viernes 03 de mayo del 2024

Una noche con el más grande

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- Boluda, ¡no sabés quién nos tocó hoy! -me gritó mi amiga en el oído.

- No, obviamente no lo sé –respondí, alejando el celular de mi oreja

- ¡El número uno!

- ¿Maradona?

- No, tarada, el número uno del momento.

- Pero pará. ¿Será rata como el otro del Faena?

- No sé, Chanelle, pero es ÉL! ¿Entendés?

- Sí, el que no metió ningún gol en el mundial, me cago de la emoción.

- Ay nena, no entendés nada. No te merecés que te coja, mirá, así te lo digo.

- Caro, a ver. Es un laburo. No es tu novio. Quiere dos putas, le da lo mismo que seamos nosotras o dos de Garchando por un sueño. La quiere poner. Y seguramente use su seducción para pagarnos menos. Con vos seguro le va a funcionar, por lo que veo. Ahora, yo te digo que ya lo tengo decidido. Un par de años en esto y me pongo un Lave-Rap. Y no me ven nunca más.

Llegué al depto y ellos ya estaban a los besos. Me presenté y le pregunté si no tenía algo para tomar. Alcohol no, porque me hace mal, gracias. Agua está bien. Qué fácil va a ser esto, pensaba yo mientras tomaba mi agua y miraba a mi amiga franeleándoselo en el sillón y jadeando como una puta de $50. Me quedé sentada y me acomodé las medias. Me miré las manos. Ya era hora de volver a la manicura.

El joven futbolista extendió su mano hacia mi cintura y nos besamos los tres, con mi amiga. Ella quería tomar el control y yo, laburar lo menos posible. Que “el número uno” acabara, me pagara y poder ir a tomar café con una amiga que vivía en el barrio del gran jugador. La llamaría apenas termináramos con todo, pensaba mientras le chupábamos la pija entre las dos. Él nos agarraba la cabeza y decía cosas que no se le entendían. Un lindo chico, nadie lo va a negar. No era el señor travesti de la otra vez. Pero no dejaba de ser un trabajo. Por más que te guste tu laburo, cuando se hace la hora de ir a tu casa, te vas. Y si sabés que te van a pagar por hora, no trabajás dos horas por el precio de una. Bueno, esto es exactamente igual.

Mi amiga le puso un forro y yo se lo acomodé para que se sacara las ganas. Estaban tan entretenidos cogiendo, que me puse a mirar por la ventana. Caro lo cabalgaba como si no hubiera un mañana, gritaba y transpiraba. Estaba como loca. Se debe haber echado cinco polvos, al menos. Él me agarró de las piernas y me sentó sobre su cara. Quería que Caro y yo nos besáramos en esa posición. Pero el cunnilingus claramente no era lo suyo. No sé qué intentaba hacer, alternaba mordisquitos con chupadas de mi clítoris como si fuera una pijita. Qué dolor. Intenté explicarle gestualmente a mi amiga que el pibe me estaba matando, pero ni se daba por enterada. Asi que tuve que decirle “Caro, ¿me lo prestás un poquito?” y luego de cambiar el condón, me subí yo arriba del bonito futbolista y ella se sentó sobre su cara. No tardé en ver su expresión de dolor. Se tocaba los dientes como dando a entender que la estaba mordiendo, pero aún así no dejaba de gritar como una puta de Constitución. Por suerte, todo llegó a su fin y Caro fue la primera en ir al baño a higienizarse.

- Toma éxtasis tu amiga, ¿no? –me preguntó él

- No, es así.

- ¿Con todos?

- ¿Importa? O sea, esto es un negocio. Para sentirte especial, ponete de novio, ¿no? Digo.

Volvió Caro y empezaron a besarse de nuevo. Yo la miraba, de espaldas al jugador y le señalaba el reloj. Ya se había cumplido el tiempo. Pero a ella no le importaba. Por suerte, él tuvo que pasar al baño, así que aproveché el momento para hablar con mi amiga.

-  ¿Te dio la plata?

- Sí, cuando llegué.

- ¿Me das lo mío, así me voy a la mierda? Vos hacé la tuya.

- Dale, yo me quedo un rato más.

Cuando él salió, yo ya estaba toda vestida y con la cartera llena de plata.

- Mi amiga ya se tiene que ir –le dijo Caro- pero yo me puedo quedar un rato más.

- Está bien, no hay problema –respondió él-. Un gusto, Chanelle.

- Igualmente, bombón –le dije, antes de cerrar la puerta detrás de mí-. Pásenla lindo.

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