viernes 03 de mayo del 2024

Gracias por dejarme tu ropita

Me estaba pintando las uñas cuando recibí el llamado de Ella. - Hola nena, ¿cómo te fue la otra vez en el Faena? - Bien, qué sé yo, medio rata el chico. - Ah sí, eso te tenés que acostumbrar, se hacen los novios para no pagar. - Sí, lo noté.

442

Me estaba pintando las uñas cuando recibí el llamado de Ella.

-    Hola nena, ¿cómo te fue la otra vez en el Faena?

-    Bien, qué sé yo, medio rata el chico.

-    Ah sí, eso te tenés que acostumbrar, se hacen los novios para no pagar.

-    Sí, lo noté.

-    Bueno, ¿ahora estás libre? Tengo dos ofertas.

-    A ver.

-    Ir a lo del pelotudo este que se perdió el mundial, el que le gustan las mucamas. ¿Tenés el disfraz?

-    No, Silvia, ya con los trajecitos tuve suficiente. Pasame al otro.

-    Bueno, es un DT, no es de Buenos Aires, pero estos días anda por acá. Es un tipo grande.

-    No importa, estoy harta de disfraces.

-    Bueno, nena, está bien. Decime, ¿vos sos completa?

-    Sí, obvio, soy bailarina, estudio, ahora cojo por plata…

-    No, boluda, si entregás  la colita.

-    Ah…no sé, qué sé yo. Se puede conversar.

-    ¿Cambio de roles?

-    ¿Eh?

-    Bueh vos andá a la dirección que voy a dar. Llevá muchos forros y un par de poronga de goma. ¿Ok?

-    Ok.

Llegué al departamento, bastante desordenado. Parecía que el DT había llegado ese mismo día. Se sorprendió al verme. Me dijo que esperaba un pibe o “al menos un trava”. Me quedé mirándolo. Yo tenía mi minishort brilloso, me había hecho los bucles, estaba divina. Pero bueno, el que es puto, es puto.

Se disculpó y se fue al fondo a hacer una llamaba. Se lo escuchaba bastante molesto. Finalmente volvió. Le pregunté si quería que me fuera y me dijo que no, que total ya había pagado por adelantado.

-    Al menos tenés algún juguete?

-    Sí, mi amor, yo siempre vengo armada –le dije, tal cual me había enseñado Silvia.

En un segundo, se desnudó y trajo una botella de aceite para bebé. En el equipo de música puso un CD  de Madonna y me pidió que le pusiera mi lencería. Lo vestí con mis medias de liga, mi tanga, mi corpiño y hasta me pidió que lo maquillara con el lápiz labial que tenía en la cartera. Una vez logrado esto, se dio vuelta. Sonaba “Don´t cry for my Argentina” mientras yo lubricaba la poronga de goma más grande que había traído y me sorprendía al ver, no sólo que entraba como si nada, sino que el DT gritaba como loco “Así bebé, soy tu putita, soy tu nena, soy tu hembra”. Dios. No sabía si reirme, llorar o salir corriendo.  Mientras el señor mayor se revolcaba y gritaba obscenidades  yo pensaba “Esta poronga ya fue, no la pudo usar más. La ropa menos. Mirá si me voy a poner ahora la tanga que este puto tiene ahora en las bolas”.

Por suerte le sonó el nextel y se tuvo que ir. Me devolvió la ropa, pero le dije que estaba bien, que se la quedara. Interpretó que me daba asco ponérmela, pero creo que era lo más lógico. Me puse mi ropa sin las medias ni la ropa interior, le dejé la poronga de goma toda sucia, le agradecí la hospitalidad y le pregunté dónde había una parada de taxis.

-    Igual la pasé bien pendeja, eh –me dijo, acariciándome la cara.

-    Gracias, señor. Yo también.

-    Gracias a vos por dejarme tu ropita, amor. No sabés cómo la voy a usar.

Se rió como una loca y cerró la puerta detrás de mí.

En esta Nota