viernes 03 de mayo del 2024

La mucama rusa

442

Vi su número en mi celular y atendí.

-Silvia –dije.

-Mi amor, te cuento -fue directo al punto- hoy tenemos al chiquito este que le gustan las mucamas. Pero las mucamas de verdad.

-Y ¿cómo hacemos?

-Tengo una paraguaya llamada Asunción que era mucama en serio y hace poquito se cambió de rubro. Le cerraba más, viste.

-Ah, como el personaje de “Los siete locos”, la mina que era sirvienta y después se pone a laburar de puta.

-¿Los siete qué?

-Nada, Silvia, disculpá.

-Mirá, nena, yo sé que vos leés mucho, que hablás cinco idiomas y la concha de la lora. Pero a los tipos, y a mí personalmente, todo eso nos chupa un huevo. Vos andá, hacé lo tuyo y cuantas menos boludeces digas, mejor.

-Disculpame.

-Te comentaba: Asunción es bien real, como este chico quiere. O sea, no quiere una puta disfrazada de mucama, quiere una verdadera mucama puta. Y paga muy bien por eso. El tema es qué hago con vos, que sos rubia de ojos celestes, blanca y con los pezoncitos rosados, mi vida.

-Le podés decir que me llamo Tatiana y que soy rusa. Hay muchas rusas pobres que vienen acá a trabajar de manicuras, peluqueras o empleadas.

-Mirá, creo que le van más las parditas, por algo tiene la mujer que tiene, pero te digo la verdad, te llamo a vos porque no tengo otra opción.

-Ok. Decile que le mandás a Tatiana y Asunción, una paraguaya y una rusa.

-No me queda otra. Ojalá que no se queje.

Un par de horas más tarde, me encontraba en la puerta con Asunción. Llegamos juntas, las dos vestidas de mucama. No eran los trajes de fantasía, nos habían dado uniformes reales.

-Dispuís ¿qué lo que hacé vó? - me preguntó Asunción mientras esperábamos que el portero nos abriera.

-¿Eh?

-Dispuís –repitió.

-¿Qué hago después de esto? ¿Eso me estás preguntando?

-¡Nomatedigo!

-Nada, me voy a mi casa.

El portero nos abrió la puerta y nos condujo al piso donde nos aguardaba el jugador. Se volvió loco cuando vio a Asunción. La besó durante largo rato, mientras yo me miraba las uñas. Tardó en darse cuenta de que yo estaba ahí. Cuando finalmente me vio, me preguntó cómo me llamaba y de dónde era.

-Tatiana. Yo rusa.

-¿Sos mucamita también?

-Si, primera vez que yo hace esto. Yo necesita plata para hermano lisiado en guerra con Chechenia.

-Ah, pobrecita. Bueno, no te ofendas, la verdad que me gusta más tu amiga. Igual, por tu hermano lisiado, te voy a pagar lo pactado. Hagamos algo. Yo me cojo a Asunción y vos mientras me limpiás el baño, ¿te parece? Las cosas de limpieza están ahí.

-Sí, yo no tiene problema. Gracias.

Así que mientras Asunción se desvestía, yo me fui al baño, me puse los guantes de latex, agarré el Cif y me puse a limpiar la bañadera. Es la primera vez en mucho tiempo que voy a ganar plata sin tener que pelar una teta, pensaba yo mientras refregaba la loza y escuchaba los gritos fingidos de la paraguaya. Una hora y media se estuvieron dando bomba. En ese tiempo, limpié los pisos, barrí el living, pasé Mr. Músculo por la cocina y limpié todos los vidrios. Cuando vi que se estaban vistiendo los dos, me acerqué y le pregunté a él:

-¿Vos gusta cómo quedó casa?

-Si, rusa, está bien –me respondió sin mirar siquiera lo que había hecho. Sacó un fajo de euros de un cajón y nos dijo que contáramos a ver si estaba bien. Se fue al baño.

-Es muy mucho –dijo Asunción

-Dejate de joder, nena. Tomá.

Cuando el futbolista salió del baño, ya nos habíamos repartido el dinero equitativamente. Preguntó si estaba todo bien y le respondimos que sí.

-La pasé muy bien chicas-. nos dijo- Asunción, nos estamos viendo pronto. A vos, rusa, capaz te vuelva a llamar, pero sólo para que me limpies el baño, si no te enojás. La verdad que no sos mi tipo.

-No problema.

Nos tomamos el ascensor, sin mirarnos. Las dos estábamos cansadas. Ella de coger y yo de limpiar.

Ambas felices y con los bolsillos del delantal llenos de euros.

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