lunes 06 de mayo del 2024

Una Pyme que mueve a Brasil

Con 19 años, Neymar ya tiene una maquinaria que trabaja para su formación. Una cresta y mucho talento.

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La empresa 9nine que preside Ronaldo lo asesora. También lo capacita: por ejemplo, ya lo envió a tres cursos de media training que incluían simulacros de entrevistas periodísticas. Una fonoaudióloga lo ayuda a perfeccionar su dicción. Una profesora de inglés le da clases una vez a la semana. Un estilista lo viste. Un peluquero trabaja, alisamiento del pelo y aplicación de gel fijador mediante, en su peinado alla mohicano. Una podóloga se encarga de la estética de sus pies y sus manos. El Santos, el equipo en que juega, estructuró de la nada un departamento de mercadotecnia para explotar sólo su imagen. En fin, además de un futbolista fenomenal (que es lo que es, ante todo), Neymar, el personaje de esta historia, no es, ni por asomo, un improvisado, sino un producto (en la acepción comercial de la palabra) de un fútbol híper profesionalizado que tiene a Cristiano Ronaldo como su mayor exponente.

En el nombre del padre. La aparición de Neymar da Silva Santos Junior en las marquesinas mediáticas, allá por 2009, no llamó demasiado la atención en Brasil. El pibe era noticia, y millonario ya desde los 13 años (hoy, por si acaso, tiene apenas 19). Entonces, su representante, Wagner Ribeiro, presionó al Santos para que le ofreciera un contrato al pibe. Pero la dirigencia, reacia, no quiso saber nada. Astuto, Ribeiro le consiguió a Neymar una prueba en el Real Madrid. Neymar viajó, participó de la prueba y atrajo el interés de los dirigentes del Real Madrid, que lo quisieron incorporar a sus divisiones inferiores. Recién allí la dirigencia del Santos reaccionó: le ofreció un millón de reales a Neymar. “Pensar que hubo gente que me tildó de loco”, recordó el 23 de junio el entrevista con la revista Istoé.

Entonces, Neymar era ya una pyme, y su padre, también llamado Neymar, renunció a su trabajo de mecánico y se puso a improvisar, a la par de Ribeiro, como representante de su hijo. También como administrador del dinero. Hasta hoy, inclusive. Neymar Junior gana, sólo de contrato con el Santos, 150 mil reales al mes (alrededor de cien mil dólares), pero su padre le permite usar apenas el 10 por ciento. “Que ya es demasiado, porque él no necesita comprar nada”, considera el padre, un ex futbolista que jugó en clubes del interior de San Pablo. “Mi dinero lo gasto en ropa y en McDonald’s”, asiente Neymar Junior.

Vaya un ejemplo de la, llamémosla, austeridad del padre. En enero se iba a disputar en Perú el Sudamericano sub 20. Entonces, Neymar Junior, que de austero no tiene nada, quería un Porsche. Explica el padre: “Cuando me pidió el auto, le propuse una apuesta que creí que no iba a poder ganar: si él salía campeón del Sudamericano sub 20 con Brasil, pero además era el goleador y hacía dos goles en la final, le compraba un Porsche. Recuerdo cuando marcó el primer gol en el último partido, contra Uruguay. Entonces rogué que no hiciera otro”. Desde ya, Neymar marcó otro (y no por nada lo festejó como si manejara un auto imaginario), terminó como goleador de la competencia y Brasil, como campeón.

Pero Neymar no gasta su dinero sólo en relojes (los colecciona), perfumes, trajes Armani, autos (Ferrari, Porsche) y en comida chatarra, sino que dona el 10 por ciento de lo que gana a la iglesia Batista Peniel. Cuenta el padre (de Neymar, no de la iglesia): “El primer salario de mi hijo fue de 450 reales. Cuando lo cobró, mi esposa Nadine fue y dejó 45 reales en la iglesia. Después pasó a ganar 800, así que OK, donamos 80. Entonces dios nos empezó a poner a prueba, y un día le pagaron 400 mil reales (255 mil dólares). Pensamos: ¡¿cómo vamos a dejar un diezmo de 40 mil reales?! ¡Es el equivalente a un auto nuevo! Pero con mi esposa consideramos que Dios fue fiel con nosotros. Así que (¡pum!) donamos los 40 mil reales”. Neymar Junior avala: “Dios me dio todo lo que tengo”.

Neymar Junior va, como mínimo, dos veces por semana a la iglesia. El pastor Newton Gloria Lobato siempre advierte que si alguien molesta al futbolista del Santos, él interrumpe el servicio. Más: ya avisó que quiere dialogar con Neymar por su futura (e inesperada) paternidad: dejó embarazada a una chica de 17 años. “Lloré cuando me enteré. Primero de miedo, después de alegría”, confió el mismísimo Neymar. Molesto, su padre se lamentó: “No lo puedo creer. Lo aconsejé siempre y le viene a pasar esto”.

Otro pastor de la iglesia Batista Peniel, Belmiro Paiva Neto, intercedió para que Neymar se disculpara con Dorival Junior, un ex entrenador del Santos. Resulta que Dorival Junior se enojó, y mal, en mayo de 2010, cuando Neymar y tres compañeros presenciaron un recital del rapero Cris Brown y, no bien terminó, rumbearon hacia una fiesta con bailarinas y no hacia la concentración del equipo. Dorival Santos suspendió a Neymar por indisciplina. Más: en un partido le prohibió patear un penal. Y Neymar explotó. La decisión de la dirigencia del Santos fue inapelable: despidió sin ambages a Dorival Santos.

Esa es, de última, la vida de una de las celebridades futbolísticas de Brasil. De un fenómeno que ya rechazó una oferta del Chelsea y otra, reciente, del Real Madrid. Que percibe 320 mil dólares al mes como consecuencia de cinco contratos publicitarios (con Nike, hasta 2022, Red Bull, Panasonic, Nextel y Tenis Pe Baruel).

Que también colecciona autos en miniatura y que en su habitación de la concentración del Santos tiene un oso de peluche. Que se depila las piernas. Que juega a la PlayStation y al billar. Que se entretiene con la serie Two and a Half Men. Que tiene a Transformando el sudor en oro, escrito por el entrenador de vóley de la selección de Brasil, Bernardinho, como su libro de cabecera. Que, de última, se salvó de una muerte intempestiva a los cuatro meses, como consecuencia de un choque automovilístico: su padre estuvo internado un mes, pero a él, que terminó debajo de un asiento, no le pasó nada de nada. Ni un rasguño.

(*) Esta nota fue publicada en la Edición Impresa del Diario Perfil

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