viernes 03 de mayo del 2024

Siempre hay que cobrar por adelantado

-Mi vida-me dijo por teléfono-, tenemos otro viejito. Otro DT. - ¿También puto? –pregunté. - El que atendiste vos no era puto. Le gusta vestirse de mujer y cada tanto se come una pija, pero no es puto. - ¿Y qué es ser puto para vos? ¿De tu hermano para arriba?

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-Mi vida-me dijo por teléfono-, tenemos otro viejito. Otro DT.

- ¿También puto? –pregunté.

- El que atendiste vos no era puto. Le gusta vestirse de mujer y cada tanto se come una pija, pero no es puto.

- ¿Y qué es ser puto para vos? ¿De tu hermano para arriba?

- Ponele. Este señor te recuerda de Hippo. Dice que te vio una vez, te preguntó si “trabajabas” y vos le contestaste “sí, soy bailarina”. Nena, sos pelotuda ¿eh?

- Bueno, era la verdad.

- Quiere que vayas con la ropa que usabas en el cabaret y que le hagas un lap-dance para pajearse.

- O sea que no va a coger.

- No, no. Es sólo el bailecito para que se acogote la gallina y después te vas.

- Ok.

El encuentro era en un famoso hotel de trampa cinco estrellas de Puerto Madero. Dejé mis datos y me informaron que el señor ya me estaba esperando.

Golpeé la puerta y me recibió en bata, con olor a perfume de imitación. Estaba muy entusiasmado. Había puesto unas luces especiales y una silla frente a la cama para que yo hiciera mi show.

Me cambié enseguida, me maquillé, le dije que cerrara los ojos y no me espiara mientras ponía la música. Cuando los abrió, yo ya estaba con mi bikini chiquitita, mis zapatos de Ricky Sarkany, mi pelo rubio, lacio y larguísimo y mis ojos claros clavados en los suyos. El tipo me miraba, se mojaba la pija con saliva y se pajeaba sin piedad. Yo le movía mi culo aceitado por la cara para que se diera todavía más fuerte. Movía las tetas (también aceitadas) en círculos, para arriba y para abajo. Me abrí de piernas en el aire y me acaricié todo el cuerpo. El tipo se frotaba el pito como si no hubiera un mañana. Tenía la cara toda colorada. Transpiraba. Lo miré, me relamí y en ese momento acabó dando un alarido. Se le pusieron los ojos blancos y se cayó sobre la cama.

Me acerqué y lo toqué. Estaba helado, blanco, con la pija parada. Llamé a mi abogado.

- Habla el Dr. Ríes

- Gus, soy Chanelle.

- ¿Cómo estás, hermosa?

- Mal, creo que acaba de palmar un cliente. Estoy en un hotel.

- ¿Un jugador?

- No, un tipo grande.

- Qué mal. El otro al menos “se fue” con una modelo famosa, este pobre viejo muere con una puta uruguaya, desconocida, regenteada por una mediática en decadencia, JAJAJAJA

- Gus, ¡no seas hijo de puta y ayudame!

- ¿Qué querés que haga, Chanelle? Tenés que llamar al SAME.

- Eso ya lo sé.

- ¿Y entonces?

- Es que no me pagó. ¿Le saco la plata del pantalón?

- Pero ¿sos boluda, pendeja? ¿Cuántas veces te lo dije? Tenés que cobrar POR A-DE-LAN-TA-DO.

- Es que a veces arreglan con Silvia y ella después nos paga.

-Pero vos tenés que llegar sabiendo si ya pagó o si te tiene que pagar a vos. Tenelo presente.

- No sea cosa que se me muera otro y me pase lo mismo. Bueno, yo le voy a sacar la plata del pantalón.

- Llamá al SAME.

- Sí, sí. Chau.

Empecé a revolver los bolsillos, pero sólo encontré tarjetas de crédito, una chequera y billetes chicos. No lo podía creer. Abrí los cajones y me puse a revolver. En algún lugar tenía que haber dinero. De repente, escuché una voz:

- ¿Qué hacés, pendeja de mierda?

- Ah, señor, no estaba muerto, qué alivio.

- ¿Alivio? ¿Aprovechaste que me descompensé para afanarme?

- No, señor, yo pensé que usted estaba muerto y no quería irme sin cobrar.

- ¿Pensaste que estaba muerto y sólo te importó buscar tu dinero? Yo ya le pagué a Silvia.

- Bueno, yo no sabía. Y si usted estaba muerto, convengamos que mucho no había para hacer por usted. En cambio yo hice mi trabajo, así que lo tengo que cobrar.

- Lo vas a cobrar, pendeja, lo tuyo lo tiene Silvia. Haceme el favor y tomátelas de acá.

- Con mucho gusto.

Recogí las cosas y me fui. Suerte que no había llamado al SAME.

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