sábado 27 de abril del 2024
Opinión

River ante un final de ciclo

El “Millonario” no logró su objetivo visitando Brasil, se volvió con las manos vacías y tendrá que conformarse con el premio consuelo de ganar la liga local. Por eso, aparece un interrogante, acaso se habrá mal acostumbrado el hincha del club de Núñez a estar en el primer plano internacional.

La semana pasada River había remontado una historia que parecía tener un final cantado contra un Inter de Porto Alegre que se mostró vulnerable por momentos, pero eficaz y peligroso cuando le cedes terreno y la pelota, como todo equipo brasileño.

Bajo un “aura” que depositó Marcelo Gallardo de un equipo copero, el Millonario, con “toda su gente”, como ahora se cansa de informar que en cada partido llena su estadio como si eso fuese un mérito impensado, teniendo en cuenta que el hincha, tal como dice su lema principal, debería estar en las buenas y en las malas, en la ida se vivió una historia ficticia.

Sí es cierto que el partido en Núñez con victoria 2-1 remontado el partido con los goles de Pablo Solari hubo una bocanada de aire de noche “gallardezca” o de un equipo copero, dejando asomar la idea de que en la vuelta en Brasil el River de Martín Demichelis jugaría con una filosofía alemana, como una máquina, como supo imprimir en el pobre o mediocre, por que es la realidad, torneo local en Argentina.

Llegó la noche de pisar tierras brasileñas y la figura Napoleón no asomó, como pasó con Fluminense y en la altura de La Paz en la fase de grupos. Apareció la figura de Demichelis, el defensor de una supuesta máquina que tenía un funcionamiento absolutamente aceitado. Reapareció ese River que en el plano internacional no tiene peso.

En el partido en sí River sufrió y tuvo la suerte de que el Inter no aprovechó las chances que generó, en un estadio que era un hervidero y que sacudió la estantería de la delegación argentina que se sentía en inferioridad en todos los ámbitos.

Un primer tiempo que dejó un resultado mentiroso, con dudas en el arbitraje, daban pie a que en el complemento la historia iba a tener un desenlace impactante. Igual, qué tan impactante, la cara de convencimiento y hambre de ganar estaba en los dirigidos por Chacho Coudet. En los de River, había duda y ganas, pero de que el segundo tiempo pase volando.

Dicho y hecho. El Inter apretó y apretó. Convirtió el primer gol y fue offside para el alivio Millonario. Poco después si llegó un gol válido y la “máquina” que River en el segundo tiempo en la ida apareció, ahora fue el equipo de Porto Alegre.

Justo como un golpe letal en la mandíbula apareció el segundo gol del Inter, que siendo rigurosos fue mérito de los jugadores de River. Primero Solari, que sabiendo que un manejo inteligente era tener la pelota y que corra el rival y no intentar otro episodio heroico perdiendo la pelota con el equipo mal parado.

Intento de episodio heroico con una corrida en soledad con la defensa del Inter que terminó con un corte de González Pirez que se ganó la tarjeta para bajarle el telón a una contra que tenía olor a gol. Intento de episodio que terminó con el reto del defensor al delantero y un tiro libre en la puerta del área que sería letal.

Pelota parada que luego terminó en el fondo de la red ante un débil Franco Armani que pareciera haberse olvidado de cómo defender los tres palos, pensamiento que luego reforzó en la tanda de penales, donde estuvo como espectador de lujo nada más.

Ahí River ya parecía vencido, incluso antes del tiro libre, cuando Demichelis mandó a un defensor central más para aguantar el resultado. Vaya “planteo copero” tirarse atrás y buscar perder por la mínima para pasar a los cuartos de final y no sufrir más.

Parecía que el Inter tenía todo como para ponerle cifras definitivas al partido, pero también sobrando la situación no terminó de bajarle el pulgar al partido. De eso también pecan los brasileños, se sienten ganadores cuando aún no lo son.

Allí apareció otro chispazo del River de Gallardo, de esa mentirosa épica, del “que la gente crea” con el que tanto tiempo el Muñeco confundió al hincha. Rojas le dio otra vida a Demichelis que no sabía hacer para demostrar que quería ir a ganarlo.

De hecho, mando a la cancha a Colidio, un pibe que tiene condiciones, de eso no hay duda, pero que para este tipo de partidos es mejor resguardarlo y darle lugar a Borja, otro delantero que tiene más peso, más recorrido y que incluso para cómo se daba la historia, patea bien los penales.

De todos modos, al ex Tigre no le pesó la situación tuvo una chance clara que no entró y pateó bien su penal, pero fue eso. Un mero chispazo de suerte, porque River no mostró sus credenciales para ganar el partido. Se vio superado y no terminó de ser una derrota “catastrófica” de no ser por los colegas brasileños que levantaron el pie del acelerador más temprano sin razón.

Ya en los penales esa aura de la figura de Gallardo se desvaneció de vuelta, demostrando que fueron chispazos de esa suerte diferente. Pero la realidad es que, para ser el mejor equipo de América, con chispazos no alcanza.

¿Los penales? Pueden ser suerte, pero también son templanza, convicción y carisma. Desde el vamos River estaba en desventaja con un Armani que en la definición desde los doce pasos no es una garantía, más allá de ese penal que le adjudican que mantuvo en pie a la Scaloneta en la Copa América 2019.

Eso fue un engaño, Armani será un gran arquero, pero para algún momento del partido, o antes lo era. Pero en los penales y ya encarando la recta final de su carrera, para este tipo de momentos no dio la talla.

Así después de una tanda interminable, donde el Inter le depositó cierta fe a los hinchas de River de que se podían llevar algo de Brasil, fue el equipo de Coudet que demostró más firmeza en la definición.

Es más, Rochet, el arquero uruguayo fue un reflejo del partido del Inter. Determinación, carisma, y no de más, aprovechando los nervios del rival y el apoyo de la gente. Con justeza definió el partido y le dio el pasaje a cuartos de final a su equipo.

De esta manera, mucho tildan esta derrota y eliminación de River como un fracaso. Pero la realidad es que eso es River. El River de Gallardo campeón en el plano internacional fue un charco en el desierto, siendo algo puede aparecer uno con suerte o ni siquiera aparecer, pero para el club de Núñez la suerte estuvo de su lado y en ese entonces surgió “un equipo copero”.

La épica y la mística copera no fueron un común denominador en River en su historia. Y un par de años exitosos no te convierten en algo diferente. Menos lo es con la presencia de Demichelis que nubló al mundo con un torneo local ganado de punta a punta en un fútbol argentino que se viene cada vez a menos. Engañando a propios y extraños que ese andar sería el mismo en el plano internacional.

¿En la copa? La fase de grupos la sufrió, afuera sufrió y en “casa” donde se desviven en mostrarle al mundo más que llenaron el estadio por décima vez consecutiva que en realidad alentar no le fue suficiente.

Podría haber las 80 mil personas que dicen en el Monumental, pero con las butacas calientes. Calientes porque el hincha estaba sentado y en silencio. Salvo en el algún esporádico momento de euforia o si el equipo golea.

Pero, a fin de cuentas, la derrota de ayer no fue un fracaso. La máquina de Demichelis que tanto se festejó en el torneo local no apareció. Fue un golpe de realidad de lo que fue River y que ahora seguirá siendo con Demichelis a la cabeza. Esto es River.

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