viernes 03 de mayo del 2024

Mis primeras noches bailando en las tarimas

Desde que empecé a trabajar ahí, me llamó la atención Ella. No me considero muy cholula, pero es impactante encontrarse en vivo con una figura que una ve en la tele desde su más tierna infancia.

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Eran mis primeras noches en Hippo, bailando en las tarimas. La gente iba más a mirar y a ponernos billetes que a coger; era divertido y la plata genial. A veces se volvía un poco monótono, pero con las chicas y el par de travas con quien compartía este particular trabajo de recibir billetes en la tanga, hubo muy buena onda de entrada. Me explicaron en qué consistía todo: bailábamos 20 minutos y los otros veinte descansábamos y salía otro grupo de chicas. Cuando me bajaba de la tarima para tomar algo, se me hacía difícil llegar a la barra porque los tipos me paraban para pedirme un teléfono o directamente preguntarme cuánto cobraba. Yo sabía que había chicas que “trabajaban”, pero yo estaba bien con lo que cobraba por bailar. Quería empezar la facultad, conseguir un novio y tener una vida normal.

Desde que empecé a trabajar ahí, me llamó la atención Ella. No me considero muy cholula, pero es impactante encontrarse en vivo con una figura que una ve en la tele desde su más tierna infancia. Estaba gorda y la ropa le apretaba, pero había algo agradable en Ella. Su risa se escuchaba por encima de la música y su pelo platinado con flequillo, sus labios gruesos y rojísimos, su mano siempre sosteniendo una copa; todas esas cosas de Ella hacían que al menos yo no pudiera sacarle los ojos de encima mientras movía el culo y agradecía las propinas con sonrisitas, pero me negaba a ir más allá.

Una noche, esquivando pajeros en mi camino hacia la barra, nuestras miradas se cruzaron y me gritó “Nena” mientras me hacía un gesto para que me acercara. No podía creer que se estuviera dirigiendo a mí. Me senté a su lado.

-Te salvé, mi amor; tomá, acá tengo una copita para vos.

-Gracias, Silvia.

-Pero por favor, ¿cómo te llamás, mi vida?

-Chanelle Noir

-¿Chanelle? jajaja pero no seas pelotuda, en serio, ¿cómo te llamás?

-Me llamo Chanelle. Soy uruguaya. En realidad me llamo Chanelle López, pero me puse Noir porque queda mejor.

-Hiciste bien, mi amor. Tomá tu champancito, que en 20 tenés que volver a subir.

-Sí, gracias.

-Escuchame. Sos muy bonita, ¿cuántos años tenés?

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-¿Trabajás?

-Claro, acá bailando

-¡No, nena! Si “trabajás”

-No, no…

-Bueno, mirá. Yo necesito una chica para el próximo apertura y creo que de acá sos la que tiene las mejores condiciones.

Cuando dijo condiciones, me señaló las tetas. Le dije que eran naturales y se rió tan fuerte que todos en el cabaret se dieron vuelta para mirarnos. Yo ya tenía que volver a subirme a la tarima.

-No sé si me entendés, preciosa– me dijo antes de que me levantara para volver a mi puesto. -Yo te estoy hablando de mucha plata. Y no sólo eso. Viajes. Autos, joyas. Y, si te interesa, la televisión, la fama. Mirame a mí.

Le agradecí. Le dije que lo pensaría y volví a la tarima.

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