evolución física del pequeño y aguerrido Thomas. Pero además adquirió a dos de los veteranos más talentosos de las últimas décadas: Dwyane Wade y Derrick Rose.

El público espera un año cargado de competitividad donde no solo salgan favorecidos los superequipos sino otros que se reforzaron muy bien y cuyos modelos de gestión apuntan más al trabajo colectivo.

Tal es el caso de San Antonio, que sumó a un alero de gran capacidad atlética y talento ofensivo, como Rudy Gay, y que puede sorprender a más de uno si mantiene sanas sus mejores piezas, dirigido como está por un hombre más autoritario pero no menos genial y con más experiencia que Kerr: Gregg Popovich.

Un párrafo aparte merecen los Boston Celtics de Brad Stevens, que cuentan con jugadores jóvenes, atléticos y veloces entrenados en el arte de la defensa y el pase adicional, pero que tienen, sobre todo, al poderoso trío de Kyrie Irving, Al Horford y Gordon Hayward.

Línea final, precisamente, para el pobre Hayward, que vino desde tierras mormonas a reencontrarse con el coach Stevens con toda la ilusión del mundo y luego de que Boston pagara 128 millones de dólares por cuatro años de contrato.

Su debut, una escalofriante fractura expuesta que provocó pavor, lágrimas y rezos, no pudo haber sido más triste, y para recuperarse deberá esperar meses que serán largos e inciertos.

Manu a los 40. Ginóbili disputó su primer partido de la temporada el miércoles 18, una victoria de San Antonio contra Minnesota en la que el goleador fue LaMarcus Aldridge y en la que el bahiense convirtió nueve puntos, capturó tres rebotes y dio cuatro asistencias durante los 20 minutos que jugó, una cifra envidiable para un hombre que tiene 40 años, como el brillante triplero Jason Terry, de Milwaukee, el estelar Vince Carter, de Sacramento, y el legendario Dirk Nowitzki, de Dallas.

Como ellos, Manu sigue tan campante. Y después de ese debut en la que será su temporada número 16 en la mejor liga de básquet del mundo, declaró: “Ese correr y esforzarte tanto hacen que esa noche y la mañana del día siguiente sean más complicadas… jugué 20 minutos y siento que fueron 40, 42”.

Nowitzki podrá ser el mejor extranjero de todos los tiempos, pero el único abuelo adorable en esta historia nació en la Argentina.

(*) Nota publicada en la edición impresa del diario Perfil.