viernes 03 de mayo del 2024

El festejo

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•Este equipo –me decía Silvia por teléfono –que estuvo a punto de entrar en promoción, pobrecitos un desastre. Viste que hoy ganaron, por fin.

•Ajá –respondí.

•Bueno, hoy a la noche quieren festejar.

•¿Todo el equipo?

•Entre los jugadores, los suplentes y el equipo técnico serán unos veintipico.

•Pero, a ver: ¿Yo sola con todos esos?

•Sí, mi amor, ¿cómo te creés que hice yo todos esos años? Y mirá lo espléndida que estoy ahora, a mi edad. Muchas pendejas desearían ser como yo.

•No lo dudo.

•A mí me querían porque soy la mejor. Y a vos, te leen en Perfil y se re calientan.

•¿En serio?

•Sí, por eso te pidieron especialmente. Siendo puta y encima escribiendo en un suplemento deportivo, sos un sueño hecho realidad.

•Otra que las botineras.

•Esas son como nosotras, pero tiempo completo. Vos sos libre, cuando no querés laburar, apagás el celular. Bueno, ellas no pueden.

•Pero Silvia, ¿Cómo voy a aguantar tantos tipos?

•Primero, los vas a aguantar porque con el sobre que tengo para vos te podés ir de compras a Europa. Segundo: llevate un frasquito de xilocaína. Si se te complica, lo usás.

•Bueno dale.

Me pasó a buscar un auto y el chofer me dio un sobre, que preferí dejar en casa. Nunca había visto tanta plata junta. Eso ya me predispuso bien.

Cuando llegué a la fiesta, ya estaban ebrios, bailando y dándose picos. Les repartí tarjetas en blanco, donde cada uno tenía que anotar su nombre. Las metí en una bolsa y el que salió, pasó conmigo a la habitación. No sé si será cierto eso de la abstinencia que tienen los jugadores antes del partido, pero el primer muchacho estaba realmente “cargado”. Encima, con el alcohol, tardó mucho en acabar. Yo pensaba, si así van a ser todos, voy a gastarme el dinero en un rejuvenecimiento de concha.

Pasó el segundo, el tercero y fuera de la habitación cada vez se escuchaba más descontrol. Cada vez que salía a hacer el “sorteo”, veía un panorama más caótico. Sin embargo, seguían con ganas de garchar.

El décimo tipo me pidió la cola. Era el famoso jugador que tiene merecida fama de bien dotado. Acudí a la xilocaína y lo dejé que me diera sin asco durante bastante tiempo.

Recién cuando se fue, noté que, al no sentir dolor, no me había dado cuenta de que me había literalmente roto el culo. Fui al baño y vi que el ambiente había cambiado bastante. Varios jugadores de los que ya había atendido, estaban desnudos revoleando sus pitos para adelante y para atrás al ritmo de la música. Uno de ellos repetía “a mí me salía hacerlo en círculos, ahora no sé por qué no me sale”. Volví a la habitación, agarré mi cartera y me fui gateando por debajo de las mesas y detrás de los sillones.

Estaban cantando y bailando todos abrazados. Los que ya habían cogido estaban contentos. Y los que no, estaban demasiado ebrios como para acordarse de que tenían que coger. En pocos minutos, yo estaba en la calle parando un taxi.

Al día siguiente, Silvia me llamó para felicitarme. “Fuiste un éxito”, me dijo. Quedaron todos muy contentos.

Recién cuando lean esto se van a dar cuenta de que hice trampa, pero no es mi culpa. Ese chico viene demasiado cargado. Y los jugadores, creo que no podrían haber cogido en ese estado.

Lo importante son los recuerdos, las historias. Más allá de que hayan ocurrido o no en la realidad.

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